“El cáncer también se quedó en casa”

Se detectó un marcado descenso en el número de sesiones de quimioterapia estimando que, de prolongarse esos números, sería inevitable un aumento de diagnósticos tardíos y esto podría aumentar la mortalidad por cáncer (Shutterstock)

En el mes de marzo, cuando comenzó la pandemia del coronavirus, la indicación del Gobierno fue clara: “Quedate en casa”. Los ciudadanos aceptaron la consigna: dejaron de ir al trabajo, suspendieron la actividad física y evitaron las reuniones con familia y amigos. Pero además, dejaron de hacerse colonoscopias, mamografías, consultas con urólogos y ginecólogos. La gente se “quedó en casa” y el cáncer también.

Los motivos para la suspensión de los controles - fundamentales para detectar el cáncer en sus inicios- fueron muchos. El Dr Santiago Bella (MP 22413), médico oncólogo y Presidente de la Asociación Oncológica Clínica de Argentina definió tres etapas. Los primeros dos meses, las restricciones fueron responsabilidad de las prestaciones con la suspensión de las consultas, los estudios y de las operaciones. En la segunda etapa, los prestadores se regularizaron pero, al aumentar tanto los contagios, fueron los pacientes quienes dejaron de asistir a los centros de salud por miedo. Y ahora, en la tercera, volvieron las consultas pero en muchos casos es tarde y los diagnósticos son de enfermedad avanzada.

Por supuesto, este fenómeno no fue sólo de Argentina y se replicó en la mayoría de los países del mundo. Sin embargo, en nuestro país, se sumaron “problemas a las soluciones”. En Argentina, no en todas las ciudades tienen especialistas de todas las ramas de la medicina ni existe la posibilidad de hacer estudios preventivos. Por eso, trasladarse hacia las capitales es algo habitual. Pero, por nuestra geografía, es frecuente que las capitales más cercanas no sean de las provincias donde se habita sino de las linderas. Así fuimos testigos de las prohibiciones y maltratos que recibieron los pacientes con cáncer durante este año. El caso de Abigail Jiménez mostró hasta dónde las decisiones políticas pueden estar desconectadas de las situaciones reales: al no poder atenderse en su ciudad (Termas de Río Hondo, Santiago del Estero), la pequeña Abigail- con un cáncer muy avanzado- tuvo que tratarse en Tucumán. Al regreso, su padre tuvo que cargarla en brazos bajo el calor extremo y los insectos cuando la policía le prohibió reingresar a su ciudad por un tema de permisos. La imagen quedará por siempre en nuestras mentes y nuestros corazones mostrando también el peso que le agrega la burocracia a las familias y pacientes con enfermedades graves.

Otro emblema fue el de Solange Musse, que falleció sin poder despedirse de su padre al que le prohibieron entrar a la provincia de Córdoba. “Hasta el último suspiro tengo mis derechos”, dijo con sus últimas fuerzas.

En una enfermedad como el cáncer, el tiempo es oro y detectarlo a tiempo salva vidas. Los pronósticos de curación crecen de forma considerable cuando el hallazgo se da en sus estadios iniciales. Por eso, en el mes de agosto, la Liga Argentina de Lucha contra el Cáncer (LALCEC) hizo una campaña con el lema “Si querés cuidarte salí de tu casa”. La campaña alentaba a realizarse los controles correspondientes y a continuar con los tratamientos ante la información de que había disminuido de forma abrupta los estudios para el diagnóstico temprano. Además, se detectó que había un marcado descenso en el número de sesiones de quimioterapia estimando que, de prolongarse esos números, sería inevitable un aumento de diagnósticos tardíos y esto podría aumentar la mortalidad por cáncer.

La Sociedad Argentina de Urología (SAU) y la Asociación Argentina de Oncología Clínica (AAOC) observaron también una “dramática” disminución de las consultas urológicas de rutina desde el comienzo de la cuarentena. Se estima que el descenso de las consultas fue del 50% y la interrupción de los tratamientos en 1 de cada 3 pacientes con diagnóstico confirmado de cáncer de próstata. El cáncer de próstata es uno de los ejemplos de cómo la detección temprana salva vidas. En Argentina, según datos del Instituto Nacional del Cáncer, se detectan 129 mil casos anuales de cáncer. Del total, 11.600 son de próstata y es la tercera causa de muerte por cáncer en hombres detrás del de pulmón y del colorrectal. Este cáncer no suele dar síntomas en sus estadios iniciales, por eso la consulta médica con el urólogo es fundamental a partir de los 50 años (o 45 si hay antecedentes). El Dr. Juan Pablo Sade (MN 105141), médico especialista en uro-oncología del Instituto Alexander Fleming y del Hospital Universitario Austral, afirmó que hay varios estudios internacionales que pronostican un incremento de la mortalidad por cáncer, atribuible a la demora diagnóstica ocasionada por la pandemia de COVID-19. Además, que durante el mes de noviembre, vieron casos de hombres que habían tenido síntomas de cáncer de testículo en el mes de marzo pero que retrasaron su consulta. Lamentablemente, ahora esos tumores que- en marzo eran altamente curables- crecieron muchísimo. La misma situación se observa en casos de cáncer de vejiga y de riñón. En determinados tipos de cáncer, seis u ocho meses de espera marca la diferencia entre la vida y la muerte.

Por su parte, la Dra Julia Ismael (MN 94807), oncóloga clínica y ex Directora del Instituto Nacional del Cáncer, explicó que la falta de controles preventivos viene de antes de la pandemia producto de las trabas y burocracia del propio sistema de salud. Pero, al agravarse tanto durante estos meses, se espera lo que se llama un “exceso de mortalidad” por la detección tardía del cáncer.

Pero no sólo disminuyeron las consultas sino también el acceso a los tratamientos. Por ejemplo, la Asociación Leucemia Mieloide Argentina (ALMA), recibió durante la cuarentena denuncias por falta de medicación para leucemia crónica y para leucemias agudas que requieren que se inicie el tratamiento inmediatamente después del diagnóstico porque la enfermedad no espera. Fernando Piotrowski, Director de ALMA informó que, además de las dificultades para acceder a la medicación, las farmacias tuvieron muchas demoras y las obras sociales trabajaron con atención reducida. Además, hubo mucha confusión entre los pacientes que no supieron durante estos meses si acudir o no a realizarse chequeos por diferentes motivos, entre ellos, la falta de información acerca de si las salas de espera de los consultorios eran seguras. Además, hay quienes se plantearon si convenía interrumpir su medicación.

Solange Musse falleció sin poder despedirse de su padre al que le prohibieron entrar a la provincia de Córdoba por la cuarentena

Hoy en día, los pacientes cuentan con más datos y se volvieron a retomar las consultas. También mejoró la atención de los sistemas de coberturas a través de la modalidad online en la mayoría de los casos. “Las complicaciones siguen en IOMA y algunas obras sociales que continúan con inconvenientes en autorizaciones y acceso a los medicamentos”, denunció Pietrowski.

Aunque en la Argentina la cobertura de los tratamientos están cubiertos por ley, acceder a la salud no es tarea sencilla. Cada cobertura tiene su propia lista de medicamentos, su burocracia y sus tiempos. Por fuera de esa lista, los pacientes deben hacer trámites bastante más complejos e incluso, en muchos casos, llegar a la justicia. Y, aunque la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnologías (ANMAT) autoriza terapias innovadoras casi al mismo tiempo que FDA y que en Europa, las coberturas no las incluyen entre sus prestaciones. Por eso, hay terapias innovadoras en nuestro país pero a las cuales los pacientes no pueden acceder. “Esto pasa en PAMI y en IOMA, pero también en las Obras sociales que se rigen por el Sistema Único de Reintegros (SUR) en el cual el Estado les devuelve lo que gastaron con pacientes con cáncer. Si este sistema no se actualiza incluyendo las nuevas terapias, en consecuencia, tampoco lo hacen las obras sociales “, agregó Fernando Piotrowski

Pero el acceso a la salud es más que tratamientos. Es también la posibilidad de que los pacientes, si lo necesitan, puedan tener una silla de ruedas, alojamiento o transporte si deben trasladarse hacia otra provincia y, por supuesto, la posibilidad de conseguir turnos médicos a tiempo. Y este año fue un cúmulo de dificultades: los pacientes vieron interrumpidos sus visitas médicas y sus operaciones, tuvieron dificultad para conseguir la medicación, para trasladarse, para viajar en transporte público, para hacer los trámites que les exigen los prestadores médicos. Y las asociaciones de pacientes estuvieron ahí, siendo el gran sostén en el medio del caos.

Muchos pacientes con cáncer aseguran que estar enfermo es un trabajo extra por el tiempo que deben dedicar a gestionar la burocracia. Pero también afirman que vivir el cáncer en la pandemia fue una carga pesada y agotadora. La salud pública solo se concentró durante este año en el coronavirus. No hubo comité de expertos para sostener a otras enfermedades. Ni indicaciones claras que tranquilicen a los pacientes para que no dejen sus tratamientos. Tampoco campañas oficiales relevantes para alentar la realización de estudios preventivos. Y así fue como el cáncer también se quedó en casa.