Todos los derechos son producto de esfuerzos personales o preexistentes

Quienes proclaman el derecho a la vivienda, comida, educación, la tierra, o cualquier otra cosa valiosa, sin decirlo, están exigiendo transferencia de propiedades de otros. La creación de valor en las sociedades

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La Argentina está empobrecida, impedida
La Argentina está empobrecida, impedida de generar mayor riqueza en la atención de las necesidades particulares, por una maraña de regulaciones que inhiben sin provecho las decisiones de las gentes

Como expuse en una columna anterior en Infobae, el reconocimiento de la propiedad individual competitiva, a partir del siglo XVIII, impulsó el extraordinario aumento del bienestar de las personas. Por primera vez, desde los cientos de miles de años, desde la aparición de los humanos, el hambre y las enfermedades comenzaron a dejar de acosar sus vidas.

La expectativa de vida al nacer, que se había mantenido constante desde tiempos inmemoriales, alrededor de los 30 años, comenzó a alargarse. Más aún, gracias a esos avances, el número de habitantes del planeta se multiplicó por 12 y el PBI mundial por 200. Y la expectativa de vida llega a los 85 años para los países de ingresos superiores.

Increíble progreso en los niveles de vida. Que difiere mucho según los países. Entre USD 250 por año y habitante, en los países más rezagados, a USD 88.000 en Suiza. Brecha de ingresos que es consecuencia de la diferente fortaleza de la propiedad individual competitiva y los contratos.

El milagro de la creación de valor

Cada una de las personas tiene capacidades diferentes, limitadas, pero educables con entrenamiento. Al descubrir esas diferencias cada habitante puede ponerse de acuerdo e intercambiar lo que sobra, unos valoran menos, con lo que falta, otros valoran más. El milagro de la creación de valor en la satisfacción de las necesidades individuales.

El trabajador, empleado, necesita más el sueldo que las horas trabajadas; el empleador prefiere obtener el producto de trabajo que el sueldo pagado. Cada uno mejora sus condiciones entregando algo que aprecia menos a cambio de algo que valora más. Ambas partes ganan cuando las transacciones, contrataciones, son voluntarias. El conjunto de la sociedad se beneficia cuando las reglas que regulan los contratos, transacciones, son justas, esto es, iguales para todos a lo largo de las ocasiones, negocios y tiempos. Y así pueden disponer mejor de las ganancias conseguidas en el tiempo.

La Argentina está empobrecida, impedida de generar mayor riqueza en la atención de las necesidades particulares, por una maraña de regulaciones que inhiben sin provecho las decisiones de las gentes. Como las antiguas prohibiciones a las invenciones, a descubrir conocimientos, el contrasentido de denominarla “La Inquisición”, quemando y torturando a los innovadores.

El trabajador, empleado, necesita más el sueldo que las horas trabajadas; el empleador prefiere obtener el producto de trabajo que el sueldo pagado

Todavía los países menos avanzados torturan las vidas y los patrimonios de empresarios, comerciantes y empleados. Renovando los privilegios, la injusticia de normas diferentes para preferidos del régimen, copiando los feudos anteriores a la Revolución Francesa, abolidos en nuestra Constitución.

A mayor intensidad, cantidad, de intercambios voluntarios mayor creación de valor. Esto es, mas satisfacciones individuales conseguidas. Cada una de las personas sabe qué necesita mejor que nadie. Y, comparando oportunidades, compitiendo y especializándose en las ocupaciones que prefiere, consigue mejores resultados. El conjunto social se hace más inteligente reconociendo las aptitudes y deseos individuales a medida que los intercambios voluntarios los incluyen, incorporan, incentivados por la seguridad de la propiedad de las ganancias de la competencia.

A mayor intensidad, cantidad, de
A mayor intensidad, cantidad, de intercambios voluntarios mayor creación de valor. Esto es, mas satisfacciones individuales conseguidas (EFE)

De tal modo, cada individuo va ocupando, desempeñando, las tareas que más convienen a todos y a cada uno, simultáneamente. Eliminando trabas a propiedades e intercambios voluntarios. Las sociedades ganan inteligencia, satisfaciendo necesidades individuales de cada uno del conjunto.

El mismo principio rige en todas las actividades colectivas, como los deportes, el fútbol profesional de las grandes ligas. Con las mismas reglas para todos los jugadores, sin cambios a través del tiempo, en especial durante el partido, todos los participantes obtienen los mejores resultados, tanto las audiencias como los que juegan los partidos. Aun los que nacieron en la pobreza mayor, incluso los menos aptos, si las reglas de intercambio y propiedad les ofrecen las condiciones mejores, desarrolladas en las naciones que, por eso, son avanzadas.

En otra nota en Infobae expuse tres condiciones que expandirían los derechos a conseguir los bienes que se necesitan. Las mismas que el Estado nacional ofrece al FMI. Lo cual demuestra que son aceptables por ambas partes y, por eso, convenientes a ambos, a saber:

1. Acordar planes, programas y regulaciones con las autoridades. La dificultad es que, a diferencia con el FMI, una multitud de personas carece de los sistemas de representación política en el Congreso conducentes a acordar los proyectos y regulaciones deseados;

2. La seguridad de cobrar y pagar en dólares libres, sin restricciones. El incierto valor del peso reduce la amplitud de contratar con infinidad de actores. A ello se añade la inconstante provisión de Justicia;

3. Libertad de impuestos y otras trabas innecesarias, sólo deberían limitarse a las imprescindibles para poder suministrar los bienes públicos de la calidad requerida. En los países menos desarrollados, como ahora es la Argentina, varios influyentes imponen ventajas, privilegios a algunos, que conforman cotos reservados, excluyentes de la competencia de otros, encareciendo gastos y empobreciendo al conjunto. No es sorprendente, entonces, que la pobreza aumente sin cesar.

Imponer redistribuciones de ingresos, patrimonios, es lo contrario a las transacciones. Por eso las redistribuciones empobrecen. En lugar de acordar intercambios de derechos, creadores de valor, satisfacen necesidades individuales del conjunto. Imponer transferencias forzadas destruye valores, desmejorando la atención de necesidades personales.

Los gobiernos que expropian a unos para conceder a otros, empobrecen, excluyen, agrietan, enfrentan a unos contra otros, perjudicando al conjunto de la sociedad. Enervan a la gallina de los huevos de oro de la fábula que se enseñó en muchas escuelas.

El autor es Consejero Académico de la Fundación Libertad y Progreso. Escribió los libros: Dolarizar (2001), La riqueza de los países y su gente (2005), Fin de la pobreza (2018) y Por un país más justo y floreciente (2020)

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