Dar un paso hacia la Nueva Economía

El nuevo paradigma empresarial debe apuntar a regenerar los ecosistemas sociales y ambientales con su modelo de negocio

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Mis dedos entumecidos por el filoso granito del cerro se agarraban de lo que había para ganarle algunos centímetros más a las paredes del cerro Fitz Roy. Pese a las malas condiciones climáticas, las dos noches sin dormir, sin comer ni beber, le habíamos ganado la mayor parte al cerro. En eso escucho en el aire un zumbido de una piedra que caía desde lo alto y un segundo después el grito de mi compañero, a quien esa piedra le había pegado en el brazo. Debimos interrumpir el ascenso. La sensación de la derrota, el fracaso después de tres meses de darlo todo, agregaba un gusto amargo al esfuerzo que demandaba cada paso de esta retirada.

Volví a reflexionar acerca de lo que había pasado esa noche sobre el glaciar superior del Fitz Roy y pude arrebatarle al recuerdo tres hermosas lecciones de vida. La primera es que cuando uno enfrenta un gran problema, que aparentemente no tiene solución, debe hacer una y solo una cosa: dar un paso. Un paso en la dirección que mejor nos parezca pero no dejar de dar ese paso. Ese paso llamará a dar otro paso y los dos pasos ya simbolizarán el hecho de que me puse en marcha frente al problema. La segunda: tengamos fe en que el problema, nunca es tan grande como nos parece en el momento. Y la tercera es: nunca, nunca, pero nunca abandones.

Eché mano a estas tres lecciones de la montaña cuando tomé conciencia que era padre de cinco hijos y que estos niños habían nacido en un planeta completamente diferente al mío. Su planeta no solo tiene todos los problemas que la ciencia tan crudamente nos describe, sino también una visión apocalíptica del futuro.

Nuestra actual economía nace hace doscientos o trescientos años con una grave falla de diseño y es justamente esta falla la que puede poner en jaque la supervivencia de esta y de todas las generaciones venideras. Si existe una vieja economía también debería existir una nueva. Podemos hacer ahora mismo un ejercicio rápido de crearla y tenerla como el nuevo norte de todas nuestras actividades de acá en más. La Nueva Economía es una economía que regenera los ecosistemas sociales y/o ambientales con su modelo de negocio.

Estas reflexiones me impactaban de lleno ya que estoy a cargo de una PYME argentina dedicada a fabricar componentes y accesorios para la industria del gas. Las buenas prácticas ambientales y sociales que tenía la empresa desde sus inicios, no cambian la realidad de que era una industria de la vieja economía ¿Qué hacer?

El “primer paso” se dio casi mágicamente ya que en un encuentro Pedro Tarak, uno de los fundadores del movimiento global de Sistema B (movimiento que promueve las empresas de triple impacto) me convoca co-fundar Sistema B Argentina. El “segundo paso” fue certificarnos como Empresa B e iniciar así el hermoso “camino B” utilizando como herramienta de gestión del triple impacto a la “Evaluación de Impacto B”.

Entre otras cosas, estas son las políticas que adoptamos:

Cero Basura: una gestión integral de los residuos de la empresa con el objetivo de no sacar bolsas a la calle para que la recolección municipal las destine a un relleno sanitario. Estamos hoy gestionando tanto la fracción húmeda en un compost, los reciclables industriales por los canales comerciales, los reciclables de la empresa, como también los que aportan los hogares de los empleados, mediante el servicio de otra empresa B dedicada a poner en valor los RSU. De esa manera se cierra el círculo mágico en el que la “basura” genera oportunidades laborales para quienes no las tenían.

Cero energía neta: La empresa, después de reducir a un mínimo el consumo de energía eléctrica, decidió convertirse en “usuario generador” y montar en el techo de una de las naves un generador fotovoltaico que a lo largo del año genera la misma cantidad de energía que la empresa consume.

Cero emisiones netas: Pero para saldar la deuda de carbono desde el año 1970, alquilamos por 25 años seis hectáreas en la provincia de Misiones, que habían sido desmontadas, para que allí pueda regenerarse un cincuenta por ciento más de carbono, en forma de selva, que la empresa había emitido, emite y emitirá en los futuros veinticinco años.

Mirando hacia atrás, notamos que el camino hacia la nueva economía y la inserción en la nueva economía es un camino de ida porque ya nadie querrá volver. Sabemos hoy que detrás nuestro hay una gigantesca ola verde, frente a la cual podemos tomar dos actitudes: negarla al mejor estilo Trump o Bolsonaro y quedar seguramente arrollado por ella dentro de muy poco tiempo, o bien, aceptarla, montarse sobre ella y aprovechar la fuerza y la velocidad que tiene para proyectarnos hacia la nueva economía, un mundo más justo y equitativo y al mismo tiempo con la vocación de regenerar los ecosistemas que tanto han sufrido los embates de nuestra vieja economía.

* El autor es presidente del Directorio de Sistema B

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