En todo el mundo, cientos de miles de emprendimientos sociales trabajan con comunidades vulnerables y buscan soluciones innovadoras para enfrentar las problemáticas sociales y medioambientales más urgentes. Desde hace rato somos conscientes del gran impacto positivo (directo o indirecto) que generan en la vida de millones de personas; y por eso hay organizaciones en todo el mundo que trabajan de manera incisiva para apuntalarlos.
Quizás hoy es más evidente que nunca la importancia de este tipo de emprendedores: son quienes tienen una capacidad de respuesta casi inmediata a la crisis económica y sanitaria que estamos atravesando. Sin embargo, la pandemia también los puso contra las cuerdas y limitó su capacidad de conseguir apoyo financiero. De acuerdo al reporte anual de la Red Global de Inversiones de Impacto (GIIN), un 20% de estos inversores manifestó que tendría que reducir sus aportes.
Para apoyar a estos emprendimientos durante y después de la crisis, en abril el Foro Económico Mundial creó la Alianza para Emprendedores Sociales en Respuesta al COVID junto a decenas de organizaciones líderes globales. A través de esta alianza, se plantea una agenda para difundir la voz de los emprendedores sociales, coordinar la colaboración de diferentes sectores y apoyar el trabajo estratégico –e híper necesario– que este tipo de emprendimientos está realizando.
Para apoyar a estos emprendimientos durante y después de la crisis, en abril el Foro Económico Mundial creó la Alianza para Emprendedores Sociales en Respuesta al COVID junto a decenas de organizaciones líderes globales
La pregunta es qué le toca a quién y qué puede hacer cada actor, desde su lugar, para apoyar a este tipo de emprendimientos que están trabajando en la línea de fuego.
Si sos una organización del ecosistema, como ASEA, podés seguir ofreciendo la asistencia técnica para ayudar a este tipo de emprendimientos y ayudar a comunicar y visibilizar su trabajo dentro del ecosistema. Se trata de ofrecer propuestas adecuadas y centradas en las necesidades actuales de estos emprendedores, como programas nuevos y específicos. Un ejemplo es el encuentro Changemakers Unidos, que organizó Ashoka en septiembre para mostrar el esfuerzo colectivo de la región para apoyar emprendimientos sociales en América Latina frente a la crisis del COVID-19.
Si sos una empresa ya establecida y con trayectoria, trabajá desde tu cadena de valor para profundizar el apoyo a los emprendimientos sociales. Si podés, adelantá pagos -la Asociación de Emprendedores de Chile (ASECH), por ejemplo, impulsó la ley de pagos a 30 días-, sé más flexible con los contratos, conectalos con posibles fuentes de capital, apoyalos desde el voluntariado corporativo y asesoraralos en tu área de expertise en caso de que lo necesiten.
Si sos inversor o un fondo de inversión, podés ver de adaptar tus prioridades y empezar a considerar el impacto social como una métrica igual de importante que el retorno financiero. Pensá fuera de la caja, mirá más allá de tu portfolio actual, trabajá con una mayor tolerancia al riesgo y pensando en un repago a largo plazo. Incluso podés considerar ideas que en el pasado no hubieras tenido en cuenta y buscar nuevas oportunidades de colaboración y coinversión para garantizar que estos emprendimientos sociales cuenten con el capital que necesiten.
La agenda hace un llamado a los gobiernos. Los invita a dar un lugar en la mesa a los emprendedores sociales, incluirlos en la planificación de respuesta a la pandemia y ayudarlos a sobrevivir esta crisis
En este sentido, un ejemplo interesante e innovador es Delta, un modelo de financiamiento creado por Agora Partnerships junto a World Impact Foundation. Delta cambia radicalmente la manera en la que se suele apoyar a los emprendedores, porque implica que una ONG funcione como intermediario para seleccionar y acercar los fondos a los emprendedores de impacto. De esta manera, se robustece tanto el emprendedor como la organización y se ayuda a democratizar el acceso a capital.
Por último, la agenda hace un llamado a los gobiernos. Los invita a dar un lugar en la mesa a los emprendedores sociales, incluirlos en la planificación de respuesta a la pandemia y ayudarlos a sobrevivir esta crisis para que ellos, a su vez, puedan ayudar a las comunidades más afectadas. El capital del sector público sin duda puede actuar como catalizador para garantizar la continuidad del trabajo de estos emprendimientos.
Está en todos, inversores y fondos de inversión, empresas consolidadas, organizaciones del ecosistema y gobiernos, responder a este llamado. Un llamado concreto, accionable y convergente para promover el emprendimiento social y garantizar que estos agentes de cambio puedan seguir generando un impacto positivo en este contexto.
*El autor es codirector de la Asociación de Emprendedores de Latinoamérica (ASELA) y socio fundador de la Asociación de Emprendedores de Argentina (ASEA)
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