El gobierno nacional transita un camino difícil para ordenar las principales variables de la macroeconomía, en un país que ya lleva más de dos años y medio de recesión y ahora enfrenta las consecuencias impredecibles de la pandemia a escala planetaria. En este contexto, el rumbo general de la salida tiene que estar muy claro, para luego orientar cada política pública en esa dirección a partir de acuerdos con todos los sectores.
No hay dudas de que el eje rector de la salida tiene que ser la sustentabilidad. Desde hace décadas Argentina no logra encaminar un proyecto de desarrollo que se sostenga en el tiempo, que sea previsible y que permita planificar el crecimiento de los sectores productivos que pueden impulsar al país hacia el desarrollo.
Sobre ese eje es importante avanzar en dos direcciones paralelas pero complementarias, que se retroalimentan entre sí. La primera es potenciar a nuestro aparato productivo y apalancar a los sectores con una mirada federal para impulsar el valor agregado en el territorio. La segunda es traducir la solidaridad que tiene que regir en este tiempo en inclusión en el mercado laboral de los sectores que se desempeñan en la economía popular o en la informalidad.
Para el primer punto va a ser fundamental el trabajo en una reforma impositiva que busque por un lado premiar a la inversión productiva y por otro extender la actividad económica en todo el territorio. De manera acertada, el gobierno avanza en un programa de racionalización fiscal para reducir el déficit, que tuvo que incrementarse para asistir a empresas y personas fuertemente impactadas por la pandemia. Los cambios impositivos tienen que ser inteligentes y tener una visión de crecimiento para que la mayor parte de la reducción del déficit sobre PBI sea gracias a un crecimiento del producto. Allí es importante que haya un patrón general pero también una acción artesanal sobre cada sector y región que tenga en cuenta sus particularidades, su realidad coyuntural y su potencial estructural.
En un momento en el que persiste la incertidumbre sobre cómo será la nueva normalidad en virtud de que sigue la pandemia, la reactivación económica es muy heterogénea en términos de ritmos y velocidades. Una encuesta reciente del Centro de Estudios de la UIA da cuenta de estas diferencias al interior del sector industrial: seis de cada diez empresas siguen teniendo ventas por debajo de lo que eran hace un año.
La segunda gran orientación en la salida de la pandemia tiene que ser la paulatina pero constante formalización de los sectores de la economía popular. El Estado Nacional salió en ayuda de gran parte de estos sectores durante la pandemia, con el Ingreso Familiar de Emergencia y los créditos a tasa cero a monotributistas. También se creó el Registro Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (RENATEP), como primer paso para fortalecer políticas que ayuden a estos sectores a potenciar sus actividades a través de capacitación y asistencia técnica. Más de un millón de las seis millones de personas que se estima se desempeñan en la economía popular ya se inscribieron en el registro, que tiene como objetivo garantizar y ampliar los derechos de estos sectores.
El siguiente paso es el de hacer un puente entre la economía popular y el empleo formal a través de la legislación laboral. Hace una década que Argentina no genera empleo privado registrado, a causa del estancamiento estructural de nuestra economía pero también del muro que separa al sector formal del informal. Terminar gradualmente con esa grieta profunda requiere buscar soluciones creativas que combinen incentivos tributarios, legislación laboral y política fiscal, en acuerdo con los múltiples sectores involucrados.
La agenda de la nueva normalidad no es sencilla ni debe ser abordada con anteojeras ideológicas de ningún tipo, sino con pragmatismo y objetivos concretos y mensurables. El gobierno entiende estas problemáticas y cuenta con recursos políticos y técnicos para encararlas. El desafío es convocar a los actores y diseñar el plan de trabajo que encare el rumbo de la Argentina pospandemia en una dirección de crecimiento y desarrollo sostenible.
* El autor es directivo de la Unión Industrial Argentina (UIA)