La ciudadanía republicana y el rol de la oposición

La falsa dicotomía entre “halcones y palomas” es completamente funcional al kirchnerismo porque divide algo que es indivisible: la defensa de valores morales y republicanos, la esencia de un sector de la población

Guardar
(Leo Galletto)
(Leo Galletto)

El fallo de la Corte Suprema sobre el traslado de los jueces que entienden en casos de corrupción que involucran a CFK es un nuevo golpe sobre la confianza pública de un importante sector de la población. Más allá de tecnicismos, el fallo puede ser analizado desde pocas variables: atiende más a la política que al respeto por la Justicia, hay jueces que se desdicen o “reinterpretan” decisiones propias anteriores y, para colmo, fue anunciado cuando la prensa comenzaba a estar monopolizada por los resultados de la elección en Estados Unidos para así pasar lo más desapercibido posible. Sólo el presidente del cuerpo, Carlos Rosenkrantz, se ajustó al respeto por decisiones anteriores del mismo cuerpo. Dicho de otro modo, sólo Rosenkrantz priorizó la coherencia judicial por sobre la política.

El tema es muy espinoso porque la Corte representa un poder que debería funcionar como reaseguro cuando la política juguetea con las instituciones. Esto es aún más grave cuando se está configurando un mapa político en el cual hay un sector de la población cuya representación se menoscaba por la pérdida de institucionalidad y el accionar de la política.

En esta lógica se inscriben las polémicas sobre el rol de la oposición y los análisis que hacen mucho comentaristas mediáticos sobre la división entre “halcones y palomas”. Más allá de las simplificaciones semánticas, que muestran un pobrísimo nivel de análisis, hay una sensación que crece acerca de un sector de la oposición (palomas) que ha decidido resignar su rol. Al mismo tiempo, dejan de representar al único sector dinámico que tiene la política argentina: la ciudadanía republicana. Mediante su capacidad de movilización y de opinión en redes sociales, ese sector ha logrado instalar más temas que la oposición política, que se encuentra cada vez más inmersa un discurso de acompañamiento acrítico a un gobierno gris con fuertes componentes autoritarios. Existen en la oposición sectores dinámicos y que interpretan a ese sector de la población. Pero hay muchos sectores que coquetean con los artífices de la decadencia.

Hay un sector de la oposición que parece ensimismada en sus luchas internas y en intentos de diferenciación de sus discursos históricos y preceptos morales. El caso del apoyo a Daniel Rafecas como procurador es muy demostrativo de esa lógica. De manera destemplada, una parte de la oposición habló de apoyarlo traicionando convicciones, dado que Rafecas, entre otros hechos graves, no hizo lugar a la denuncia presentada por Nisman por encubrimiento de CFK a los responsables del ataque a la AMIA. ¿Qué logró aquel sector de la oposición con ese acto? Mostró una oposición claudicante, dio señales de conflicto interno e indignó a muchos ciudadanos que no votaron a este gobierno y que se sienten dejados a la deriva por representantes de la oposición. Por los demás, no obtuvo ningún beneficio, porque el oficialismo no da ninguna señal de reconocimiento a ese gesto, dado que CFK maneja el Senado y ella ni se notificó del tema. Pura pérdida para la oposición.

El debate público en la Argentina está obturado y se apoya en presupuestos falsos. Se denomina “halcones”, para desacreditarlos, a sectores que defienden la institucionalidad, que se plantan frente a los avances autoritarios y que están sufriendo una crisis económica que los ahoga. La falsa dicotomía entre “halcones y palomas” es completamente funcional al kirchnerismo porque divide algo que es indivisible: la defensa de valores morales y republicanos, la esencia de un sector de la población. Caracterizarlos de una manera equivocada es poner en un mismo plano a los que defienden esos buenos valores con los sectores que juegan su lucha interna siendo funcionales al oficialismo.

Todos los días hay ejemplos acerca de ese comportamiento. Esta semana la diputada de Juntos por el Cambio, Silvia Lospennato, habló sobre el aborto y dijo: “Macri no colaboró para que el proyecto saliera. Ahora hay una vicepresidenta que favorece el tratamiento”. Independientemente de la opinión que tenga cada uno sobre esa ley, es muy simple relatar los hechos tal cual sucedieron. En los ocho años en que CFK fue Presidente, nunca jamás se ocupó del proyecto. En los cuatro años de la presidencia de su marido, tampoco. En ambas presidencias, Alberto Fernández ocupó la jefatura de gabinete y tampoco se ocupó del tema. Durante la presidencia de Macri se envió el proyecto al Congreso. El Gobierno se portó de manera republicana: libertad de acción a sus legisladores y el resultado, como corresponde, lo decidió el Congreso. Los hechos son simples. Hay gente de Juntos por el Cambio que es completamente funcional al kirchnerismo. Por acción u omisión contribuyen a la construcción del relato K. El tema es que los votó gente que tiene un pensamiento democrático y que lucha permanentemente contra ese relato que, casi siempre, bastardea la verdad.

El dilema de la crisis de representatividad es gravísima. La mayoría de la población votó en contra de este gobierno. Esa gente no es defendida por las instituciones, como se vio en el fallo acomodaticio de la Corte. Tampoco es defendida por sectores de la oposición que se dedican a ser funcionales al kirchnerismo pese a que fueron votados para oponerse a esa fuerza política. El natural funcionamiento del sistema en la cual cada fuerza política representa a un sector que lo votó se está desdibujando cada vez más.

Las apelaciones al “fin de la grieta” van en el mismo sentido. Pretenden poner en un pie de igualdad a los que defienden las instituciones con los que las desprecien, a los que defienden la libertad con los que se la llevan por delante, a los que defienden la historia verdadera con los que construyen relatos falsos.

El fracaso del Gobierno en la gestión de la pandemia es producto de la mala praxis y del discurso único. No escucharon y no cuidaron la salud ni la economía. El desastre absoluto que representa que hayan tenido los colegios cerrados casi todo el año es un daño enorme para los chicos y para los padres que costará mucho recuperar. En Europa hay rebrote y se cierran algunas actividades, pero los colegios y guarderías siguen funcionando. Las mentiras del oficialismo justificando tener los colegios cerrados dan vergüenza ajena. Esos son los temas graves que es menester que la oposición ponga en la discusión, ya que afectan a los ciudadanos de manera directa. Mientras muchos políticos juegan a la interna hay ciudadanos que sufren.

El kirchnerismo siempre quiso instalar un discurso hegemónico que viene profundizando la decadencia. La oposición debe decidir si acompañará ese proceso de decadencia o si defenderá una agenda que represente a sus votantes. Los ciudadanos que vienen desarrollando una impecable labor republicana merecen algo mejor.

“Los lugares más oscuros del infierno están reservados para aquellos que mantienen su neutralidad en tiempos de crisis moral”. Dante Alighieri

Guardar