El mundo entero ha seguido las elecciones norteamericanas, su largo recuento y el triunfo de Joseph Biden ante a la testarudez de Donald Trump, que se resiste a aceptar la derrota.
En la Argentina la situación sigue siendo frágil para la industria y el campo. No hay todavía un plan económico que infunda esperanzas. Se espera una caída del PBI del 12% y una altísima desocupación para fin de año. La evolución del dólar no es historia cerrada: dependerá de muchas situaciones. El primer paso serán las decisiones que sugerirá (o impondrá) el Fondo Monetario Internacional, cuya llegada está prevista para el martes próximo.
Aunque sus funcionarios no lo manifiesten, vienen a poner condiciones para la devolución del enorme crédito otorgado a la Argentina durante el gobierno de Mauricio Macri y, en forma paralela, a comunicar si existe alguna posibilidad de nueva ayuda, más allá del pedido que dejarán ardiendo sobre la mesa: controlar rígidamente el gasto fiscal. Pedido que producirá en tiempos del pico de la pandemia y la amenaza de una segunda ola en los meses que vienen, hasta la llegada de alguna de las vacunas con buen respaldo científico.
A esto se suma otro interrogante: el gobierno prometió resolver la negociación con el Fondo para el próximo marzo. Para el FMI, la Argentina es un problema entre cientos de problemas, pues el mundo entero está exhausto por una parálisis masiva de la producción. Quizás sea este factor el que aumenta las preocupaciones del gobierno argentino sobre el nivel del gasto público. Par
Para el FMI, la Argentina es un problema entre cientos de problemas; el mundo entero está exhausto por una parálisis masiva
Miles y miles de empresas no podrían remontar la pendiente del desastre si el Estado no aporta a sus desempeños. La Casa Rosada informó en su momento que esa ayuda podría cortarse en el corto plazo. Se trata del Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP), creado en plena pandemia para dar alivio a diversos sectores de actividad.
Con esa herramienta el Estado se hacía cargo de parte de los sueldos de los trabajadores, asegurando que no habría despidos. Hasta ahora nadie sabe responder cómo se resolverá la relación con el FMI justo cuando cobra más vida el cepo cambiario y no se ha resuelto el pago de royalties al exterior o el giro de fondos a las casas centrales.
Pese a todo, los operadores financieros y los empresarios consideran que la Argentina, más allá de la baja del dólar blue, desde que el manejo de la situación quedó completamente en manos del ministro de Economía, Martín Guzman, sigue en un laberinto. El fracaso de las maniobras que dispuso en su momento el Banco Central movió aún más la especulación.
Verde que te quiero, verde
En dos meses de este año cuatro millones de argentinos compraron 200 dólares para serenar los miedos y la incertidumbre frente al futuro. Por todo esto cobró importancia la aprobación del Presupuesto Nacional 2021.
Pero ese Presupuesto es solo una hipótesis. No se sabe si las autoridades seguirán adelante con el Impuesto a la Riqueza, que recaería sobre 12.000 personas y afectaría, por ese medio, el capital de muchas empresas. Pero sí es seguro afirmar es que nadie querrá invertir en ese contexto. Esa mecánica ya se comprobó en el gran blanqueo anterior, por 100.000 millones.
El Presupuesto 2021 es solo una hipótesis. No se sabe silas autoridades seguirán adelante con el Impuesto a la Riqueza. Lo seguro es que nadie querrá invertir en ese contexto
Fue una mala experiencia. Hasta el Ministro de Economía se negó a traer al país sus declarados 4 millones de dólares. Sucedió lo mismo con funcionarios e importantes especialistas. Así que es seguro que si se aplica esa gabela aumentará la economía en negro.
Estas peripecias están aumentando la grieta entre oficialismo y oposición, y cada vez más al interior de ambas coaliciones. En las últimas semanas se evidenció una fractura ideológica dentro del oficialista Frente de Todos (previsible desde que llegó al poder) y otro abismo en la oposición de Juntos por el Cambio. Hay quienes quieren seguir la guerra contra sus “enemigos”; pero también otros que quieren consenso y achicar el tamaño de la grieta. Estos últimos no son pocos: hay un espacio del “peronismo republicano”; que Juntos por el Cambio intentará captar.
En una Argentina con taquicardia desde hace mucho tiempo, prever los tiempos que vendrán es materia complicada. Los Presupuestos nunca se cumplen, no sirven de radiografía del tiempo nuevo y con el paso de los meses, o circunstancias imprevistas, las cifras se distorsionan.
En materia de Política Exterior Alberto Fernández no termina de definirse ante el caso venezolano, ni cuáles serían sus socios en el nuevo continente, ni con quiénes podría asociarse la Argentina para ganar nuevos mercados. El presidente argentino no ha fijado aún fecha de encuentro con el Presidente del Uruguay Luis Lacalle Pou, que viene pidiendo la entrevista desde hace meses. Del mismo modo, Alberto Fernández ha quedado solo en el poder, a raíz de las diferencias que expuso Cristina Fernández. Tampoco logró eliminar la tensión con Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, más allá de las ideologías que representa cada uno
Con Estados Unidos hay una relación ausente, casi inexistente. A La Cámpora le interesa más lograr puentes comerciales y de distinto tipo con China y el presidente no se ha manifestado al respecto. Por cierto, el gobierno de EEUU no era una alternativa política atractiva. La falta de respeto de Trump hacia los votantes de su país por perder la elección muestra una grieta profundísima. Para no pocos norteamericanos, Trump es un Calígula, emperador romano de triste historia, señalando como comunistas a los demócratas que acompañan a Biden sólo para ganar los votos de los cubano-americanos del estado de Florida.
Con Trump los norteamericanos pudieron ver indiferencia a la injusticia social, amenazas de todo tipo, desprecio hacia el periodismo y adhesión al pensamiento del supremacismo blanco, más desinformación oficial y uso de fake news en las redes sociales.
El triunfo de Biden permite avizorar cuatro años signados por la pelea y el desprecio verbal de Trump hacia sus opositores. Y no hay que olvidar, además, que tiene respaldo en la mayoría de los jueces de la Corte Suprema, una instancia eventualmente decisiva.
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