Próximos al inicio de un nuevo ciclo de planeamiento para la defensa nacional, los militares argentinos nos disponemos a trazar una hoja de ruta de mediano y largo plazo con el objetivo de disponer de las capacidades militares que la Argentina requiere para mantener su entorno de paz y bienestar en este convulsionado siglo XXI.
Lo inédito del momento
Una fresca brisa de cola comienza a impulsar las velas de la defensa nacional. La reciente promulgación de la ley 27.565 (FONDEF), hecho de mayúsculo impacto en la vida militar contemporánea de la Nación, genera estabilidad a un horizonte de financiamiento que será destinado a recuperar, modernizar y/o incorporar la moderna tecnología que se requerirá en las próximas décadas para garantizar y salvaguardar los intereses vitales de la Nación.
Este instrumento, diseñado con visión estratégica, proporciona el marco para el desarrollo de una política de estado largamente esperada que respaldará como nunca los objetivos que fije el comandante en Jefe de las FFAA en su directiva política de defensa nacional que en los próximos meses activará la usina del planeamiento estratégico militar.
Un proceso sistemático que, orientado por el Ministerio de Defensa y coordinado por el Estado Mayor Conjunto establecerá con realismo las previsiones de empleo y de evolución en forma armónica y racional de las FFAA. Ello hará posible orientar el proceso de recuperación de las capacidades priorizando los programas de inversiones de largo plazo.
Y aquí reside una necesidad que es clave, un deber ser con el cual nos tenemos que reencontrar después de décadas de desinversión: invertimos en defensa no sólo para el empleo eficaz del instrumento militar, sino para instalar soberanía en el manejo de tecnología y evitar la dependencia externa.
Estamos preparados, actualizados y con una incipiente inquietud profesional. Listos para comenzar a diseñar una genuina estrategia militar nacional.
Nuestra política de defensa
Las Fuerzas Armadas se preparan día a día para cumplir con esa función primaria, que es la acción disuasiva y efectiva contra agresiones de origen estatal militar externo para la defensa de los intereses vitales de la Nación.
El contexto de incertidumbre global nos obliga a ser disuasivos. La capacidad disuasiva es prevención y la defensa no se compra a paquete cerrado cuando la amenaza es evidente. Para ese entonces, ya es tarde. Se construye mucho tiempo antes con planificación, desarrollo y adquisición de medios, elaboración de doctrina, adiestramiento, etc.
Por eso, nuestro instrumento militar debe estar en condiciones de combinar sus capacidades para realizar tareas en tiempos de paz, con capacidades que permitan anticipación estratégica, prevención, vigilancia, control de los espacios, comunicación estratégica y, en última instancia, capacidad de respuesta con una defensa activa.
No se trata de concebir un esquema de defensa basado sólo en lo clásico, sino de fortalecernos en aquellas capacidades que nos den una ventaja estratégica.
Poseemos un territorio extenso y diverso, con importantes ventajas en términos de paz vecinal pero, a la vez, con numerosas vulnerabilidades; con una inmensa cantidad de recursos naturales que escasearán en el futuro próximo en un mundo más poblado, desigual, contaminado y conflictivo, Debemos defendernos eficazmente, por eso estamos obligados a pensar diferente, diseñando una estrategia militar que responda a nuestros intereses y posibilidades.
Algunas ideas desde la pizarra de trabajo
Somos la octava extensión geográfica en el globo, con 10,5 millones de kilómetros cuadrados, con una geografía diversa que va desde la montaña en el norte y oeste hasta las estepas patagónicas en el sur, con una gran llanura en la zona central y una Mesopotamia con bañados y esteros en el este; un terreno surcado por gran cantidad de vías fluviales y accidentes orográficos y con un litoral marítimo que se proyecta hasta la Antártida. Todas estas características geográficas que definen nuestro territorio deben constituir una fortaleza para el diseño de una estrategia militar de defensa de los espacios soberanos.
Las lecciones de la historia militar, reafirmada en numerosos ejemplos contemporáneos, demuestran cómo el aprovechamiento de la geografía ha sido un aspecto decisivo en el devenir de un conflicto bélico. En nuestra propia historia, las grandes victorias militares de la independencia nos indican que el correcto uso de la geografía potenció las capacidades de fuerzas bien dispuestas que, empleadas contra vulnerabilidades críticas del enemigo, lograron afectar el centro de gravedad de su dispositivo, obligándolos en consecuencia a retirarse de nuestras tierras.
En esencia defender, desde la óptica militar, puede concebirse como restringir al máximo la capacidad de maniobra del oponente, someterlo a un constante nivel de desgaste que se traduzca en un costo inaceptable que lo haga desistir de sus objetivos.
En este contexto, el planeamiento estratégico requiere de un pensamiento creativo e innovador, que articule de manera sistémica esas capacidades que mencioné precedentemente, adecuadas al escenario de nuestra geografía.
Esta estrategia tiene dos principios necesarios que la distinguen: por un lado, la economía de fuerzas entendida como el uso racional de las capacidades disponibles y, por otro, el desarrollo de acciones militares con efectos multiplicadores de fuerza.
En síntesis, se trata de un empleo no lineal del instrumento militar, que no busca la destrucción física de la fuerza agresora sino un progresivo y constante desgaste que llevará a la paralización y posterior colapso moral.
Alertas en la paz para evitar el conflicto
Hablamos de una estrategia militar nacional que tenga como uno de sus pilares el aprovechamiento de nuestra geografía. Desde el punto de vista operacional, la defensa pensada sobre la base de la profundidad dispondrá de una mayor elasticidad y deberá ser una fortaleza a nuestro favor.
La implementación de esta estrategia militar conlleva un concepto de empleo activo de las FFAA en la paz, abocadas a la vigilancia y control de los espacios soberanos de jurisdicción terrestre, marítima, aeroespacial y cibernético, en forma permanente. Controlar los espacios no implica tener presencia permanente en todas las dimensiones en todo tiempo. Implica disponer de aquellas capacidades que permitan desarrollar las tareas de vigilancia y control previstas por el planeamiento, ya sea por presencia directa o el despliegue de distintos tipos de sensores y medios de alta tecnología que puedan detectar anomalías que generen alertas tempranas.
Así, el comando y control centralizado de la máxima instancia operacional conjunta dispondrá de la información necesaria, la que convenientemente procesada permitirá, en tiempo, asesorar correctamente para la toma de decisiones estratégicas de orden nacional.
Ese tiempo, considerado de preaviso, es el que otorgará la necesaria libertad de acción para el alerta y despliegue selectivo de elementos aéreos, navales y terrestres modulares e interoperables, posicionados en áreas críticas y otros de intervención rápida, los que, apoyados en un eficiente sistema de transporte estratégico, generarán un adecuado poder disuasivo.
La ciberdefensa, en este ambiente operacional, ejerce un rol decisivo. Su impacto en la conducción y empleo de medios militares es un componente más del campo de batalla moderno. Entendemos que la evolución de esta capacidad será uno de los grandes adelantos, de alto impacto en la estructura de las fuerzas armadas en este proceso que iniciamos.
La aplicación contundente del poder militar
Concebida como un conjunto de múltiples capas, llegará el turno de contener al adversario que continúe con sus propósitos. Aquellas fuerzas dispuestas inicialmente emplearán su potencial contra puntos críticos. Ello impone el diseño y desarrollo de capacidades que cubran la gama de distintos tipos de operaciones en función de su empleo. Estas capacidades deben brindar velocidad, flexibilidad, furtividad, adaptabilidad, entre otras.
En algún momento habrá una resistencia dura tendiente a quebrar la voluntad de lucha e iniciar la recuperación de los espacios, si fuera necesario. Se tratará de un núcleo de fuerzas preservadas para accionar con contundencia empleando gran poder de fuego a largas distancias desde plataformas terrestres y aéreas.
Flexibilidad en la conducción, versatilidad de las capacidades militares y profundidad en el sistema defensivo, son factores que dependerán del funcionamiento todo tiempo del sistema de vigilancia y control de los espacios.
Coherencia, transparencia, sustentabilidad y trazabilidad
Es hora de diseñar una estrategia militar nacional que no sólo conciba la acción militar conjunta como uno de sus pilares esenciales, sino que también defina los conceptos operativos concurrentes al logro del fin deseado.
La estrategia multicapas, defensiva en profundidad o elástica, se erigirá como guía del proceso de mediano y largo plazo que requiere la reconfiguración del instrumento militar.
Vivimos este tiempo con creciente optimismo. La defensa nacional ha ocupado un lugar prioritario en la agenda política, lo que nos hace sentir partícipes de nuestro tiempo y tomar los desafíos como una oportunidad para adecuar nuestras Fuerzas Armadas con visiones renovadas y listas para construir el comienzo del futuro de la defensa nacional, pensando en las décadas venideras.
Ese futuro depende de las acciones que tomemos hoy y somos responsables, desde nuestro rol, del país que entregaremos a nuestros hijos. Comenzamos en el área del Ministerio de Defensa a dar los primeros pasos firmes para lograrlo. El camino es largo y el esfuerzo grande para estar a la altura del compromiso.
Para ello basamos nuestras expectativas en cuatro conceptos. Coherencia para trazar los objetivos de evolución, transparencia para asegurar el ingreso a un ciclo virtuoso que soñamos, sustentabilidad en el tiempo para el cumplimiento de lo establecido por el FONDEF y trazabilidad en las inversiones para mantener el compromiso de los decisores políticos y los líderes militares que nos sucedan.
Como vemos, la tarea que desarrollamos es esencial. La defensa nacional es fundamental para las sociedades libres y soberanas.
El autor es director general de Planeamiento Estratégico del Estado Mayor Conjunto