Cristina Kirchner, Alberto Fernández y el fuego en una coalición que no puede dividirse

La Vicepresidenta se queja porque la hacen responsable de errores que son del Presidente. Máximo Kirchner, intendentes y gestión territorial: tensiones para definir el poder que viene

Cristina Kirchner y Alberto Fernández al ingresar al último acto que compartieron en Casa Rosada, por el anuncio de la deuda externa. (Presidencia)

Lo único que tienen claro los integrantes del Frente de Todos, los que son funcionarios, los que militan en los barrios populares, los que tienen un cargo legislativo y cada uno de los que fueron votados para alguna función, incluidos Alberto Fernández y Cristina Kirchner, es que no pueden dividirse. Cada vez que alguno creyó que podría hegemonizar el todo desde una parte, Néstor Kirchner en 2009 o su esposa en 2013, 2015 y 2017, fallaron. Tampoco pudo Sergio Massa, quien creyó posible llegar a la presidencia después de ganar al Frente para la Victoria en la provincia de Buenos Aires en 2013.

“Si los del frente se pelean, los devoran los de afuera”, dijo -parafraseando al Martín Fierro- quizás el dirigente más sabio del conurbano en un larguísimo diálogo que tuvo el viernes por la tarde con Infobae, después de participar de un insólito evento en Lomas de Zamora que le llevó varias horas decodificar.

Las tensiones se reflejaron claramente el 17 de octubre de 2020. REUTERS/Agustin Marcarian

Allí, en el Parque Municipal del segundo distrito más populoso de la tercera sección electoral, los intendentes le ponían nombre y apellido al Programa de Fortalecimiento de la Seguridad para el conurbano: le decían al Presidente que el plan era de ellos y le agradecían -¿tenía otra chance?- a Fernández por haberlo autorizado.

Claramente lo expresó así Martín Insaurralde. “Acudimos un grupo de intendentes a hablar con el Gobernador de nuestro un plan y ese plan tuvo una respuesta favorable y sensible de un presidente que rápidamente dijo ‘ahí vamos a estar para ayudar a cuidar a los vecinos y las vecinas’ y nos viniste a acompañar porque estamos implementando políticas que venimos soñando hace mucho tiempo".

Lo avalaban, frente al escenario, los intendentes Mayra Mendoza (Quilmes), Fernando Espinoza (La Matanza), Jorge Ferraresi (Avellaneda), Juan Zabaleta (Hurlingham), Mariano Cascallares (Almirante Brown), Blanca Canteros (Presidente Perón) y Alejandro Granados (Ezeiza), entre otros. Había varios funcionarios nacionales, el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, los ministros Eduardo “Wado” de Pedro y Gabriel Katopodis, también el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello y el secretario de Relaciones Parlamentarias, Fernando “Chino” Navarro, pero el acto era claramente de los intendentes.

Tanto que cerca de Insaurralde no quisieron darle demasiado crédito al Presidente en el anuncio que el intendente realizó el viernes sea del gobierno nacional. “Yo de la plata no hablaría porque, administrativamente, es larguísima la vuelta y para explicarlo te va a llevar dos párrafos de la nota. Es ese plan de seguridad, sí, pero es muy larga la vuelta porque va de Nación a Provincia, de Provincia al Municipio con muchísimos requisitos en el medio".

El acto fue al aire libre, pero igual la tensión se cortaba con un cuchillo. Es que en los ásperos territorios del conurbano se está librando una guerra sorda por la construcción del futuro. La agrupación hegemónica del Frente de Todos, La Cámpora, necesita asegurar varias intendencias para el 2023 si no quiere ser condicionada por los “barones”, que piden la derogación de una norma votada en el 2016, para habilitarles la reelección.

Tampoco el día que se realizó el anuncio del acuerdo con los bonistas no había un ánimo excelente entre ambos. (Presidencia)

Como su padre, Máximo Kirchner sabe que desde ahí se gobierna la Argentina o, por lo menos, se garantiza la gobernabilidad. Por eso es diputado por la provincia de Buenos Aires, aunque nació y vivió en Santa Cruz. Acreditó su calidad de bonaerense por tener residencia en la Quinta de Olivos, donde vivieron sus padres durante 12 años.

Ahora dedica muchas horas a recorrer distritos, y no para la foto. El jueves por la mañana, por ejemplo, no estaba en el recinto para dar el discurso de cierre para la aprobación del Presupuesto, sino en su despacho, monitoreando el desalojo de la ocupación en Guernica. Y necesita poner la mayor cantidad de intendentes propios en el 2023, frenando esa vocación de libre pensadores que tienen muchos de ellos, a quienes Néstor acusaba de haberlo traicionado.

Cristina había delegado la gestión territorial. “La conducción no la tenía nadie y la tenían todos, influía Julio (De Vido) con las obras y se gastaba plata del presupuesto para hacer asfaltos y bacheos que no se continuaban en el distrito de al lado, y todo era un caos”, explicó la fuente. Los intendentes entendieron, con la derrota, que tenían que hacer “planes” y trabajar “en equipo”, como decía María Eugenia Vidal, la enemiga más temida. Máximo vino a reparar esos errores.

Junto a él, toda La Cámpora se enfocó en el territorio, buscando dar soluciones a la demanda de la población real, no la que está en los relatos que ellos mismos habían construido. Volvieron mejores. Por eso Sergio Berni convive a sus anchas con esos jóvenes políticos, que lo respetan y lo dejan hacer. Saben que ellos no tienen alguien de ese perfil para resolver la demanda de orden, seguridad y control de la calle que él intenta asegurar, con un éxito que todavía tiene que demostrar.

Los movimientos sociales, que compiten con los intendentes en el territorio son los “sapos de otro pozo", aliados que hay aguantar. “¿Dónde vamos a ir?”, se preguntó un dirigente del FdT que está preocupado por las tensiones que genera su agrupamiento ante Cristina Kirchner y La Cámpora. “¿Querés que le toquemos el timbre a Patricia Bullrich? No creo que nos atienda”, disparó, un poco amargado por la falta de opciones. Y agregó: “Ellos (Máximo, Andrés Larroque, Wado) son conscientes de que no hay otro lugar para nosotros y lo único que pretenden es administrar el espacio, dejándonos vivir, pero decidiendo ellos”.

Mejores tiempos, el 10 de diciembre de 2019. (Luciano Gonzalez)

Estas son las piezas que tiene que hacer funcionar el Presidente de un modo que cada uno obtenga lo que considera imprescindible y se mantenga adentro, si no contento, por lo menos resignado a que -peor- sería el llano, como estuvieron durante cuatro años que en algún momento temieron que serían interminables.

Algo, sin embargo, inquieta de más a cada uno de los miembros del Frente de Todos, lo que incluye a Máximo. ¿Cómo va a seguir el vínculo entre Cristina y Alberto? “¿Ella le soltó la mano? ¿Se desentendió de lo que pase? ¿Cree que no hay condiciones objetivas de que él pueda sacar la gestión adelante?”, se preguntó en voz alta un legislador de la provincia de Buenos Aires.

Lo único que se pudo confirmar en las distintas tribus de Gobierno es que ella abrió el paraguas. No es la que toma decisiones y, peor, le molesta inconmensurablemente que la hagan responsable de decisiones como la intervención en Vicentin o el aval a las tomas. “Si la apurás, no está ni siquiera de acuerdo con la legalización del aborto; Cristina es mucho más conservadora de lo que puede aceptar públicamente”, explicaron.

-¿Entonces Alberto está a la izquierda de Cristina?, quiso saber Infobae.

-¿Cómo era eso que decía (Jaime) Durán Barba? ¿Que no hay más izquierda ni derecha? Cristina quiere que haya orden y que Alberto gobierne la diversidad interna sin generar más caos ni hacerla responsable a ella de sus errores. No es tan difícil, pero parece que él no la entiende.

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