Siguen las malas noticias para las FFAA

El Presupuesto 2021, en cuanto a la jurisdicción defensa, mantiene la misma lógica de los últimos 20 años

El Presupuesto de un país, su "ley de leyes¨, fija las prioridades anuales y da idea de las plurianuales de los sucesivos gobiernos, así como además señala el aval o rechazo de las fuerzas opositoras, a partir de su aprobación con o sin disidencias.

En este sentido, el Presupuesto 2021, en cuanto a la jurisdicción defensa, mantiene la misma lógica de los últimos 20 años. Esto significa que, desde aquella época, se lo colocó por debajo del 1% del PBI, y el descenso se profundizó con el correr de los años. En 2019, alcanzamos el 0,7% que se mantuvo este año y que bajará aún más en 2021, siendo uno de los más bajos del mundo. El promedio regional desde hace décadas oscila entre el 1,6/1,7 % del PBI.

La escasa prioridad otorgada a la defensa nacional adquiere particular relieve, si consideramos que los Programas con Perspectiva de Género recibirán 3,4% del PBI en el 2021.

Como una referencia ¨simbólica¨, basta mencionar que Argentina invierte en defensa menos de lo que EEUU le impuso a Japón como ¨castigo¨ (el 1% del PBI) luego de vencerlo en la Segunda Guerra Mundial. Aquí el castigo no viene de ningún otro país, es interno, es autoinfligido y está “naturalizado”. Único caso mundial.

Siendo uno de los diez países más grandes y ricos del planeta con una superficie legal y constitucional marítima y terrestre soberana, usurpada y pretendida de 10,5 millones de kilómetros cuadrados, con una inmensa cantidad y diversidad de recursos naturales que escasearán en el futuro próximo en un mundo más poblado, desigual, contaminado y conflictivo, esto resulta inexplicable y temerario.

En este sentido, es oportuno recordar lo expresado por el prestigioso Think Tank Henry Jackson del RUGB en enero del 2019, a propósito de un informe de capacidad geopolítica de los países integrantes del G20.

El reporte enfatiza, para el caso argentino, el deterioro del sistema de defensa nacional y el escaso peso específico que concita a la hora de la proyección geopolítica en el escenario internacional. Nos ubican dentro del grupo de ¨potencias locales¨, es decir aquellas naciones que no poseen o no han desarrollado una estructura que le permita desplegar instrumentos de poder tangible para zanjar diferendos geopolíticos o defender sus intereses nacionales. En otras palabras, un país que por default de su sistema de defensa ha perdido su capacidad de autodeterminación al no poder imponer condiciones en materia de política exterior.

El Presupuesto 2021 fue criticado por el Presidente de la Comisión de Defensa de Diputados y por el Vicepresidente de la misma Comisión del Senado, en un documento difundido hace pocos días titulado “Pierde la defensa, pierde el país” y en declaraciones periodísticas. Entre lo más saliente se resalta que si bien contempla un crecimiento nominal de los recursos de este año, representa una caída del 12,3% en valores constantes, considerando una inflación del 37,8% para 2020. “Lo que se agrega con el Fondo Nacional de Defensa (FONDEF) se quita del presupuesto”, estimó a grandes rasgos el diputado Carlos Fernández.

El FONDEF promete otorgar a partir del año que viene 30.000 millones de pesos para reequipamiento y busca revertir una desinversión estimada de 50.000 millones de dólares en los últimos 25 años. Recordemos que la Ley de Reestructuración de las FFAA aprobada en 1998 también preveía fondos para reequipamiento, pero no sólo nunca se puso en ejecución, sino que ni siquiera fue reglamentada.

El presupuesto 2021 prevé al dólar, para el mercado oficial en $81,4 para diciembre de este año y en $102,4 para fines de 2021, así como una inflación del 29%. Las consultoras privadas difieren mucho con estas cifras y sólo cabe mencionar que al 22 de octubre pasado el dólar oficial ya cotizaba a $83,7. Por lo tanto, sin entrar en demasiados detalles/pronósticos económicos, podemos calcular al FONDEF en una suma no superior a los 300 millones de dólares por año. Dicho de otra manera, a lo sumo unos 6 mil millones de dólares en el lapso de 20 años.

El FONDEF (aún no reglamentado ni colocado en el Presupuesto por haberse aprobado posteriormente) busca privilegiar la producción en Argentina y si hay que importar hacerlo con transferencia de tecnología. Buenas intenciones, que esperemos no choquen con las necesidades reales de las FFAA y con la “ineficiencia/costos” de muchas de las empresas estatales. Sólo recordemos al astillero Tandanor, tardando diez años y gastando casi 250 millones dólares para reparar el rompehielos Irizar incendiado en el 2007. Con ese dinero se podrían haber adquirido varios buques similares.

El mínimo presupuesto que se asigna desde hace años por razones que se explican sólo desde lo ideológico y el insuficiente Fondo de Defensa aprobado deberían sustentarse en una estrategia de defensa de mediano y largo plazo que los respalde. Como ocurre en Brasil y Chile. Argentina no la tiene y no parece interesada en tenerla. El país necesita invertir un piso de 10 mil millones de dólares en los próximos 10 años y llevar el porcentaje de la jurisdicción a un mínimo del 1,5% del PBI, que nos aproxime al promedio regional, si realmente se quiere reconstruir su sistema de defensa. El fiscal Di Lello en su crítico informe “El problema de la defensa nacional” del año 2018 coincide con dicho porcentaje.

La situación presupuestaria se agrava aún más porque se asignan todos los años partidas presupuestarias 40/50% inferiores a lo básico solicitado por las FFAA, lo que implica dinero para funcionar (adiestrar, pagar servicios, comer, mantener el material, etc.) sólo para seis meses. Luego se depende de la voluntad política para terminar el año con partidas presupuestarias adicionales. Así resulta imposible planificar absolutamente nada. Así a las FFAA se las mantiene en la incertidumbre permanente.

En el 2008, Lula firmó una ejemplar Estrategia de Defensa Nacional (END) con alcance hasta el 2030, obligando a todos los ministerios a consultarla antes de realizar sus respectivos planeamientos sectoriales. En ella se decidió invertir 25/30 mil millones de dólares en 22 años, esto es, 1.300 anuales en promedio, en infraestructura y modernización de equipos. Bolsonaro, en las antípodas ideológicas, la sigue cumpliendo. De hecho, dictó hace pocos días su política de defensa en sintonía con aquella END. Hoy Brasil invierte el 1,8% del PBI y busca llegar al 2% en el 2021. Acaba de inaugurar una base naval para construir cuatro submarinos convencionales y uno a propulsión nuclear para defender su Amazonia Azul (Mar Brasileño) por 6.500 millones de dólares. Argentina hoy no tiene submarinos en servicio.

Chile elaboró para el período 2012/24 una Estrategia Nacional de Seguridad y Defensa (ENSYD), previendo invertir entre 7/11 mil millones de dólares, o sea, 800 millones anuales en equipamiento. La viene cumpliendo con gobiernos de opuestos signos políticos. El presupuesto es del 1,8% del PBI. Hace pocas semanas, firmaron con EEUU un contrato por 640 millones de dólares para modernizar sus 44 aviones supersónicos F16 de 4ta generación. Argentina, mientras tanto, “regresa” al servicio aviones desprogramados o pretende extender la vida útil de la decena de subsónicos A4AR que aún quedan en servicio y fuera de él.

En suma, para las FFAA nada cambia y todo empeora desde hace años, esto es, un presupuesto exiguo, con el agravante de que su material es más obsoleto, la infraestructura de bases y cuarteles se deteriora aún más, su adiestramiento está cada vez más lejos de lo mínimo aceptable para operar y no sufrir accidentes y sus sueldos siguen siendo los más bajos de todos los uniformados federales del país. Cerca del 40% de sus integrantes se mantienen por debajo de la línea de pobreza. Un presupuesto entregado a cuentagotas a lo largo de un año, que no permite una adecuada planificación de las actividades educativas y operacionales dentro y fuera del país.

El Presupuesto 2021 confirma que la jurisdicción defensa continua sin prioridad. La premisa parece ser mantener crónicamente a las FFAA mal equipadas, adiestradas y pagas, incapaces de ser el brazo armado de la política exterior y de proteger los intereses nacionales. Han quedado expuestas las diferencias con dos países vecinos con verdaderas políticas de estado en esta área. Sólo resta pensar que nuestra clase dirigente ha decidido mantenernos como una potencia local insignificante, irrelevante hasta en el nivel regional, como expresan los británicos. Los costos que se pagarán en el futuro por esta decisión podrían ser muy altos y los sufrirán las generaciones venideras. Con este rumbo, hay un elevado porcentaje de posibilidades de que ellas no hereden la Argentina soberana actual y pretendida, y por la que tantos compatriotas dieron su vida. En política internacional, desde que el mundo es mundo, las naciones fuertes crean sus acontecimientos mientras que las débiles los sufren.

El autor fue director nacional de Planeamiento y Estrategia del Ministerio de Defensa