En marzo de este año falleció Alberto Alesina, profesor de Economía de Harvard, tal vez uno de los más destacados de un grupo de economistas italianos que alcanzaron posiciones académicas destacadas en Estados Unidos en los últimos años. Entre otras áreas, escribió sobre los “ciclos políticos” que afectan a la economía, un tema que interesaría en cualquier país y preocupa en el nuestro.
Pocos meses antes de su muerte, a los 63 años, publicó un artículo particularmente interesante para nuestro futuro sobre el impacto de las reformas estructurales en los resultados electorales (Alberto F. Alesina, Davide Furceri, Jonathan Ostry, Chris Papageorgiou y Dennis Quinn: Structural reforms and elections: evidence from a World-Wide new data set; NBER, WP 26720; enero 2020).
Obtuvieron datos de reformas estructurales en 90 países entre 1973 y 2014, 66 de los cuales son democracias. Las reformas incluyen cambios en la estructura económica local como también liberalización comercial y financiera respecto al resto del mundo. Muestran que desde fines de los años 1980 hubo una clara tendencia hacia la apertura y liberalización de las economías, particularmente en los años 80s en los países desarrollados y en China, por ejemplo, y en los 90s en países “en desarrollo” como India o algunos latinoamericanos. Esas liberalizaciones fueron más agresivas en Europa (desregulación financiera, cielos abiertos, etc.).
El político tiene una perspectiva que llega hasta la próxima elección, a lo sumo a la siguiente en la que espera ser reelecto y un remedio para dentro de cuatro años no lo motiva
Pero aquí viene lo que más nos interesa, el impacto político de las reformas. Las reformas “liberalizadoras” aceleran el crecimiento económico, lo cual es una buena noticia y confirma los argumentos de quienes las proponen, pero su efecto se hace evidente a los cuatro años en promedio. No es una buena noticia, teniendo en cuenta los incentivos a corto plazo de la política.
El político tiene una perspectiva que llega hasta la próxima elección, a lo sumo a la siguiente en la que espera ser reelecto y un remedio para dentro de cuatro años no lo motiva. Es probable que tenga que asumir el costo de corto plazo para que otro luego se lleve los laureles. Entonces no hace las reformas, y también termina fracasando, por supuesto, pero prefiere una política populista que, tal vez, le permita obtener un buen resultado en la próxima elección... y después veremos qué pasa.
Para Alesina, cuando las economías están cayendo las liberalizaciones son castigadas en las urnas; en cambio, cuando se hacen con la economía en expansión, son recompensadas
El estudio mencionado muestra que las reformas implementadas cuando la economía crece generan crecimiento adicional comparadas con las reformas que se hacen en períodos recesivos. Parece, y no extraña, que los votantes no captan que es necesario un cierto tiempo para que se obtengan resultados de las reformas. Si el gobernante lleva adelante una reforma liberalizadora en el año previo a la elección, va a ser castigado por los votantes, porque no ven que los resultados se toman su tiempo. El voto del partido gobernante cae si las reformas se llevan a cabo en el año electoral, pero podrían disiparse si se hacen justo después de la elección. Para nosotros, esto nos dice que nos olvidemos de reformas estructurales de acá hasta las elecciones de 2021, pero nos da una mínima esperanza de que ocurran después de esas elecciones.
Pero algo va en contra, incluso de esa alternativa. Para Alesina, cuando las economías están cayendo las liberalizaciones son castigadas en las urnas; en cambio, cuando se hacen con la economía en expansión, son recompensadas. Los votantes no llegan a comprender o diferenciar los efectos del ciclo económico y la reforma misma y castigan a un gobierno por las reformas realizadas en períodos de recesión. Esto no es una buena noticia para nosotros porque nos coloca en una encrucijada: los votantes castigan reformas en períodos de recesión, pero si no hacemos las reformas no podemos salir de la recesión. Atrapados sin salida.
La mayoría de las reformas ocurren durante recesiones, lo que es contraproducente desde el punto de vista electoral, pero muestra que las reformas son muchas veces impuestas por los hechos, a pesar de las encuestas
No obstante, para no perder todas las esperanzas, Alesina encuentra que la mayoría de las reformas ocurren durante recesiones, lo que es contraproducente desde el punto de vista electoral, pero muestra que las reformas son muchas veces impuestas por los hechos, a pesar de las encuestas.
Bueno, esto nos deja una oportunidad ya que aquí los hechos dicen mucho más que las palabras, el precio del dólar blue habla más que los discursos de funcionarios u opositores. Hacer las reformas puede generar rechazo electoral, y tendremos elecciones en 2021, pero no hacerlas puede generar un costo mayor todavía. Así es, los argentinos a veces votamos más con los dólares que con las boletas electorales.
El autor es profesor de Economía, UBA; Consejo Académico, Fundación Libertad y Progreso