Mucha gente preocupada

La fiesta del 17 resultó efímera. ¿Reconoce el oficialismo la gravedad del momento? Inquietud empresarial por la caída de las tres “C”

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(Presidencia)
(Presidencia)

Los sueños del 17 se evaporaron con el paso de una semana feroz. Los que trabajaron para recuperar a un Presidente empoderado tras ser ungido por los santos óleos de la liturgia pejotista sufrieron en estos días un nuevo desencanto.

La ceremonia del Día de la Lealtad, pensada por algunos para retemplar los ánimos de los que imaginaron que, llegados al poder, la unidad se impondría a la fractura expuesta de la casa peronista, no resultó. La purpurina de la celebración se escurrió bajo el rigor de una realidad apremiante que el Ejecutivo no logra reencausar. Hay mucha gente preocupada.

Los que pasan cerca de CFK la describen como enojada y distante. Se dice que desde hace días no habla con AF. Ella sufre a su manera, dicen, la incapacidad del Gobierno para resolver los problemas.

Obsesionada por su propia agenda, Cristina Fernández se mantiene alejada, el curso de la economía le quita el sueño. Tiene claro que si la situación no se revierte, la catástrofe se la llevará puesta. Con su posición judicial irresuelta, el tiempo y la velocidad de la crisis le juegan en contra. Lo sabe y, fiel a su estilo, lejos de entregarse, acelera.

En el Grupo Callao también se encienden luces de alerta. Varios de los miembros de esa mesa que reúne a los históricamente más cercanos a la intimidad Albertista han dejado trascender sus desvelos. Ven a AF sin capacidad de reacción, más atento a contentar a su Vice que a ocuparse de las cuestiones de fondo que están minando su gestión. Ella no le pide tanto, aseguran. Muchos errores reconocen su origen en una sobreactuación. Un dejarse llevar por la línea discursiva en tono de grieta. Una supuesta “zona de confort” de la que no logra salir.

En el Gabinete, jaqueado por los rumores de recambio, también se comparte un clima de desconcierto y desazón. Muy por lo bajo, admiten que el liderazgo del Jefe de Estado se fue esfumando y que conviven con la cotidiana sensación de que hay dos Albertos.

Los ministros reclaman poder retomar el control de la agenda, un inventario propio anclado en las urgencias de la gente, enfocado en las dos o tres cuestiones más urgentes. No basta la supuesta idoneidad personal del Jefe de Estado para remontarla, dicen. Se necesita un relato que unifique. Se preparan para respaldar en la adversidad al Presidente pero le reclaman que decida si quiere seguir jugando a ser el jefe de la movida K o si se aplica a superar la división. De esto se habla sottovoce en los pasillos de la Rosada.

El contexto no ayuda. Los electrones libres del kirchnerismo silvestre siguen produciendo situaciones mucho más pochocleras que una serie de Netflix. En la última entrega, una acaudalada heredera en rebeldía, despacha su conflicto al espacio público generando una saga mediática con ribetes propios del país Macondo.

Dolores Etchevehere reclama supuestos derechos patrimoniales, con la invalorable colaboración de Juan Grabois. Un centenar de seguidores del líder del Movimiento de Trabajadores Excluidos ocupa por la fuerza el campo de los Etchevehere para desarrollar el “Proyecto Artigas”, un emprendimiento de huertas populares.

La hermana del ex ministro de agricultura de Macri, que dice haber donado el 40% de lo que le corresponde al movimiento social, duerme en la propiedad usurpada rodeada de militantes que tomaron la estancia “Casa Nueva”, propiedad de la familia. Para darle sustento y justificación ética a la arremetida viraliza un video acusando a su parentela de todo tipo de prácticas corruptas.

Gabriela Carpineti, directora nacional de Promoción y fortalecimiento de Acceso a la Justicia, guarda el sueño a la heredera. La funcionaria-okupa dice estar allí pasando la noche en vela, para evitar violencia y porque “el Estado no es neutral y debe tomar parte”.

El campo ocupado en Entre Ríos @CampoMasCiudad
El campo ocupado en Entre Ríos @CampoMasCiudad

La grieta es funcional por izquierda y por derecha. Sirve tanto para un roto como para un descosido. El Estado Nacional enredado en un entuerto familiar por la disputa de derechos hereditarios. La Justicia no sabe y no contesta. No puede o no quiere.

Carpineti depende de la Ministra de Justicia, Marcela Losardo, a quien ahora se le ha encomendado sentarse a resolver la toma de tierras en Mascardi. Se decidió desplazar de tan sensible asunto a Sabina Frederic, tras una agresión a la Gobernadora Carreras que fue catalogada de brutal. El loteo horizontal de los ministerios amenaza hacer inviable el día a día de la gestión. Un cepo político tan dañino con la estampida del dólar.

“Toma de tierras hubo siempre” sostiene un Ministro que asegura que a diario se producen micro focos de tensión porque la presión de la demanda es muy fuerte en el primer y segundo cordón del Gran Buenos Aires. Lo que no se resuelve rápido no se resuelve más, reconoce el calificado interlocutor. Para muestra, basta Guernica.

La trifulca por las tierras pone sobre el tapete el sacrosanto derecho a la propiedad privada consagrado por la Constitución Nacional pero también suma desconfianza y descreimiento por la seguridad jurídica en un momento en que el país, que se ha quemado todas las cajas, necesita inversiones. Lo de siempre, todo tiene que ver con todo.

Preocupa la trepada del Blue que llegó esta semana a $195 pero también preocupa la escalada de los contagios. El número de muertos ya supera al escalofriante promedio por millón de habitantes que hasta aquí ostentaba Italia. El debate entre proteger la salud o la economía devino falaz.

El cruce de las emergencias potencia la tragedia. La Unión Argentina de Salud, que nuclea a clínicas, hospitales, obras sociales y servicios de urgencia, advirtió al Ministerio de Salud acerca del ajuste en el precio de los medicamentos del orden del 500%.

“Nos hemos encontrado con aumentos de hasta el 1100% en medicamentos que deben administrarse a pacientes COVID con síntomas graves”. El combo de drogas que demandan estos tratamientos “se ha disparado sin control alguno y muy por encima de cualquier parámetro razonable”, asegura el comunicado.

Los picos de las dos crisis confluyen cuando está terminando octubre.

La estrategia sanitaria solo demoró la tragedia. Es cierto que el sistema no colapsó en la región AMBA pero la semana termina con noticias de desborde en las terapias intensivas del interior. Río Negro y Neuquén al límite.

Últimos anuncios sobre la cuarentena
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Los datos estadísticos que sostuvieron las decisiones, filminas mediante, están todos puestos en duda. La web Our World in Data decidió excluir al país de las estadísticas globales. El argumento es contundente: no tienen calidad suficiente. Se trata de identificar dónde y en qué circunstancias murieron las 20.000 personas que no fueron reportadas desde unidades UTI. Ahora se sabe que sólo el 23% de las personas que fallecieron estuvo internado en una terapia intensiva de alta complejidad. En qué circunstancias perdió la vida el resto no está documentado en registro alguno.

En relación a la economía, preocupa que las decisiones que el Gobierno no logre tomar en tiempo y forma las tome el mercado de manera desordenada. El Ministro Martín Guzmán volvió a decir este viernes que no tiene pensado devaluar.

Desde los espacios más moderados de la oposición política se sigue el curso de los acontecimientos con precisa dedicación. También en estos sectores hay gente muy preocupada. Nadie tiene en claro cómo se va a salir de esta situación política a la que se califica de inédita pero se coincide en que frente a una disrupción en el sistema toda la clase política resultará dañada.

“De esta no se sale sin política y la política va a tener que proponer algo nuevo”, sostienen los más inquietos de la oposición. Admiten que ante la ausencia de liderazgos se están explorando alternativas heterodoxas. Algo colegiado, de corte generacional, con vasos comunicantes. Por ahí pasaría una salida en caso de disrupción política o institucional.

Los que analizan estos caminos dicen que para hacerlo sustentable debería estar Máximo Kirchner. Los representantes de estos sectores han mantenido encuentros informales con el vástago presidencial y reniegan de la idea de que hay una pugna entre dos proyectos de país. En tal caso admiten divergencias profundas en cuando a la idea del rol del Estado pero creen posible el diálogo en orden a obtener consensos.

La idea es acordar en torno a 5 ó 6 puntos básicos que toda la dirigencia debería estar dispuesta a traccionar. Rol del Estado, salida a la crisis del sistema previsional, reformulación de los vínculos laborales, recuperación de la Justicia y cierta coherencia en las relaciones internacionales. Piden mucho. Se proponen estar activos, comunicados y predispuestos.

Lo que ven es que, por el momento, el oficialismo no visualiza ni reconoce la gravedad del momento. No hay plena conciencia de lo que ocurre. No descartan que el deterioro sea por goteo, que se asiente esta idea de la crisis sustentable. Por el momento tampoco ven venir un disparador por colapso social. El entramado de protección social es muy consistente. Tampoco están dadas las condiciones para que se dispare una híper. Antes bien, la inseguridad puede ser un disparador.

Coinciden, incluso con referentes del oficialismo, en que la agenda judicial de CFK contamina todo.

“Hoy estamos más cerca de Venezuela que en 2015”, se los escucha decir pero se refieren sólo al panorama de la economía.

Desde Juntos por el Cambio prefieren pensar que desde el punto de vista institucional es impensable que nuestro país se venezualice. Lo ganado en este terreno durante el gobierno de Macri funciona como antídoto según el convencimiento de quienes ocupan este espacio dentro de la coalición opositora. Creen que la barrera de protección que el kirchnerismo ofrece al Gobierno de Maduro puede tener que ver con todo menos con lo ideológico.

En lo inmediato, sin el detonante de una crisis, ven venir un recambio ministerial. Un gabinete más “rasposo” imaginan, echando mano a terminología de tablón.

La idea de que Sergio Massa pase a ocupar el lugar del vapuleado Jefe de Gabinete está en todas las conversaciones. En cualquier caso, dudan de que la partida de Guzmán o de Cafiero baste para conjurar la crisis. El problema está más arriba y es de conducción.

Los empresarios centran sus desventuras en la caída de las tres C. Credibilidad, Confianza y Concertación. Sin recuperar estas tres variables nada parece posible.

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