A diferencia de las personas humanas, los países siguen existiendo después de llegado un estado crítico, como el que significa quedarse sin reservas netas en el Banco Central, porque se pierde un margen para controlar la situación cambiaria. Las opciones políticas se reducen entonces a elegir entre las que aparentemente son políticamente incorrectas (devaluación y caída del salario real) o insistir en controles destructivos para el empleo y la actividad económica.
Cuando las reservas se agotan, normalmente ocurren consecuencias políticas graves. Se puede apelar a ejemplos todavía vivos en la memoria de los mayores. En 1975, luego de la muerte de Juan Perón y mientras se desarrollaba la lucha armada contra la guerrilla apoyada desde Cuba, los dirigentes políticos y sindicales del peronismo se resistían a realizar un ajuste económico impopular. En esa indefinición, las reservas internacionales se agotaron a fines de 1975, el gobierno perdió el control del tipo de cambio y la inflación se descontroló. El 24 de Marzo de 1976 las fuerzas armadas ejecutan un golpe con el consenso implícito de toda la población, incluso con la aceptación de un partido peronista que deseaba que se lo aliviara de la responsabilidad de la represión de la guerrilla marxista y de hacer un ajuste económico impopular. Ya en ese momento, en los doce meses que habían corrido entre marzo de 1975 y marzo de 1976, el valor del dólar se había multiplicado por 20, el nivel de precios se había multiplicado por 8 y el salario real había bajado a la mitad de lo que era dos años antes.
En los doce meses que habían corrido entre marzo de 1975 y marzo de 1976, el valor del dólar se había multiplicado por 20, el nivel de precios se había multiplicado por 8 y el salario real había bajado a la mitad
Otra experiencia similar fue la del gobierno de Raúl Alfonsín en 1989. El programa Austral lanzado en 1986 fracasa pues estaba meramente sustentado en controles artificiales de precios mientras los desequilibrios fiscales y monetarios se acumulaban y llevaron a una pérdida creciente de reservas internacionales hasta que éstas se agotan a principios de 1989. El precio del dólar y la inflación se descontrolan y Alfonsín debe negociar una salida del poder anticipada en 5 meses. Entre Julio de 1988 y Julio de 1989, el valor del dólar comercial, ya incontrolable por la ausencia de reservas, se multiplicó por 50 veces y el nivel de precios se multiplicó por 32 veces.
En la crisis de diciembre de 2001, que también alcanza su climax por el agotamiento de las reservas internacionales, se intenta evitar la devaluación con un corralito de depósitos. Una falsa solución, cuya contrapartida no podría ser otra que una recesión extraordinaria y una nueva estafa al ahorrista. Una vez cerrados, los bancos no podrían abrirse sin reservas para poder devolver los dólares. La inevitable devaluación del peso en este caso la tuvo que hacer el nuevo gobierno.
Crisis repetidas
Las tres grandes crisis argentinas terminaron con grandes devaluaciones y enorme caída del salario real. También terminaron en cambios políticos importantes, el primero con un golpe militar civilmente consentido, el de Alfonsín con un traspaso anticipado del poder y el de De la Rúa con saqueos y una suerte de golpe civil.
Las tres grandes crisis argentinas terminaron con grandes devaluaciones y enorme caída del salario real. También terminaron en cambios políticos importantes
Pero ¿son estos ejemplos inescapables de lo que ocurrirá en Argentina en los próximos meses? De ninguna manera, pensemos en el caso de Venezuela, que ya hace mucho tiempo agotó sus reservas y ha sobrevivido políticamente haciendo las cosas cada vez peor, por supuesto que apoyado por un ejército chavista sin el cual no podría sobrevivir.
Análogamente, el Gobierno puede optar tozudamente por controles crecientes que lleven a mayor destrucción económica, mayor pobreza y a la emigración de los que pueden hacerlo. En ese camino puede ser necesario que decrete un corralito para los depósitos en dólares. Cuando se consuman los encajes de esos depósitos, dejará de proveer dólares para servir la deuda privada. Luego racionará crecientemente los dólares para importaciones.
Con la brecha cambiaria volando, el afán de “proteger la mesa de los argentinos” y “de defender al mercado interno” será una meta que se aleja cada vez más. El dólar marginal será la única referencia válida para los precios internos, ya que los dólares comerciales serán cada vez menos relevantes.
Con la brecha cambiaria volando, el afán de “proteger la mesa de los argentinos” y “de defender al mercado interno” será una meta que se aleja cada vez más
Lo que dificulta un pronóstico de salida de esta crisis, es la naturaleza de la coalición gobernante. No hay que olvidar que es una alianza de conveniencia entre ex montoneros y simpatizantes y defensores de la patria sindical, que se mataban a tiros en los 70′. Que en esa alianza, la mayoría de los votos los tiene Cristina Fernández de Kirchner. Que una perspectiva de derrota electoral en 2021 puede generar tensiones internas terminales; y si a ese punto se llega, es muy probable que la disputa se resuelva a favor de Cristina Fernández de Kirchner, sea porque el presidente Alberto Fernández se alinea totalmente, porque renuncia o porque es renunciado.
La conclusión entonces es que una salida como la de las anteriores mega crisis, con una gran devaluación de un dólar unificado y una caída adicional del salario real, se evitará en el corto plazo y mientras tanto se insistirá en reforzar los controles. El objetivo del Gobierno sería evitar una caída del salario que lleve a una derrota electoral en 2021. ¿Alcanzará esta estrategia para llegar a las elecciones?
Para llegar será necesario que el FMI saque de la galera una línea de créditos. O que los chinos se decidan a transformar los swaps de yuanes en dólares, demandando quizás alguna garantía real. Para ambas alternativas, sería conveniente para el Gobierno (aunque quizás no suficiente) que Joe Biden gane las elecciones en EE.UU el 3 de Noviembre.
El autor es economista egresado de la Universidad Nacional de La Plata, master en Economía por la Universidad de Chicago, y profesor de Finanzas Públicas en la Universidad del CEMA; además de miembro del Consejo Académico de FIEL
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