El juez Rosenkrantz y “Los locos Adams”

El Presidente de la Corte tiene la rara peculiaridad de hacer que kirchnerismo y antikirchnerismo unan sus fuerzas en contra de la aplicación de las reglas del Estado de derecho

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Carlos Rosenkrantz, presidente de la
Carlos Rosenkrantz, presidente de la Corte Suprema de Justicia

Hay una escena en la película de Los locos Adams en la que Tully le dice a Homero que el Tío Lucas era “amable con los animales y muy bueno con los niños”, a lo cual Homero le responde aliviado: “No pudieron probar nada”.

Esta escena representa bastante vívidamente la situación actual del presidente de la Corte Suprema, Carlos Rosenkrantz, a juzgar por el pedido de juicio político presentado por la diputada Vanesa Siley, que además integra el Consejo de la Magistratura por parte del oficialismo y por la reacción del blog “Prisionero en Argentina” —en el cual se suelen tratar causas por lesa humanidad—que acusa al juez Rosenkrantz de dar “un golpe de timón y ahora demuestra estar dispuesto a hacer mérito con quienes, luchan por los derechos humanos (de algunos), en Argentina”.

Según la diputada Siley, la convalidación por parte de Rosenkrantz en el fallo “Muiña” de garantías penales que figuran tanto en el derecho nacional como en el internacional —este último incorporado por el derecho nacional conforme a lo que dicta la Constitución— y el rechazo de una ley penal retroactiva en el fallo “Batalla” —rechazo que se sigue estrictamente, otra vez, de la Constitución Nacional y de los tratados internacionales convalidados según la misma Constitución— denotan “una firme postura ideológica… que es contraria a las leyes, la Constitución Nacional y los pilares fundamentales del Estado de Derecho”.

“Prisionero en Argentina”, por su parte, acusa a Rosenkrantz de “agilizar los juicios por ‘lesa humanidad’” y de convocar “para el próximo jueves ocho, a la Comisión para la Coordinación y Agilización de Causas por Delitos de Lesa Humanidad, conocida como Comisión Inter poderes”.

Tanto la diputada kirchnerista como “Prisionero en Argentina”, entonces, acusan a Rosenkrantz de ser bueno con los niños, es decir, de cumplir con el derecho vigente en Argentina, según el cual todos los seres humanos tienen derechos humanos, lo cual incluye a los acusados y condenados por delitos de lesa humanidad, en la medida que se trate de seres humanos. Asimismo, como presidente de la Corte, la tarea de Rosenkrantz consiste en agilizar los juicios, aunque siempre respetando los derechos humanos, no yendo en contra de ellos.

En realidad, es mucho más grave la posición de la diputada kirchnerista, ya que en su caso se trata de una representante del Estado, tanto en su carácter como diputada como en su carácter de miembro del Consejo de la Magistratura, mientras que el blog, por suerte, representa la opinión de algunos particulares antikirchneristas.

El juez Rosenkrantz, entonces, tiene esta rara peculiaridad de hacer que, como se suele decir en inglés, extraños compañeros de cama como el kirchnerismo y antikirchnerismo unan sus fuerzas en contra de la aplicación de las reglas del Estado de derecho. Ciertamente, esto no es garantía de que Rosenkrantz sea infalible (ya sabemos que el que quiere una garantía se tiene que comprar una tostadora), pero quizás indique que Rosenkrantz marcha por el camino correcto.

Este artículo fue publicado originalmente en el blog La causa de Catón

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