Hace décadas que los argentinos, desde que se abandonó la racionalidad y el sentido común para conducir y administrar al país, la economía con prisa y sin pausas sufrió y sufre sucesivas crisis en el que la vedette de este trágico y diabólico sainete es el tipo de cambio
Todos y todas, todos los días se preguntan ¿Cuánto vale el dólar? Funcionarios, economistas, políticos, periodistas viven haciendo cálculos, pronósticos y elucubraciones económicas, políticas y matemáticas de cuanto debe valer y valdrá la divisa.
Haciendo abstracción a un estudio económico-financiero sobre el dólar ya que no es el propósito de esta nota, porque los hay y muy buenos, sí hacer el razonamiento que cualquier ciudadano común sin necesidad de conocer de economía puede hacer.
El dólar en la Argentina históricamente tiene un valor simbólico, real y práctico porque simplemente es un activo de refugio, de reserva. ¿Cómo evalúa cada uno ese refugio?, depende de las circunstancias, el momento, las necesidades y la evaluación personal.
El dólar en la Argentina históricamente tiene un valor simbólico, real y práctico porque simplemente es un activo de refugio, de reserva
No se necesita pensar mucho o estar informado para saber que lo único que no hay son los dólares y lo único que todos quieren son dólares, no pesos, ¿Por qué? Porque con los dólares se protegen los ahorros de los desatinos de quienes gobiernan, entonces por simple razonamiento y sentido común es lógico que cada día valga más ya que simultáneamente todos los días se producen hechos que atentan contra la economía y en consecuencia en el bolsillo personal.
Interrogantes que alimentan la incertidumbre
Para pronosticar el valor futuro del dólar basta preguntarse:
¿Se tiene confianza en la situación política y económica?
¿Hay un plan económico-social o se va corriendo detrás de los problemas?
¿Vienen empresas del exterior a radicarse en el país o por el contrario las que están emigran?
¿Se producen más o menos bienes?
¿Hay más empresas exitosas o más quebradas, más empleo o el desempleo es creciente, baja o sube la pobreza?
¿Existe una política exterior coherente y sensata o es errática e imprudente?
¿Existe una justicia ética, honrada, previsible y equitativa o se acomoda a los intereses de los más poderosos; se castiga a los corruptos o se hacen componendas político-judiciales para exculparlos?
¿La seguridad tranquiliza o se vive angustiado por lo desprotección ante el constante aumento del delito?
Así se podría continuar hasta el infinito, en definitiva: ¿Se está conforme como nos va, se sabe cuál es el futuro de la Argentina, es previsible?
Entonces luego de dar respuesta a todos estos interrogantes hay que dejar de hacer pronósticos de cuánto va a valer el dólar a fin de año o el año que viene, porque 100 días para un argentino es una eternidad; la situación cada día se agrava más, es más dramática, sombría y calamitosa.
La solución está en cada uno: exigir a quienes gobiernan a que, como dicen los chicos, “se pongan las pilas” y administren con honradez e idoneidad; que cumplan con lo que establece la Constitución Nacional a la que juraron cumplir, porque esta vez no va ser Dios quien los juzgue sino la ira del pueblo, que respeten y hagan respetar las leyes escritas y morales que toda sociedad civilizada practica, recién en ese momento se perderá el interés por el dólar porque los pesos volverán a ser confiables.
La solución está en cada uno: exigir a quienes gobiernan a que, como dicen los chicos, “se pongan las pilas” y administren con honradez e idoneidad; que cumplan con lo que establece la Constitución Nacional a la que juraron cumplir
Los tiempos se acaban, el descontento se acrecienta, la pobreza se multiplica, la crisis embiste y arrolla, paralelamente la pandemia del COVID-19 castiga con toda dureza con la muerte, en la salud física y mental, en la educación de los niños y jóvenes y en la destrucción de la economía.
Pero en el mientras tanto ¡aleluya!!! el Presidente dice que ahora se podrá pagar la peluquería en 12 cuotas ¡Por favor! ¿Qué espera el Presidente? ¡La ira del Pueblo!
El autor es Presidente IADER (Instituto Argentino para el Desarrollo de las Economías Regionales)
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