Las restricciones cambiarias, el eterno deporte nacional de los políticos

Argentina pareciera no entender que los controles cambiarios nunca funcionaron. Además, la medida terminará agravando aún más la situación

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EFE / Cristina Terceiro
EFE / Cristina Terceiro

El mercado cambiario crujía hace rato y era evidente que alguna medida se iba a tener que tomar. El problema es que la medida terminará agravando aún más la situación. Finalmente llegó el súper cepo y más intervenciones, “receta” vieja y conocida que parece haberse transformado en el eterno deporte nacional de los políticos. Lamentablemente, Argentina pareciera no entender que los controles cambiarios nunca funcionaron. El país ha vivido más de 20 controles cambiarios y ninguno ha sido exitoso. No existe ninguna razón para creer que este pudiera ser la excepción. El escaso nivel de las reservas internacionales es la misma prueba de esto. Pero claro, en Argentina siempre se preocupan por los dólares que se van y nunca se preguntan por qué los dólares no vienen, que sería parte de la solución.

El conjunto de baterías adoptadas por el BCRA no hace más que poner en evidencia la situación crítica que atraviesa la entidad. Con la recarga adicional del 35% para la compra del dólar ahorro, ahora este se ubica en torno a los $138 por dólar. Vale la pena recordar que cuando asumió el poder Alberto Fernández, el dólar se ubicaba en $62,7 y en tan sólo nueve meses ha más que duplicado su valor. En otras palabras, enorme devaluación encubierta.

También preocupa que se pretenda solucionar la crisis cambiaria con mayores intervenciones en los dólares paralelos, incrementando el parking a 15 días para la compra de títulos en pesos y dificultando el acceso al dólar contado con liquidación para no residentes. Este último punto es un incentivo para que otras personas no traigan sus capitales, que casualmente es lo que escasea en Argentina. O más grave aún, que las empresas sólo puedan acceder al 40% de los fondos para hacer frente al pago de deuda en moneda extranjera. Medidas que dificulta aún más la delicada situación de las Pymes, como si la carga tributaria, la litigiosidad laboral y la excesiva burocracia no les traería suficientes problemas. Cada vez son más las razones para no invertir en un país que adopta este tipo de medidas.

Desde luego que esto generará una gran presión en el dólar paralelo informal (el blue), que deberá captar toda la demanda por ser el único no intervenido y su precio tenderá a subir. Esta historia el país ya la ha vivido en contadas ocasiones y una vez más, termina con devaluación del dólar oficial.

El camino que está eligiendo el Gobierno no es de normalizar la economía, sino el de profundizar los controles y las restricciones que tantas veces han fracasado. Ninguna de estas medidas será una solución en el largo plazo y mientras el tiempo pasa, la situación se agrava. La elección de combatir el capital nunca funcionó para solucionar los problemas estructurales. El verdadero desafío consiste en restaurar la confianza. Y el acuerdo logrado con los acreedores era un buen primer paso en esta dirección. Un acuerdo exitoso con el FMI y alguna reforma estructural hubieran sido las señales ideales para comenzar a recuperar la confianza en lugar de incrementar las restricciones.

* El autor es Economista Jefe de la Fundación Libertad y Progreso

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