Con más impuestos no se arregla el problema cambiario

Para “proteger las reservas” el Central utiliza el peor de los mecanismos posibles, las prohibiciones y la multiplicación de tributos

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Fachada del Banco Central de
Fachada del Banco Central de la República Argentina (BCRA) (REUTERS/Agustin Marcarian)

En medio de la confusión cambiaria que reina en la Argentina el Banco Central vuelve a lanzar un conjunto de medidas tendientes a cuidar la poca agua que queda en el abrevadero.

Y para “proteger las reservas” utiliza el peor de los mecanismos posibles, las prohibiciones y la multiplicación de impuestos.

En esta oportunidad la restricción tiene formato de impuesto a través de los mecanismos de retenciones y percepciones de impuestos a las ganancias y a los bienes personales.

Argentina tiene 167 impuestos y 100 mecanismos de préstamos forzados y anticipados. Coquetamente el Estado prefiere llamarlo “retenciones y percepciones”. No es otra cosa que un anticipo forzado. “Prestame plata o te meto preso”. Definitivamente, reñido con la constitucionalidad y el estado de derecho.

Con esta medida pretenden disminuir la compra de dólares por pagos con tarjeta de crédito y además encarecer el “dólar ahorro”.

No faltan dólares, falta exportaciones y faltan exportaciones porque no producimos. Tenemos que buscar las causas por las cuales no producimos

Por otra parte el BCRA pretende que las empresas forzosamente reprogramen sus deudas con el exterior, con los riesgos en materia de financiamiento de importaciones de insumos y materias primas que ello significa. En breve aumentarán los precios locales de todo lo necesario para producir. Torpeza en grado supino.

Todo parte de un diagnóstico equivocado. No existe tal cosa como escasez de dólares. No faltan dólares en la economía. Al contrario, en el mundo sobran. Hay 7500 millones de individuos en el mundo que trocarán gustosos sus dólares por productos argentinos. No faltan dólares, falta exportaciones y faltan exportaciones porque no producimos. Tenemos que buscar las causas por las cuales no producimos.

Argentina no produce porque no hay máquina en el mundo que pueda transformar materia con un Estado enorme e inútil generando peso muerto en la línea de producción. Todavía la “soportadora de elefantes” no se ha inventado.

Las empresas en la argentina soportan cuatro mochilas que la tienen postradas:

- 165 impuestos y 100 mecanismos de cobro forzado y anticipado.

- Una maraña regulatoria, exacerbada con el pretexto de la pandemia.

- Una regulación laboral que prohíbe la creación de empleo.

- Un peso financiero generado por la voracidad fiscal que se comió a los bancos.

El BCRA pretende que las empresas forzosamente reprogramen sus deudas con el exterior, con los riesgos en materia de financiamiento de importaciones de insumos y materias primas que ello significa. En breve aumentarán los precios locales de todo lo necesario para producir

Ese es el real motivo por el cual los ciudadanos refugian su esfuerzo en moneda fuerte. Nadie huye. Refugian. Cuidan. Protegen el esfuerzo, el cansancio, los sueños de la voracidad estatal. Nada más ético y moral que proteger un ahorro.

El BCRA con estas medidas atenta contra el esfuerzo de los argentinos.

No tiene sentido proteger las gotas de un abrevadero. Hay que llenarlo de agua. Las reservas no se cuidan, se llenan. Y las llena el trabajo, la producción y las exportaciones.

El modelo de aplastar empresas con mochilas inviables, prohibir la creación de empleo, perseguir ahorristas, forzar rupturas de contratos, no hace otra cosa que hacer más atractiva la demanda de la moneda que por motivos no casuales los argentinos hemos elegido. Podemos llenar las reservas de dólares si nos sacan las mochilas y nos permiten producir libremente.

Las reservas no se cuidan, se llenan. Y las llena el trabajo, la producción y las exportaciones

El Estado pretende que en nuestras manos no haya monedas sino una base imponible para poder saquear y confiscar con el impuesto inflacionario.

Los argentinos preferimos cuidarnos y cuidar nuestro esfuerzo. Por eso demandamos dólares, no pesos.

El autor es empresario pyme y economista. Colaborador en la Fundación Libertad y Progreso

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