Por la falta de dólares los gobiernos argentinos imponen controles de cambio, trabas e impuestos distorsivos. También diseñan medidas para ahorrar insumos de divisas. Mi libro nuevo “Por un País más Justo y Floreciente” expone que nuestros gobiernos frustran a la población. Efectúan gastos, inversiones, créditos, diferentes de los demandados. Exceso de gastos y remuneraciones en el Estado y sectores favorecidos.
La brecha entre los deseos concretos de la gente y los gastos estatales excesivos resulta en la escasez de dólares. Pues la población actúa. Compra, paga, vende, cobra, los bienes, activos, base monetaria, monedas extranjeras, que desea a quien los suministre, en las condiciones, precios, etc. fijadas, pactadas, según corresponda.
Cuando los funcionarios fuerzan la provisión de bienes y activos no demandados, deben imponer tributos suficientes para conseguir los pagos o los créditos suficientes. Consecuencia: las decisiones del Estado requieren fondos, créditos e impuestos, para afrontar gastos diferentes de los deseados por la gente. De lo contrario, la gente no convalida el financiamiento deseado por los funcionarios y los vuelca al exterior, adquiriendo divisas o a otras finalidades.
La brecha entre los deseos concretos de la gente y los gastos estatales excesivos resulta en la escasez de dólares. Pues la población actúa. Compra, paga, vende, cobra, los bienes, activos, base monetaria, monedas extranjeras, que desea a quien los suministre, en las condiciones, precios, etc. fijadas, pactadas
La solución de “la falta de dólares” comienza acordando programas y financiamientos convalidados por la población. Eliminando regulaciones distorsivas que entorpecen las actividades productivas y hacen al país poco competitivos. Disponiendo los gastos los realicen las personas particulares y/o entes que mejor puedan satisfacer las necesidades individuales del conjunto. Acordando los fondeos para equilibrar las cuentas.
Los exportadores intentarían vender más productos al exterior si consiguieran obtener mejores precios y condiciones. Que los gobernantes podrían conceder reduciendo las trabas redundantes, derechos comerciales, diferencias cambiarias, etc. Si bien los mayores precios cobrados por los exportadores elevarían los precios internos, las menores vallas comerciales, impuestos a importaciones, también disminuirían los costos de insumos y otros. Ambos movimientos liberadores del comercio impulsarían las producciones de bienes, servicios y la ocupación productiva de la gente en el país.
La debilidad de los derechos de propiedad es otro aliciente a la salida de capitales y acentúa la falta de divisas.
En efecto, la “falta de dólares” revela la desatención a las demandas de la comunidad. Una falla de la política que debiera velar por los intereses individuales del conjunto. El sistema institucional es quien debiera resolver esos conflictos entre oferentes y demandantes, desarrolla mi nuevo libro “Por un País más Justo y Floreciente”. Las naciones que más crecen y las más prósperas no sienten escasez de dólares porque deciden atender mejor las necesidades individuales de la sociedad. Incluso en el vecindario sudamericano, los países no sufren escasez de dólares. Su gente puede comprarlos cuando quiera en igualdad de condiciones. En la Argentina, la misma variedad de tipos de cambio e impuestos al comercio expone el conflicto de las miradas y poder de los sectores en las regulaciones.
Justicia de las reglas que rigen los comportamientos y actividades nutren los ingresos y bienestar de las naciones dinámicas. Justicia no es la sostenida por una facción generadora de conflictos. Justicia significa normas iguales para todos los ciudadanos y residentes, acordadas reconociendo sus intereses diferentes. Consensos generales propios de las repúblicas democráticas.
¿Cómo no van a faltar dólares cuando se subsidian actividades preferidas por los gobiernos, con dólares más baratos que los disponibles para la gente de a pie y se castiga con derechos de exportación, trabas cambiarias y otras vallas a quienes pueden exportar y generar actividades productivas? ¡No nos sorprendamos que la pobreza aumente!
El libro citado detalla los protocolos que nos ahogan y empobrecen. En los últimos 40 años, el ingreso promedio de cada habitante cayó a más de la mitad, en dólares de igual poder adquisitivo. En el continente, sólo Venezuela declinó más. Lo peor es que si no cambiamos nuestras regulaciones, seguiremos cuesta abajo en la rodada.
En los últimos 40 años, el ingreso promedio de cada habitante cayó a más de la mitad, en dólares de igual poder adquisitivo. En el continente, sólo Venezuela declinó más
La Argentina fue el sexto país más rico del planeta cuando regía la Constitución de 1853/60, que garantizaba la igualdad de reglas. Y continuó atrayendo inmigrantes y capitales durante muchos años más.
La soberbia de dirigentes que concesionaron privilegios a algunos sectores concedió ingresos superiores al costo de oportunidad. La consecuencia es que los sectores castigados empobrecieron mucho más. En conjunto, los argentinos perdimos.
El autor es Economista, Consejero Académico de la Fundación Libertad y Progreso. Director BG Consulting
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