La Cancillería que conduce Felipe Solá finalmente admitió lo que ya se sabía desde el inicio: Argentina, con su candidato Gustavo Beliz, será derrotada por amplia mayoría en la elección para renovar autoridades del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). De mantenerse la previsión actual, el resultado será de 22 a 3, en favor del cubano-estadounidense Mauricio Claver-Carone.
Argentina se plantó frente a Claver-Carone desde una postura principista bastante floja de papeles, con una mala lectura del contexto regional y de las posibilidades reales de Beliz. Alberto Fernández apostó a bloquear la elección de Claver-Carone con el supuesto apoyo de México, país que finalmente dará quórum en la asamblea, posibilitando así una clara victoria del candidato de EEUU. Fue otra promesa incumplida de nuestro sorprendente nuevo “socio estratégico” en la región. ¿Alguien realmente pensó que México podría confrontar ahora con los EEUU… y por el BID?
La amplia mayoría de los países latinoamericanos expusieron, al igual que la Argentina, su rechazo a que se rompa la tradición de presidentes latinoamericanos del BID. Pero como bien recordó el propio Claver-Carone, frente a la amnesia (o bien doble estándar) de sus detractores, es que, entre los presidentes que ha tenido el BID, Enrique Iglesias nació en España y el actual, Luis Alberto Moreno, en EEUU.
Finalmente, el grueso de los países de la región optó por el pragmatismo. Esto es, quienes al igual que Argentina tenían candidatos alternativos (Bolivia y Costa Rica) los bajaron, concediendo apoyo explícito o bien tácito a Claver-Carone. Cabe destacar que principal aliado, desde un primer momento, fue Brasil, quien pondrá al vicepresidente del organismo. Por otra parte, Europa también terminó allanando el camino a la elección de Claver-Carone, para frustración argentina.
¿Esto significa que alegremente deberíamos apoyar al candidato de EEUU? En absoluto. Sucede que el costo de no haberlo apoyado (o al menos no confrontarlo) puede ser muy grande en función de los intereses de la Argentina. Eso es lo que debe importar, ante todo, más allá de los principios y las ideologías, al presidente y a los decisores de la política exterior. Se trata de decisiones deben ser estratégicas y acordes a un contexto determinado. Esa lectura pareciera ausente en nuestro caso.
Hoy la Argentina se encuentra en una situación de extrema fragilidad e inédita intrascendencia a nivel regional. Lamentablemente, no estamos en condiciones de hacerle frente a nadie, mucho menos a los EEUU, país que tanto necesitamos por la renegociación con el FMI, entre otros temas decisivos para el futuro de la Argentina. Sin dudas, alzar la voz blandiendo un principismo bastante hipócrita no está entre esos intereses y temas decisivos para nuestro país. Otra vez la política exterior argentina descarriló, obnubilada por ensoñaciones ideológicas, falsas expectativas y pobres lecturas de la realidad.
El absurdo desafío que planteó la Argentina aumentó naturalmente el enojo y la desconfianza de los EEUU para con el gobierno de Fernández. Recordemos que Claver-Carone es un funcionario de extrema confianza de Donald Trump, cuya primera experiencia con nuestro país fue sumamente frustrante, ya que fue quien encabezó la comitiva estadounidense a la asunción de Fernández. Pero Claver-Carone se volvió a Washington anticipadamente, al constatar que había funcionarios de la dictadura venezolana paseando por la Casa Rosada, de los que nadie pudo explicar cómo habían ingresado al país.
Sumado al grosero error de cálculo en la elección del BID, Alberto Fernández trabaja apostando a otro escenario muy incierto, que es la posible derrota de Donald Trump, a manos del demócrata Joe Biden. Se repetiría el mismo error que cometió Mauricio Macri, al jugarse abiertamente por la victoria de Hillary Clinton, en 2016. Otra vez se subestima a Trump, quien viene en franca remontada y con la certeza que su segundo mandato será aún más duro que el primero, contra quienes se atrevan a desafiarlo. En ese sentido, la preocupación no es solo para China. También cabe a países periféricos, para colmo filo-venezolanos, como esta decadente Argentina actual.
El autor es politólogo y Master en Estudios Chinos. Director del Observatorio Sino-Argentino. Docente regular de la UCA y profesor visitante en la Universidad de Zhejiang (China).