Eliminando un tuit no se cambia la historia

El Ejército Argentino borró un mensaje de redes sociales que recordaba a militares muertos en 1975

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Este es el tuit que
Este es el tuit que borró el Ejército argentino

El 5 de Septiembre de 1975 en Tucumán, en el marco del “Operativo Independencia”, una fracción del Ejército Argentino a órdenes del Subteniente Rodolfo Berdina regresaba a su base, cuando a la altura del paraje Potrero Negro, al sur de la capital provincial, fue emboscada por una fracción de guerrilleros del “ERP”, el “Ejército Revolucionario del Pueblo”. Para intentar romper la acción enemiga, el joven oficial, seguido del soldado conscripto Ismael Maldonado sobrepasaron el bloqueo y lograron repeler el ataque, pero fueron alcanzados por el fuego enemigo que provocó la muerte en el lugar del joven soldado y la de Berdina en el Hospital Militar de Tucumán, adonde fue trasladado.

En 2019, este combate fue recordado por el Ministerio de Defensa y el Ejército Argentino, con la presencia en Tucumán del Jefe del Estado Mayor General de la Fuerza, por aquel entonces el Teniente General Claudio Pasqualini y una funcionaria de alto rango del Ministerio.

Este año el Ejército también homenajeo a Berdina y a Maldonado con un tuit en la cuenta oficial de su red social que decía: “Un día como hoy, pero de 1975, el Subteniente Rodolfo Berdina y el Soldado Ismael Maldonado ofrendaron su vida en cumplimiento del deber militar en el “Combate de Potrero Negro”, provincia de Tucumán. #HonrarElValor #AliviarElDolor #CumplirConLaPatria #SomosElEjército”. Pero 48 horas más tarde, ese tuit fue eliminado de la cuenta oficial del Ejército y como explicación se posteo:”El Ejército Argentino ha decidido retirar un tweet que ha ofendido a ciudadanos argentinos. La única intención del mismo fue recordar a dos soldados muertos”.

Las autoridades deberían enterarse que, ahora, hay otros ciudadanos argentinos que han sido ofendidos con este incalificable retroceso del Ejército en la recordación de sus Caídos en Combate.

Dos de estos ciudadanos son otra Hebe y otros Maldonado que, parece ser, forman parte de otra Argentina: no tienen subsidios, ni prensa, ni indemnizaciones y ahora hasta se les niega la posibilidad de que sus seres queridos sean recordados y homenajeados. Se trata de Hebe de Berdina, madre del Subteniente y la familia del Soldado Ismael Maldonado, caídos ambos en cumplimiento del deber, en combate contra una organización terrorista durante un gobierno constitucional.

¿Qué explicación hay para la eliminación de este tuit si no son “presiones”?

La historia o “la memoria”

La historia no se puede moldear como la plastilina. “Construir” el pasado es como photoshopear la historia hasta que nos devuelva una imagen que nos conviene en el presente. Pero lo que pasó, pasó y es lo que es: la realidad. Las versiones son subjetivas pero los hechos son objetivos. Negarlos o manipularlos para hacer pasar por verdad una falsedad es nocivo para cualquier sociedad, más aun si se hace desde el Estado. Y eso es lo que pasa en la Argentina.

Así describe este proceso el Licenciado en Ciencias Sociales, Doctor en Filosofía y Master en Ciencias Políticas; el ex montonero Héctor Leis, ya fallecido, quien, en su libro póstumo, Un testamento de los años 70, decía: “la democracia no se diferenciaba mucho de la dictadura en la cabeza de los jóvenes revolucionarios de los 70, pues ambas eran igualmente ‘burguesas’. Fue después de la derrota política y militar de sus fuerzas, en los 80, lejos de sus antiguas preocupaciones revolucionarias, que la temática de derechos humanos sería su vía de acceso al poder. Un conveniente revisionismo histórico dará voz al dolor de las víctimas desde una supuesta verdad histórica que acarrearía nefastas consecuencias. Los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner manipularon tan brutal como exitosamente la frágil memoria de los años 70, suprimiendo aquel lado ‘oscuro’ del pasado revolucionario y planteando que los guerrilleros siempre defendieron la democracia y lucharon contra las dictaduras militares, negando el terrorismo encarnado por parte de la sociedad civil, circunscribiéndolo solo al del Estado.”, concluye Leis.

La guerrilla del ERP

La guerrilla de ideología marxista, socialista, castro guevarista, maoísta, trotskista, etc., o como se la identifique, hizo su aparición en la Argentina a fines de los años ’60 y principios de los ’70 para involucrarse en la “guerra revolucionaria” que se libraba en varios escenarios del mundo, pero en “versión criolla”.

Y en la Argentina se movieron cómodas inicialmente en aquellos años plagados de intervenciones o golpes militares porque obtenían de ello una de sus banderas: “ejercemos la violencia para que regrese la democracia y gobierne el pueblo”.

Pero en 1973 cometerían un histórico y decisivo error: enfrentar con el terror y la violencia política a un gobierno elegido por el voto de los ciudadanos; para colmo con consenso mayoritario como el peronista y para peor con el mismísimo General Perón en la presidencia. Esto los deslegitimaría ante la historia.

Luego de la breve “primavera camporista” la fórmula Juan Perón e Isabel Martínez obtuvo, en septiembre de 1973, el guarismo récord del 62% de los votos. Tras 18 años de proscripción, Perón volvía, como ningún otro argentino hasta hoy, a ser electo para su tercera presidencia.

Al ERP poco le importó y ciegos en su ideología que les daba certezas científicas del triunfo final de la “revolución”, enfrentó al Presidente y al pueblo que lo había elegido.

Entre múltiples acciones armadas, en enero de 1974 atacarían un cuartel militar en Azul, provincia de Buenos Aires, con la finalidad de robar armamento para combatir al gobierno peronista y Perón recogería el guante. La frase con que calificaría a los erpianos días después está entre las definiciones más certeras que sobre las guerrillas de los ’70 se han dado.

Refiriéndose a los terroristas del ERP, el viejo General, por cadena nacional y vestido de uniforme dijo: “Teniendo en nuestras manos las grandes banderas o causas que hasta el 25 de mayo de 1973 pudieron esgrimir, la decisión soberana de las grandes mayorías nacionales de protagonizar una revolución en paz y el repudio unánime de la ciudadanía, harán que el reducido número de sicópatas que va quedando, sea exterminado uno a uno para bien de la República”.

Una lápida histórica que nadie desearía tener sobre sí.

El ERP nunca lo entendería y ciento ochenta días después moría Perón en Olivos y su viuda asumía la titularidad del Poder Ejecutivo. El desafío del ERP a la sociedad argentina recién empezaba.

Este grupo guerrillero actuó en el país durante nueve años, desde su fundación en 1970 hasta su derrota militar y política, que se terminó de verificar en el año 1979 y estuvo conducido por Santucho hasta su muerte en combate en 1976.

Si bien nació durante el gobierno de facto del General Marcelo Levingston, alcanzó su punto más alto en militantes y hechos de violencia durante los gobiernos constitucionales peronistas desde 1973 y hasta marzo de 1976.

Apenas reinstalada la democracia en mayo de 1973, la organización explicaba por qué no iba a abandonar la “lucha armada” que habían llevado adelante contra el gobierno militar: “Debemos continuar en esa senda luchando con energía e inteligencia, tal como se luchó contra la Dictadura dirigiendo ahora nuestros ataques a las empresas imperialistas y al ejército opresor, ataques a desarrollarse en acciones guerrilleras e ir así golpeando y desgastando al enemigo hasta lograr las condiciones necesarias para asaltar el poder y establecer el socialismo, el gobierno revolucionario obrero y popular”. (i)

Democracia y derechos humanos no estaban, entonces, entre sus ideas fuerza. Estaban decididos a matar y morir en la “guerra revolucionaria, obrera y socialista” para tomar el poder en la Argentina. Y una de sus maniobras estratégicas fue inaugurar el “foco rural” en Tucumán, emulando a los guerrilleros de Fidel en la Sierra Maestra en Cuba.

En sus propias publicaciones el ERP no dejaba lugar a dudas sobre su ideología, estrategias y objetivos: la revista “Estrella Roja” N°64 del año en que matan a Berdina y Maldonado, nos anuncia que: “La guerra civil revolucionaria se ha generalizado en la Argentina. Todo el país está en guerra y se trata de una guerra total y en todos los dominios. (…) Es vital para el triunfo de la Revolución, la aceleración en la construcción y desarrollo del Ejército del Pueblo para contar con una fuerza militar revolucionaria capacitada para derrotar totalmente a las unidades del Ejército Contrarrevolucionario argentino”. (ii)

Esta ofensiva sediciosa de una organización ilegal contra un gobierno constitucional motivó al poder político a fines de 1974 a dictar la normativa correspondiente, cuatro Decretos presidenciales, para que las Fuerzas Armadas realizaran las operaciones militares necesarias para «neutralizar y/o aniquilar el accionar de los elementos subversivos».

Y, desde el 5 de Enero de 1975, las Fuerzas Armadas se desplegaron en la Provincia de Tucumán para cumplir el mandato de las autoridades civiles, en lo que se conoce como “Operativo Independencia”. Así se neutralizó, en la provincia, el accionar de las fuerzas guerrilleras sediciosas que fueron derrotadas con la inestimable ayuda del pueblo tucumano.

En este contexto se libró el “Combate de Potrero Negro” que intrascendentes funcionarios han eliminado de la “memoria” oficial. Pero no de la historia de los argentinos.

José D’Angelo es investigador y periodista

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i http://www.ruinasdigitales.com/revistas/EstrellaRoja%2021.pdf Pág. 4

ii http://www.ruinasdigitales.com/revistas/EstrellaRoja%2064.pdf Pág. 2

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