Sociedad sin miedo, Gobierno confundido

Mucha gente salió ayer a la calle pese a la pandemia de COVID, no para desafiar al virus. No fue una provocación de clase, fue un grito de auxilio

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(Mario Sar)
(Mario Sar)

El Gobierno tiene dos maneras de pararse frente a la marcha multitudinaria de ayer: negar la realidad, enojarse, encapricharse y agredir a la ciudadanía que marchó; o interpretar la realidad, que es la tercera movilización masiva en 8 meses de mandato. Gobernar no es solamente hablar sin parar, sino también saber escuchar. Mucha gente salió ayer a la calle pese a la pandemia de COVID, no para desafiar al virus. No fue una provocación de clase, fue un grito de auxilio. Reducir lo que pasó a una marcha anti-cuarentena es no entender la angustia social. En muchos sectores del Conurbano bonaerense la gente también salió a la calle, clase media laburante que está desesperada.

Muchachos salgan del encierro, de la oficina con calefacción, de la Quinta de Olivos y de la comodidad. Están aburguesados, dormidos, apagados y desconectados. Se la pasan dándole órdenes a los periodistas de propaganda para que insulten a la gente y puteando a los que mostramos la realidad. Están enojados con la realidad, no quieren verla. El mundo allá afuera está pesado en serio.

Si quieren auto-convencerse de que fue una marcha de ricos aburridos, allá ustedes. Con toda humildad les recomiendo que empiecen a notar que hay muchos votantes de Alberto, Cristina y Massa que no pueden más. Hay muchas personas que eran de clase media baja y están entrando en la pobreza. Gente que en su vida había pedido un plan social, que nunca fue a un merendero o pidió ayuda a la Municipalidad. Gente que aún ganando sueldos de 30 mil o 40 mil pesos no están pudiendo llegar a fin de mes. No deberían enojarse con esa gente.

Hay una parte de la sociedad que salió para defender las instituciones, que no haya expropiaciones y reforma judicial, y que no liberen corruptos. Pero hay otra parte de la sociedad que salió a la calle porque no aguanta más y necesita ser escuchada. Ayer al Gobierno se le juntó el rebaño. Subestiman a la gente, la consideran una masa idiota y uniforme que se mueven únicamente por órdenes de sus líderes. Una concepción política verticalista que atrasa 70 años, de una masa arriada por el líder carismático y caudillista.

La gente no se deja mandonear por un líder político. Es al revés, los políticos van atrás de la gente. Lo que tienen que hacer es mirar los últimos 15 años en perspectiva y darse cuenta que hay un sector de la sociedad que le perdió el miedo a la calle y se adueñó del espacio público para hacerse oír. Se acabó esa idea de que el peronismo es el dueño de la calle, hace varios años que la clase media dejó de mirar las cosas por la televisión. Pero si ustedes se sienten más felices de que le lavan el cerebro a la gente, sean felices de esa manera. Eso se llama negación y el problema de la negación es que de golpe te chocás con la realidad y muchas veces es demasiado tarde.

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