La desaparición de Facundo Astudillo Castro conmueve y preocupa al país por motivos de gran relevancia para nuestra sociedad. Un cuerpo acaba de ser hallado por un pescador en el humedal cercano a la ciudad de Bahía Blanca y se cree que podría ser el de Facundo. Desde la desaparición de este joven, las sospechas sobre la posible participación de la Policía en el hecho han dominado la investigación. Efectivos de la Bonaerense detuvieron a Facundo en dos oportunidades en el trayecto desde su pueblo, Pedro Luro, hacia Bahía Blanca en donde pretendía encontrarse con su novia. La aparición de esas sospechas son lógicas; una larga lista de abusos policiales que terminaron en muertes de personas jóvenes las justifican. Los propios hechos del caso, las detenciones y, sobre todo, la foto de Facundo parado frente a un móvil de la bonaerense siendo demorado o, tal vez, detenido, abonaron esta posibilidad.
Para una sociedad que atravesó largos y oscuros años de violencia, abusos, torturas y desapariciones a manos de miembros del estado, cualquier caso que pudiere asemejarse a un hecho parecido debe ser motivo de alerta y preocupación. Aunque a muchos les cuesta entenderlo por motivos ideológicos, no es lo mismo una muerte causada por un hecho delictual que una provocada por personas formadas, armadas y a sueldo del Estado. Ambas serán muertes trágicas, pero para una sociedad no constituyen hechos equivalentes. La violencia institucional es siempre más grave ya que es ejercida por personas que gozan del amparo del Estado y cuyas acciones están protegidas por la ley, que establece que, en principio, son legales ya que se realizan en su nombre.
Es fundamental entender esto para determinar cuál debe ser siempre la principal hipótesis que investigar y por qué. Una vez avanzada ésta, y manteniéndolas todas abiertas, la guía debe ser siempre la existencia de indicios o pruebas. Indicio es una circunstancia que permite deducir la existencia de un hecho; y prueba es la demostración de la realidad de un hecho. Una vez que son encontrados indicios o pruebas, éstos afirmarán una hipótesis y alejarán otras.
En el caso de la desaparición de Facundo, hasta este momento, no hay una prueba o indicio que indique la participación de policías bonaerenses en el hecho. La investigación lleva más de tres meses y no se ha encontrado una prueba concreta sobre esta hipótesis. Hay hechos que fueron interpretados como de encubrimiento por parte de los policías y que es necesario analizar. Soy muy reacio a calificar un hecho como encubrimiento antes de saber quién es el autor de un delito. A menudo me he encontrado en casos criminales acciones de personas que fueron calificadas como encubrimiento de un delito sin que se supiera quien había sido el autor del mismo. En el caso García Belsunce, toda la familia cometió alguna acción que pareció un hecho de encubrimiento frente al errado convencimiento de la opinión pública de que la muerte había ocurrido a manos de personas relacionadas con la víctima, María Marta. En el caso Nisman, la presencia de funcionarios del estado en el departamento donde tuvo lugar el suicidio del fiscal hizo creer en una presunta maniobra de encubrimiento, aunque se probó que la escena del hecho nunca fue alterada. Para encubrir un delito debe haber intención, no alcanza con el hecho en sí.
El policía que borró la aplicación WhatsApp de su teléfono puede haberlo hecho para tapar su responsabilidad en la desaparición de Facundo, o, tal vez, para borrar mensajes en donde se especulaba sobre el hecho y se trazaban hipótesis sobre otros compañeros, o se hablaba mal de la víctima. No se puede afirmar la culpabilidad de nadie en base a hechos que pueden tener aún dos interpretaciones diferentes. Para que sea más claro: nunca el encubrimiento prueba un delito. Es al revés, el delito debe esclarecerse primero y luego se determinará si alguien lo encubrió, siempre a sabiendas de que el delito existió y quienes eran sus autores.
Más allá de intencionalidades políticas que siempre existen sobre hechos de gran repercusión pública, es natural la inclinación del periodismo sobre la hipótesis mas gravosa. En el caso Facundo, la violencia institucional; en el caso García Belsunce, el femicidio y la complicidad familiar; y en el caso Nisman, el magnicidio. También es importante mantener una postura independiente del convencimiento de la familia de la víctima sobre alguna hipótesis en particular. En ambos casos, el periodismo debe repensar todo el tiempo si está juzgando el caso en base a pruebas, o siguiendo los dictados de las urgencias de rating de la profesión o los intereses de la familia de la víctima. Una vez avanzada la investigación, es la honestidad intelectual de cada uno la que dirigirá su mirada hacia aquella hipótesis sustentada por pruebas, a pesar de vulnerar nuestras creencias y prejuicios.