Sería por demás reiterativo y redundante insistir en enumerar el cúmulo de calamidades que agobian a la República, son tantas y tan diversas que sólo son comparables a las que los países padecen y enfrentan como consecuencia de una guerra. El hecho curioso es que nosotros venimos de una guerra interna política incruenta que ya lleva varias décadas de inútil y fratricida confrontación. ¿Qué resulto de esta guerra? Todo lo que se puede recoger de un conflicto de ese tipo: dolor, muerte, odio, destrucción moral y material, confrontación entre hermanos, rencores y venganzas.
Hoy hay una pregunta que a todos nos unifica, nos turba, nos inquieta y preocupa: ¿a dónde vamos? Una sola pregunta con tantas respuestas disimiles. ¿Cómo empezamos, por dónde empezamos, con quiénes empezamos? ¿En quién o quiénes está la respuesta? Muy simple, “en todos nosotros”; eso es lo que se requiere. Perdón sin olvido porque olvidar es renunciar a la experiencia, la honestidad moral y la material, la inteligencia, la idoneidad y el desprendimiento. Pero por sobre todas las cosas, todos a trabajar. Conjugar todas estas virtudes y capacidades requiere de ciudadanos que tengan amor por la Patria, al igual que aquellos que en nuestra temprana historia llenaron los libros de hermosas páginas de hechos, ideas, proyectos y realizaciones a imitar, recordar y validar.
Para comenzar la reconstrucción de este colosal desorden en primer lugar debemos decir “basta”. ¿A qué? A la corrupción cualquiera sea su origen. Hay que terminar con las listas sabanas para elegir a los legisladores, inhabilitar políticamente a quienes tengan juicios por hechos de corrupción y que respondan ante la justicia por sus punibles actos. Terminar con las reelecciones de gobernadores, intendentes y dirigentes gremiales y empresarios. Para ello se requiere de una justicia independiente, honesta, idónea y rápida.
En lo económico, financiero y laboral debemos desterrar preconceptos, dogmas y privilegios; debemos instrumentar y debatir planes con objetivos claros y precisos. Esto significa, modificar en su totalidad el sistema tributario para que tenga como objetivo gravar con equidad, promover y beneficiar aquellas actividades que así lo requieran para maximizar el consumo y la exportación. Modificar la legislación laboral para flexibilizar la libre contratación y maximizar y potenciar salarios y disminuir costos laborales. Es necesaria una profunda reestructuración del sistema bancario que hoy es el mayor obstáculo para un crecimiento rápido eficiente y armónico de las empresas, transparentar sus costos y comisiones, orientar y direccionar las líneas de crédito hacia toda actividad productiva y privilegiar a las economías regionales y las pymes.
Educación y seguridad tienen que ser temas prioritarios que se requieren de una total modificación y reestructuración por lo obsoleto, anacrónico y deficiente del servicio que prestan, y por la corrupción y politización a la que hoy están sumidas.
Felizmente se arribó a un acuerdo con los tenedores externos de los bonos por nosotros emitidos luego de una deficiente negociación por lo extenso de la misma. Ahora viene la negociación con el FMI, la deuda contraída de manera irresponsable por la administración Macri reviste características muy particulares y responsabilidades compartidas entre los funcionarios argentinos que la negociaron con sus pares del FMI. Nosotros contraíamos una obligación que sabíamos que no podíamos afrontar y esos fondos no se aplicaron para lo que se los solicitaba y gran parte fugó al exterior. Paralelamente, los funcionarios del Fondo conocían estas particularidades, pero ello no fue obstáculo para su otorgamiento; es indubitable que hubo otros entendimientos por eso cuando comencemos a negociar que cada parte tiene que asumir sus propias responsabilidades.
Una muy extensa cuarentena, desordenada y mal conducida, agravó la crisis. Hay desorden y desconcierto, y la angustia alcanza a todos los argentinos sin distinción política o social. Además, el presidente Alberto Fernández no encuentra salida a la cuarentena ni a la crisis económica-social y con ello potencia el desconcierto.
Sr. Presidente, o usted toma el toro por las astas o el toro lo embiste. Reflexione y recuerde a Maquiavelo cuando le aconsejaba al príncipe y le decía: “cuando se prevén los peligros, pronto se conjuran. Pero si se los deja correr, son irremediables”.
El autor es presidente de IADER