Tras 8 meses de idas y vueltas, pudimos dar el primer paso que nos aleja del peor escenario político y económico. El día martes 4 de agosto, el Gobierno logró un pre acuerdo con los principales grupos de acreedores de la deuda pública para canjear USD 66.300 millones de títulos emitidos en el extranjero, por lo que pagará USD 54,8 por cada USD 100. Igual, atención, este es el primer paso, lejos está de ser la solución definitiva.
De efectuarse la concreción del pacto, que deberá ser en el corto plazo, Argentina podrá ahorrar USD 30.000 millones. Sin duda alguna, es una excelente noticia que no distingue partidos políticos.
¿Por qué es positivo este acuerdo? Dejando de lado el gran ahorro que representa, el acuerdo de deuda pública bajo legislación extranjera, permitirá al país evitar procesos judiciales extensos y costosos con los bonistas, establece un aplazamiento temporal de los pagos de deuda y reduciendo los pagos de intereses en adelante.
Obviamente, cada bono reestructurado tiene sus particularidades y las cláusulas de acción colectivas son diferentes según el tipo de indenture de cada serie de bonos. Por ejemplo, en el caso de los bonos emitidos en 2005 bajo la gobernación de Néstor Kirchner, es necesaria la participación del 75% serie por serie para que el canje se considere exitoso. En los bonos emitidos en 2016 bajo la gestión de Mauricio Macri, se logra con el 50% o un 66% de adhesión.
Si bien el acuerdo es positivo, sí no se logra un plan económico que se traduzca en una recuperación de la senda de crecimiento no sirve de mucho
El caso de Ecuador flotó en las conversaciones posteriores a la conferencia con los funcionarios financieros de Economía, porque ese país logró una aceptación del canje que rondó el 98%. El objetivo, dijeron los funcionarios, es que más allá del porcentaje de apoyo se logren las mayorías necesarias para activar las CACs.
Además de la reducción de capital de deuda, lo cual convierte a los desembolsos obligatorio en un total de USD 42.500 millones, la negociación también permitió reducir los intereses de un monto estimado en USD 7 dólares promedio a USD 3 dólares por cada USD 10 dólares en poder de los bonistas, junto con una reducción del capital del 1,9 por ciento.
Yendo más en profundidad, ¿hay más beneficios del acuerdo para nuestro país?
Lo principal a destacar, es que libera el peso y estrés financiero para las cuentas públicas durante los próximos años. Con esto, el margen que Alberto Fernández posee para impulsar planes de crecimiento es mayor y clave. Realmente, si bien el acuerdo es positivo, sí no se logra un plan económico que se traduzca en una recuperación de la senda de crecimiento no sirve de mucho. Para darnos una idea del alivio económico y financiero que esto representa, solo entre 2020 y 2024 vencían USD 63.692 millones. Con el acuerdo logrado, ahora se deberá pagar sólo USD 7.556 millones, aproximadamente. El alivio financiero es de USD 30.300 millones en los vencimientos de títulos bajo ley extranjera y para la deuda bajo ley local, el ahorro en el período supera los USD 37.000 millones.
La mayor parte del alivio cae sobre el presente período presidencial y, en menor medida, sobre el siguiente. A partir de 2028, mientras tanto, la carga de vencimientos se vuelve más pesada y requerirá que el Estado pueda refinanciarse.
Cómo dije antes, el acuerdo por sí mismo no sirve de mucho, a partir de ahora será fundamental que el Gobierno argentino fije políticas fiscales y monetarias creíbles y sostenibles para dar apoyo a un eventual regreso a los mercados de capitales internacionales, lo que asegurará el pago total y oportuno de los nuevos bonos reestructurados y respaldará las perspectivas económicas de largo plazo del país.
¿Cómo serán los pagos que debe afrontar el país?
Las fechas de pago sobre los nuevos bonos serán el 9 de enero y el 9 de julio en lugar del 4 de marzo y el 4 de septiembre. Los nuevos bonos a ser emitidos como compensación por intereses devengados y compensación por consentimiento adicional comenzarán a amortizar en enero de 2025 y vencerán en julio de 2029.
La mayor parte del alivio cae sobre el presente período presidencial y, en menor medida, sobre el siguiente. A partir de 2028, mientras tanto, la carga de vencimientos se vuelve más pesada y requerirá que el Estado pueda refinanciarse
Los nuevos bonos 2030 en dólares y en euros comenzarán a amortizar en julio de 2024 y vencerán en julio de 2030, donde la primera cuota tendrá un monto equivalente a la mitad de cada cuota restante. Los nuevos bonos 2038 en USD y en Euros a ser emitidos como contraprestación por los bonos de descuento existentes comenzarán a amortizar en Julio de 2027 y vencerán en enero de 2038.
En los últimos días salió a discusión también la comparativa entre el acuerdo logrado por Ecuador con sus acreedores privado. Ecuador está reestructurando su deuda a la par de la Argentina, por un monto sensiblemente menor (USD 17.400 millones), con una oferta cercana a USD 59 de valor presente neto (VPN). En el caso argentino, por su parte, el VPN fue de un promedio de USD 54,8, según el ministerio de Economía.
Otra de las ventajas en el caso argentino fue el recorte de intereses. Argentina partió de un cupón promedio del 7% anual en dólares, y lo bajó al 3,07%, un recorte del 56%. En Ecuador, el cupón original era más alto, del 9,14%, y tras la renegociación quedó en 5,30%, una reducción del 42,01 por ciento.
Efectivamente, la quita de capital fue mayor en el caso ecuatoriano. La deuda renegociada ascendía a 17,4 mil millones de dólares. La quita, de 1.500 millones de dólares, significó un recorte del 8,9 por ciento. En el caso argentino, la quita fue por un monto similar, pero al tratarse de un monto a renegociar de 66.5 mil millones de dólares, significó un recorte de 1,9 por ciento.
Con respecto al período de tiempo, Ecuador logró rápidamente la aceptación de grandes fondos de inversión, como BlackRock, y cerró el canje en pocos meses, con adhesiones que alcanzaron el 98 por ciento. En Argentina, el proceso de renegociación local comenzó en diciembre cuando asumió el gobierno del Frente de Todos, por lo que la negociación se extendió 8 meses.
El próximo paso ahora, es comenzar las conversaciones para un nuevo programa del Fondo Monetario Internacional. La restructuración de la deuda es un paso positivo, pero está muy lejos de constituir una solución definitiva a los problemas de Argentina, que hay muchos por delante.
La economía va rumbo a una contracción récord de 13,5% este año, según estimaciones de Bank of America y el Gobierno está financiando un déficit presupuestario cada vez más amplio para controlar las crecientes demandas sociales derivadas del coronavirus a través de la impresión de dinero.
Sí bien tanto a Alberto Fernández como a Martín Guzmán aparentemente no le gustan los planes económicos, en esta etapa es fundamental poder desarrollar una estructura de crecimiento. Sin eso, no llegamos a nada.