La República Argentina debería encender sus luces de alarma ante el atropello arrollador de la República Cristina. Es que el operativo más formidable de búsqueda de impunidad y venganza del que se tenga memoria en democracia, avanza a paso redoblado y a tambor batiente.
Ya comenzó el asalto a la Corte Suprema de Justicia que es el principal objetivo. Alberto Fernández, una vez más hizo lo contrario a lo que dijo. En campaña electoral y hasta hace diez minutos sostuvo que no habría que modificar los integrantes del máximo tribunal argentino.
Dicen que el peor enemigo de Alberto Fernández es el archivo. El 9 de junio de 2016, aseguró en televisión y en forma contundente que la Corte debía tener cinco miembros y que Cristina piensa lo mismo. Y encima criticó a Eugenio Zaffaroni por plantear algo que es muy parecido a lo que se va a impulsar ahora.
La conclusión a la que va a llegar esa comisión es voto cantado. Van a recomendar al presidente lo que su jefa política quiere y necesita con urgencia: una Corte Suprema de Cristina. Es la única manera de llevar a la práctica un auto indulto, o una auto amnistía. Una Corte Suprema con mayorías automáticas, como la de Carlos Menem, que resuelva según las órdenes de Cristina.
Por eso hablo de que la República debe encender sus luces de alarma. El camino lo marca el abogado de Evo Morales y principal asesor jurídico de Cristina: el doctor Raúl Eugenio Zaffaroni que, dicho sea de paso, es el principal responsable de que haya una parte de la justicia y de la Facultad de Derecho que se especialicen en beneficiar delincuentes y perjudicar a las víctimas de delitos.
¿Qué propuso Zaffaroni? Una Corte Suprema de 15 miembros dividida en forma inconstitucional en cinco salas. Eso es lo que la comisión de juristas le va a recomendar a Alberto y eso es lo que Alberto va a hacer para felicidad de Cristina.
¿Por qué estoy tan seguro que la decisión ya está tomada y el resultado está puesto? Es muy sencillo. Solo hay que repasar la pertenencia político partidaria de cada uno de los once integrantes y comprobaremos que la mayoría de las votaciones, van a terminar ocho a tres.
No es precisamente equilibrada ni pluralista la comisión que convocó Alberto y que le dibujó Cristina. Ocho son los que simpatizan o militan con el peronismo en general y con el cristinismo en particular. Y solo son los tres juristas a los que no se les conoce camisetas partidarias. Así es Cristina. Podrían haber elegido seis del palo y cinco críticos. De todas formas ganaban seis a cinco. Pero por las dudas y para evitar sorpresas, la comisión tiene amplia mayoría oficialista.
Veamos:
El grupo de los ocho que van a recomendar a Alberto que amplíe la Corte lo integran Carlos Beraldi y León Arslanian. Uno es el abogado defensor de Cristina y el otro de Ricardo Echegaray. A confesión de partes, relevos de pruebas. Fueron socios durante mucho tiempo y nunca ocultaron sus convicciones peronistas.
De todos modos, siempre me pregunté los motivos por los que el doctor Arslanián elegía, a esta altura de su vida, pelear en el barro en lugar de conservar el bronce que se ganó por haber integrado el tribunal que juzgó y condenó a las juntas militares. ¿Por dinero? No creo que los honorarios logren mover la aguja de su patrimonio: es millonario. ¿Por prestigio social? Tampoco. Ya lo tenía y lo fue perdiendo por asistir a varios personajes como Gils Carbó, Alderete y Echegaray, entre otros. ¿Por militancia y disciplina partidaria? Tal vez.
Pero volvamos al tema de la comisión. Ya tenemos dos del lado de Cristina. Hay seis más. Enrique Bacigalupo, de gran prestigio en España, donde vive, se formó en el peronismo y fue funcionario de Héctor Cámpora. Fue uno de los mentores jurídicos de Alberto, junto a Esteban Righi, Ministro de aquel gobierno y echado por Cristina y Boudou como Procurador General de la Nación.
El cuarto jugador cristinista es Gustavo Ferreyra, que hizo gran parte de su carrera al lado de Zaffaroni que, como les dije, es el autor intelectual de este asalto inconstitucional a la Corte.
El quinto, Omar Palermo, es uno de los fundadores de Justicia Legítima. No haré más preguntas, señor juez.
Las restantes, son tres mujeres. Marisa Herrera, coordinadora de los equipos de justicia del Partido Justicialista. Claudia Sbdar fue designada en la Corte de Tucumán por el gobernador José Alperovich que además nombró a su hijo como secretario privado. Y por último, María del Carmen Battaini, nombrada en Tierra del Fuego por el gobernador peronista Carlos Manfredotti y además impulsa la ampliación de la Corte Suprema provincial, con lo que ya sabemos qué piensa al respecto.
Aclaración necesaria: todas y todos, son profesionales de primerísimo nivel y de excelencia que nadie discute. Mi crítica es política.
Lo mismo digo respecto de los tres miembros restantes de la comisión asesora del presidente. Tranquilamente podrían integrar la selección nacional de los mejores juristas. Hablo de Inés Weinberg de Roca. Ella fue propuesta por Mauricio Macri como procuradora general pero el peronismo no le dio los votos. Hilda Kogan, jueza de la Corte bonaerense a la que casi no se le conoce la voz y mucho menos sus preferencias ideológicas y Andrés Gil Domínguez que estuvo en la vereda de enfrente en un par de casos muy importantes que involucraron a Cristina como la Ley de Medios.
Aquí también mi reflexión es política. Estos tres brillantes profesionales, seguramente, son conscientes de que al final, van a tener que escribir un despacho por la minoría. Los votos restantes van a ir en un mismo sentido de unidad y respaldo a las necesidades de Cristina. ¿Ayuda eso al debate tan necesario en la Justicia? ¿O sus presencias en esa comisión son funcionales o legitiman esta trampa que es la crónica de un final anunciado?
Tengo un gran respeto por los tres, pero me pregunto lo que muchos abogados intachables se preguntan. Hoy mismo, otra estrella de las leyes, el profesor de Derecho Constitucional, Roberto Gargarella escribió que “el Poder Judicial, al que la sociedad considera, con razón, desprestigiado, poderoso, corrupto, millonario y poco democrático, fue utilizado una y otra vez como excusa para insistir sobre lo mismo: impunidad para los amigos, venganza para los enemigos”.
Por eso al comienzo de esta columna le hablé del operativo más formidable de impunidad y venganza puesto en marcha en democracia. Es la traducción práctica de la peor frase del peor Perón: “A los amigos todo, a los enemigos, ni justicia”.
La oposición debe armar un esquema de resistencia a estos avances antidemocráticos. Debe poner límites a tanta desmesura e irracionalidad fogoneada por el vamos por todo de Cristina. Hay banderas que no se pueden bajar nunca. La independencia de los poderes, la libertad de expresión y la plena vigencia de la Constitución.
La doctora Elisa Carrió rompió su silencio para advertir que no hay ningún tipo de acuerdo posible para tratar la ampliación de la Corte Suprema. Es que sería escandaloso que a cambio de un puestito, algún tránsfuga de Juntos por el Cambio, aceptara semejante afrenta.
Mario Negri fue en el mismo sentido. Dijo que la presencia de Beraldi hace que esa comisión nazca muerta porque es el abogado de Cristina y necesita sacarle las causas que tiene.
Encima, todo esto ocurre cuando la inmensa mayoría de los argentinos está ocupada y preocupada por los muertos de la pandemia y la inseguridad y por los heridos de la hecatombe económica.
Cristina quiere apurar todo. Quiere aprovechar este momento para consolidar su impunidad, aunque sabe que no tiene un respaldo mayoritario. Cristina entiende que es ahora o nunca. Pero gran parte de los argentinos comprende que con impunidad y venganza este país no tiene salida. Y que los autoritarios y los ladrones deben tener merecido por violar la ley. Para que la Corte no sea de Cristina. Y para que la Argentina no termine de hundirse en la desesperanza y el dolor.
Los intentos hegemónicos del cristinismo siguen su ruta. Y a todos los que se oponen los tratan de odiadores seriales. Pero el país sensato y democrático, no debe permitir que Cristina sea la dueña de la República. La democracia resuelve sus problemas con más democracia. Nunca con más prepotencia ni chavismo.
Síntesis de la editorial leída en el programa Le doy mi palabra, por Radio Mitre