¿Un futuro agrietado?

El negocio de la grieta vuelve a florecer, beneficiando a Juntos por el Cambio, en menor medida al kirchnerismo más caracterizado y perjudicando al Presidente

Guardar

En muchos aspectos, en la política, la suma de uno más uno no suele dar dos. La cambiante dinámica social, los juegos estratégicos y el imperio de la contingencia suelen exigirnos que no demos nada por hecho ni proclamemos ninguna victoria o derrota como definitiva, lo que implica ser cautos al augurar lo que podría acontecer en el futuro inmediato.

Es sabido que una exitosa coalición electoral no está exenta de potencialmente peligrosas fisuras y desaveniencias en tiempos de gobierno. Esto parece ser una constante de un tiempo a esta parte. Vemos, con notables dificultades, que los planetas se alinean para obtener un resultado. Se liman asperezas, se dejan atrás viejos recelos, se cierran acuerdos, se prometen cargos, medidas y recursos, se filman spots y se ganan elecciones. Sin embargo, a la hora de gobernar, muchas veces los astros no coalicionan, sino que colisionan. Más temprano que tarde, comienzan a surgir entredichos, versiones en off, peleas mediáticas y otros estratagemas que en ocasiones van progresivamente horadando una coalición de gobierno.

No llama la atención entonces que en las últimas jornadas hayan escalado diversos focos de tensión interna dentro del amplio espacio del oficialismo: peleas mediáticas entre funcionarios, desautorizaciones públicas, críticas a ciertas figuras del gabinete, agendas políticas que se bifurcan, y hasta fuertes diatribas contra la política exterior del gobierno de parte de embajadores políticos. En definitiva, en muchos planos de la gestión ya se ve lo que algunos analistas denominan popularmente como “fuego amigo”.

Este concepto originado en la jerga militar se distingue del “fratricidio”, ya que en el primero, el ataque entre personas del mismo bando no es intencional, mientras que en el segundo sí. Dicho de otra forma, lo que caracteriza al fuego amigo es la confusión de los objetivos vinculados a la falta de coordinación. Volviendo a la política criolla, las preguntas que caben hacerse entonces son ¿cuáles son esos objetivos?, ¿son realmente compartidos?, ¿quiénes los están confundiendo? Y, más importante aun en términos estratégicos, ¿quiénes resultan beneficiados de este fuego amigo?

Un año para posicionarse

La contienda electoral que asoma tímidamente en el horizonte, y que, si bien puede parecer lejana a la luz de la situación que atravesamos fruto de la pandemia, ya entusiasma a muchos caídos en desgracia tras el resultado electoral del 2019. Pero no sólo ellos intentarán posicionarse de cara al 2023.

El objetivo para quienes ya ven más allá del covid-19 y se focalizan en sus estrategias electorales, es hacer pie en 2021 para aspirar a un 2023 victorioso. Para la actual oposición, el próximo año parece ser la vuelta de quienes con un gusto amargo no supieron asegurar su continuidad. Entre ellos está María Eugenia Vidal, quien agudiza su mirada de recelo respecto a varios dirigentes de su espacio, y que enfocándose en lo que aún conserva de su paso por La Plata, que por cierto no es poco en términos de volumen electoral, está decidida a volver. El diagnóstico de Vidal es conocido: la derrota de Macri condicionó su continuidad en la Provincia, pero no se trató de una derrota común, sino que la ex gobernadora intuye que desde Balcarce 50 la intención era que ella no continuase; que no armase un camino propio. Lo cierto es que por estas horas Vidal juega sus cartas reuniéndose -por Zoom- con dirigentes locales y segundas líneas de Juntos por el Cambio a nivel nacional.

Como ella, otros caídos en 2019 como Emilio Monzó, o los radicales, añoran volver al Congreso. Algunos incluso se animan a confirmar que el propio Macri intentará resurgir, encabezando una candidatura legislativa en la Ciudad que, además, le confiera los tan preciados “fueros”. Lo cierto es que para que Juntos Por el Cambio se revitalice, ya sea como espacio como cada uno de sus dirigentes disgregados, no basta con la intención y fuerza propia.

En este marco, el fuego amigo, cada vez con menos discreción y con mayor poder de daño, es a todas luces un flagrante error estratégico por parte de quienes lo están propiciando. Es muy posible que, de continuarlo, no sólo Alberto Fernández y su gobierno se vea perjudicado, sino que quien realmente se favorezca es a la oposición. La escalada de tensión interna debilita la tan mentada unidad del peronismo y alienta a que quienes descendieron en 2019 aspiren con volver a encontrar un lugar central en la escena política.

El negocio de la grieta vuelve a florecer, beneficiando a Juntos por el Cambio, en menor medida al kirchnerismo más caracterizado y perjudicando al Presidente. Si la oposición alberga alguna chance de un retorno al poder en el corto plazo, necesita inevitablemente azuzar las internas del peronismo y contribuir a que ellas deriven en última instancia en una nueva fragmentación de la oferta partidaria justicialista.

La grieta tensiona una cuerda que de un extremo la sujeta el kirchnerismo puro y de la otra Juntos por el Cambio. No hay dudas que la tarea del gobierno en el plano político es apaciguar este “ruido” interno y mantener su coalición unida aun en la diversidad, para evitar que el 2021 sea la fecha de una resurrección opositora que erosione la legitimidad del gobierno y genere problemas de gobernabilidad en momentos en que será imprescindible abocarse a la reconstrucción de un país social y económicamente muy golpeado por los efectos de la pandemia.

*Sociólogo, consultor político y autor de “Comunicar lo local” (Parmenia, 2019)

Guardar