Si Evita viviera le dirían “fucking bitch”

La congresista más joven de Estados Unidos, latina, demócrata y feminista Alexandria Ocasio-Cortez fue insultada por el republicano Ted Yoho. Él le dijo “fucking bitch” (maldita perra) y “loca”, entre otros insultos. Ella dio un discurso histórico en el Congreso contra el machismo en la política. Donald Trump la comparó con Eva para demonizarla

La congresista más joven de Estados Unidos, que ingresó con 29 años Alexandria Ocasio-Cortez dio un discurso histórico contra el machismo (House Television via AP)

Si Evita viviera… podemos pensarla de muchas maneras. Y es lo mejor del legado de Evita. Que la imaginamos viva. Y que late en sus representaciones. A Evita le dijeron de diferentes maneras que era una puta como una forma despectiva de atacar su relación con Juan Domingo Perón, su contramodelo de primeras damas de té y unas monedas para beneficencia, la tildaron de bastarda, la insultaron, después de muerta, con el lema “viva el cáncer” (una frase que se sigue usando para descalificar a las mujeres políticas en la Argentina) y ella trascendió el odio, pero no de forma aplacada, sino reinventándose en otras.

La revolución de las hijas es también una revolución que le debe a la mujer que murió de cáncer de útero y que no fue madre una forma de maternidad política que hoy se revaloriza y sigue construyendo un capital simbólico. Porque a ella le dijeron de todo, pero ella multiplicó la voz y posibilitó el voto de las mujeres.

Y más allá, incluso de la literalidad de sus palabras, su irrupción es una potencia que se viste de drag queen en la serie Glow, en un cabaret gay en Las Vegas que es atacado por transfobia, pero en el que Eva aparece cantando “No llores por mi Argentina”. No es solo ella, ni siquiera su literalidad, sino la multiplicación de su símbolo como parte de una escarapela de potencia y pasión. Incluso en las chicas que la reinventan verde y liberada para imaginarla más allá de lo que ella se imaginó.

Evita es un símbolo que trasciende fronteras. Donald Trump comparó a Alexandria Ocasio-Cortez con la líder argentina. (AP)

La congresista joven, feminista, socialista y latina Alexandria Ocasio –Cortez (conocida como AOC) dio un discurso memorable en el Congreso de Estados Unidos contra la misoginia donde reivindicó que “sus padres no la educaron para eso” después que el congresista republicano Ted Yoho la tratara de “fucking bitch” (maldita perra) entre otras cosas. Aunque el republicano ahora lo niega la huella del discurso de Alexandria quedara para la historia.

En Estados Unidos el mundo se cuenta como si todo empezara en el norte, pero, en realidad, tiene su huella en el sur. Tanto que Ted Yoho no es el primero en insultar a Alexandria. El presidente Donald Trump se ocupó de ella y para demonizarla la quiso comparar con Evita. En ese momento, la diputada no solo no se ofendió sino que reivindicó la figura de Eva Perón.

El 16 de julio del 2019 se publicó una entrevista a Trump en el que el actual presidente norteamericano dijo que vio a la joven diputada como una “joven mujer desvariando y delirando como una lunática en una esquina” y la minimizó porque, según él, “no sabe nada”. Pero reconoció que tenía “cierto talento”.

Lo más llamativo es que Trump –que no suele tener sus ojos posando para la Argentino- la describió: “Eso es Evita”, en un texto del libro “Carnicería estadounidense: en la vanguardia de la guerra civil republicana”. “La llamé Eva Perón. Dije: eso es Eva Perón, es Evita”, sentenció Trump.

Muchas veces compararon a la joven latina con Evita. Pero Trump solo hizo crecer los lazos. Y terminó cediendo con una condescendencia misógina en relación a la atracción por el aspecto de la joven políticas. De todas maneras reconoció: “Aunque con cierto tiempo, tiene un potencial real”.

El presidente Donald Trump se ocupó de ella y para demonizarla la quiso comparar con Evita. (REUTERS)

La verdad es que darían ganas de verla en un duelo por la presidencia con Trump. Aunque todavía ninguna mujer pudo llegar a la Casa Blanca, sin acompañar a su marido, en Estados Unidos. Y Trump no ganó pese a su misoginia, sino gracias a su misoginia y ahora tiene que competir con el demócrata Joe Biden. Por ahora no hay nada que se parezca a renovación en los Estados Unidos. Trump está en la Casa Blanca y Biden estuvo como Vicepresidente.

La Casa Blanca no cambia. Pero en el Congreso se destaca Ocasio-Cortez, de 30 años y con sus raíces en Puerto Rico. Ella derrotó a Joe Crowley en las primarias de 2018 y representa al sector más progresista y con mayor presencia en redes sociales. Incluso cuando quisieron denostarla con un video bailando en una terraza ella se defendió llegando a su despacho y bailando. Qué siga, el baile también.

Ella representa a Nueva York. Y, cuando fue comparada con Evita, contestó por Twitter: “Sé que, como todas las mujeres, tengo más fuerza de la que parece”. Pero eso no fue todo. Además reivindicó la comparación con Evita y levantó una de sus frases: “He visto por muchos años cómo algunas familias ricas tenían en sus manos gran parte de la riqueza y el poder de Argentina. Así que el gobierno trajo una jornada laboral de ocho horas, pago por enfermedad y salarios justos para dar a los trabajadores pobres una oportunidad justa”.

La respuesta de Alexandria Ocasio Cortez a Donald Trump

Alexandria es replicada hoy como la voz de las jóvenes mujeres contra los viejos discursos machistas. Su voz quedara para la historia. Pero no es una historia que nace en Estados Unidos, sino que tiene su voz en la nueva ola de feminismo que surge desde Argentina. Por eso el lazo con Evita –y la taxativa reivindicación de sus palabras- es central para entender en su discurso algo más que un video con muchas reproducciones o un nuevo MeToo de la clase política sino la centralidad latina en los derechos políticos.

Advenediza, resentida, prepotente, vengativa, hipócrita y ambiciosa fueron las palabras con las que describían a Evita, según la recopilación de Julia Rosemberg, en el capítulo “Palabras de odio”, del libro Eva y las mujeres, historia de una irreverencia, de Ediciones Futurock. La autora transcribe algunas de los prejuicios volcados contra Eva Perón en los libros El mito de Eva Duarte, de Américo Ghioldi y El libro negro de la segunda tiranía donde la llamaban, despectivamente, “La Señora”.

Ghioldi dice que el amor por Perón era falso aunque si tenía “un amor desmesurado por el lujo”. Las mujeres siempre son juzgadas por como se visten o como se visten, por el dinero que no poseen o por las carteras que exhiben. Lo cortes -en este caso con z- no quita lo valiente.

Pero para no escatimar Ghioldi llama a Evita “Corta de inteligencia, deficiente de cultura y sensibilidad femenina, ignorante de las relaciones morales y civiles de los hombres, sin autocrítica, sin carga de escrúpulos de conciencia y falta de gusto”. Tranqui las reacciones contra Eva. No fue suficiente.

Eva Duarte en 1939 en una fotografía de Annemarie Heinrich. Ella recibió todo tipo de críticas y prejuicios por su liderazgo político y romper los tabúes de la época.

En el libro ¿Qué es esto? Ezequiel Martínez Estrada se despacha: “Ella era una sublimación de lo torpe, ruin, abjecto, infame, vengativo, ofídico y el pueblo vio que encarnaba atributos de los dioses infernales. Su resentimiento propio de la actriz de terceros papeles se conformó con descargarse contra la oligarquía o el público de los teatros céntricos. El público de los descamisados y grasitas había sido antes su público”. Too much. No. Hay más. “También era una ambiciosa irresponsable”. Pero la cuestión de género da la vuelta carnero al machismo político. “Él (Perón) era la mujer y ella el hombre”.

“Todas estas lecturas intentaron reescribir la biografía de Eva destacando aspectos personales, pero poco o nada decían de su aspecto político. Como si hubiera una negación a pensarla como sujeto político”, la historiadora Julia Rosemberg. La lectura es actual. La violencia política contra las mujeres anula la discusión política arremetiendo contra aspectos íntimos, sexuales, estéticos, psicológicos y rompen a muchas de las que quieren hacer política y, con estos ataques no llegan, desertan, lloran, se arrepienten o ni empiezan.

Evita nació en el 7 de mayo de 1919 y fue actriz. Alexandria nació el 13 de octubre de 1989 y fue bartender. Las dos vienen de la clase trabajadora y lo dicen con orgullo. Alexandria incluso reivindicó el término “descamisados”. Las dos lucharon por ampliar derechos, la justicia social y los cabecitas negras que hoy son migrantes en Estados Unidos o descamados en la atención de salud en Estados Unidos.

El papá de Evita, Juan Duarte, murió cuando ella tenía 11 años. El papá de Alexandría murió en el 2008 mientras ella estudiaba en la Universidad de Boston. Igual que Ofelia Fernández, en la Legislatura porteña, Alexandria es la mujer más joven en la historia del Congreso de Estados Unidos.

Alexandria Ocasio-Cortez es comparada con Evita en Estados Unidos y ella reivindica su legado (REUTERS)

Esta semana AOC dio un discurso histórico, de diez minutos, en donde acusó al republicano Ted Yoho de insultarla en las escaleras del Capitolio el lunes pasado. “Esto no es solo un incidente, es cultural”, expresó la congresista que habló de una cultura de aceptación de la violencia y del lenguaje machista contra las mujeres.

En la Argentina la violencia simbólica está sancionada en la Ley 24.685 para evitar y erradicar la violencia hacía las mujeres en todos los ámbitos. Aunque ahora se quiere avanzar en sancionar, específicamente, la violencia política.

El 20 de julio AOC estaba entrando al Congreso cuando se le acercaron Yoho –que es congresista por Florida- y el también republicano –por Texas- Roger Williams. Ella relató que Yoho, de 65 años, la llamo “repugnante”, “peligrosa”, y le dijo: “¡Estás totalmente loca!” porque ella había asociado los delitos que se producen en Nueva York con la desigualdad y la pobreza.

Alexandria Ocasio Cortez acusó a un congresista republicano de insultarla y de legitimar la violencia contra las jóvenes en sus comunidades.

Ella le contestó que estaba siendo “grosero”. Él se alejó insultándola y tildándola de “fucking bitch” y sus palabras fueron escuchadas por periodistas. El republicano negó haber dicho eso y solo asumió que murmuró para sus adentros. El miércoles 22 de julio él hablo en el Congreso del amor por Dios y por su familia.

Y, sin mencionarla, se disculpó con el eufemismo de “bruscas formas de conversación”. Además se excusó en que es “muy consciente” del lenguaje que emplea porque está casado y tiene hijas. “No me puedo disculpar por mi pasión o por amar a mi Dios, mi familia y mi país”, se justificó.

El jueves 24 ella contestó y dijo que iba a disculpar el incidente hasta que él cayó en el lugar común de escudarse en su esposa y sus hijas. “No necesito que el congresista Yoho se disculpe. Está claro que no quiere hacerlo. Está claro que cuando se le da la opción no lo hace y no me voy a quedar despierta toda la noche esperando una disculpa de un hombre que no se arrepiente de insultar a las mujeres y de usar palabras abusivas contra mujeres”.

Y arremetió: “Yoho mencionó que tiene una esposa y dos hijas. Yo soy dos años más joven que la hija más pequeña de Yoho. Yo soy la hija de alguien también. Mi padre, afortunadamente, no está vivo para ver cómo Yoho trató a su hija”, expresó, con emoción y firmeza.

Alexandria Ocasio Cortez le dijo a Ted Yoho que tener una hija no hace a un hombre decente, sino pedir disculpas.

Estoy aquí porque tengo que demostrarles a mis padres que soy su hija y que no me criaron para aceptar el abuso de los hombres”, siguió frontal. La revolución de las hijas no es un pasaporte al encubrimiento del machismo, sino una interpelación al cambio de los mandatos que atemorizan a las mujeres. “Tener una hija no hace que un hombre sea decente. Tener una esposa no hace decente a un hombre. Tratar a las personas con dignidad y respeto hace que un hombre sea decente”, cuestionó.

La revolución de las hijas es la de las bastardas, las huérfanas, las no reconocidas, las abusadas y las protegidas para volverlas débiles. No niega el lazo de los padres con las hijas pero vuelve ese lazo un compromiso y no una cinta que otorga impunidad.

AOC profundizó: “Al hacerle eso a cualquier mujer, lo que hizo Yoho fue darles permiso a otros hombres para que se lo hagan a sus hijas. Al usar ese lenguaje, delante de la prensa, dio permiso para que se use ese lenguaje contra su esposa, sus hijas, mujeres en su comunidad y estoy aquí para alzar la voz y decir que eso no es aceptable”.

Alexandria Ocasio-Cortez hizo campaña por Bernie Sanders y representa a los sectores más progresistas del Partido Demócrata (REUTERS)

Ella se crio en el Bronx. No es que nunca escuchó insultos, sino que no está en el Congreso para legitimarlos. “Quiero dejar claro que los comentarios del congresista Yoho no fueron especialmente dolorosos o lacerantes para mí porque he tenido un empleo de clase trabajadora. He sido camarera y he viajado en metro. He caminado las calles de Nueva York. Y este tipo de lenguaje no es nuevo. Me he encontrado antes con las palabras pronunciadas por Yoho y con hombres que las pronunciaban mientras me acosaban en restaurantes. He tenido que echar a hombres de bares que han usado el lenguaje de Yoho”.

Otras mujeres hicieron notar que los insultos sexistas son habituales, pero que ellas tienen el mérito de llegar a pesar de la discriminación y no sin discriminación. La presidenta de la Cámara y demócrata Nancy Pelosi declaró: “Me han llamado de todo durante al menos veinte años de liderazgo”.

Mientras que la congresista Barbara Lee resaltó la idea que hay que sobreponerse a las agresiones como lo hicieron mujeres fuertes. “Yo personalmente he experimentado toda una vida de insultos, racismo y sexismo. Y esto no impidió que me eligieran para un cargo público”, apuntó.

Tal vez el punto en común de Evita y de AOC no sea solo que recibieron insultos, que son latinas, que son apasionadas, sino que parte de su lucha por la justicia social no es para que lleguen las más fuertes, las que aguantan y las que tienen méritos, sino también para que no sean insultadas las que están por debajo del poder y las que no tienen voz para defenderse.

La sobrina nieta de Evita, Presidenta del Museo Evita y diputada Cristina Alvarez Rodríguez interpela en el capítulo “La justicia social como puente entre feminismo y peronismo” del libro Feminismo y peronismo. Reflexiones históricas y actuales de una articulación negada, compilado por Estela Díaz y editado por la Universidad Nacional de La Plata: “¿Cómo podemos mantener el feminismo como una amenaza a las muchas fuerzas que continúan oprimiendo, excluyendo y privando de derechos a segmentos enteros de la sociedad?”

SEGUÍ LEYENDO: