Las nuevas lecciones de Francis Fukuyama

En esta nota, algunas de las reflexiones que el autor de "El fin de la historia" compartió en un ciclo de conversaciones organizado por el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI)

Francis Fukuyama (Anabella Reggiani)

Uno de los primeros recuerdos que tengo de Francis Fukuyama provienen de mi época de estudiante. Recuerdo haber pasado por su oficina para realizar una consulta y encontrarme con que esta celebridad, el autor de El fin de la historia, recibía a sus estudiantes en una pequeña oficina que no superaba el tamaño de la de cualquier otro profesor. Esta humildad, que suele caracterizar a muchos académicos estadounidenses, es una de sus tantas virtudes. Hace unos días tuve la oportunidad de a volver dialogar con Fukuyama como parte de un ciclo de conversaciones que en el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) estamos teniendo con grandes pensadores.

Comparto algunas de sus reflexiones.

Sobre Brasil y el nacionalismo

“Bolsonaro es un fenómeno único en América Latina, ya que es un populista de derecha que utiliza a la raza de la misma manera que los grupos populistas de derecha europeos la usan, lo que es peculiar dado que la persona promedio de Brasil tiene un color de piel oscuro. O sea, es una plataforma alocada sobre la cual levantarse, pero que tiene cierto tipo de resonancia con cierta porción de la población brasileña”.

Sobre la derecha nacionalista

“[Los nacionalistas de derecha están] preocupados de que la migración masiva aplaste al grupo étnico dominante del país, que cambien definitivamente la identidad de la nación. Así que todo esto pasó mucho antes del COVID: fue la base sobre la cual se votó por el Brexit, y la razón de ser de Donald Trump. Ahora, el COVID puede reforzar eso fácilmente, pues ha inducido a todos, incluso a los europeos, a cerrar sus fronteras externas e internacionales a los extranjeros; ha vuelto fácil a los países culpar a los extranjeros de la epidemia. Esto es ciertamente lo que la administración de Trump ha intentado hacer en los Estados Unidos”.

Sobre el liberalismo y China

“También es una oportunidad para el restablecimiento del liberalismo sobre una base diferente. Pero para ello es necesario aprender ciertas lecciones. Primero, alentamos una versión muy extrema de la globalización: esencialmente, que compañías y empresas colocaban la eficiencia por sobre cualquier otra consideración, como, por ejemplo, las cadenas de suministro; y una de las cosas que esta epidemia ha demostrado es que el mundo simplemente se volvió sobredependiente en un solo país: China, que, políticamente, está demostrando no ser el socio más confiable. Esta reconceptualización había comenzado antes del COVID. El único elemento de la agenda de política exterior de Trump que recibió amplio apoyo fue su guerra comercial con China, tratar de disminuir la excesiva dependencia. Es una cuestión que ha surgido por todo el mundo, incluyendo Argentina, en términos de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda y los proyectos de infraestructura que China ha estado promoviendo, pues en mucho de los países en desarrollo hay muchos de estos proyectos que no fueron negociados en términos particularmente favorables. Ahora que todos se enfrentan a una recesión y parálisis económicas masivas, las deudas no se pueden pagar, y allí está el porqué ha habido toda esta serie de demandas para renegociar sus términos. De manera que ese aspecto, ese libre flujo de capital a lo largo del mundo, que ha sido asociado con el orden liberal temprano, es una de las cosas que serán reconsideradas rápidamente”.

Sobre Estados Unidos y el presidencialismo

“A mí no me gustan particularmente los sistemas presidenciales y me han venido a disgustar aún más a medida que envejezco. El presidencialismo estadounidense ha funcionado por una especie de accidente histórico por el cual el poder ha estado ampliamente disperso y, por ello, en la mayor parte de su historia, los presidentes no han hecho mucho daño. Pues tuvimos suerte que, durante la Guerra Civil, durante la II Guerra Mundial, tuvimos presidentes electos muy buenos y competentes; pero creo que, como vemos en los últimos años, un mal presidente puede hacer mucho daño. En cambio, si tienes un sistema parlamentario y tienes un presidente incompetente, tienes manera de alternar el liderazgo; no es necesario esperar al siguiente ciclo de elecciones. Sin embargo, en el sistema presidencial estás encerrado en este sistema rígido que amplifica la naturaleza personalista del liderazgo. El hecho de que todos estén enfocados en esta persona, el presidente, y dependientes de su carácter, ya sea el de un estadista responsable o el de un irresponsable guiado por su interés propio, hará que obtengas diferentes clases de resultados”.

Sobre América latina en el contexto del conflicto entre China y Estados Unidos

“En relación al rol de América Latina en el mundo, el caso es que hasta que algunos de estos temas internos sean solucionados, no estoy seguro que haya mucho en el campo de la política exterior que la región pueda hacer para alterar su rol. Me parece que se ha convertido un poco en peón de este juego de ajedrez entre China y Estados Unidos, aunque, francamente, los Estados Unidos no han estado dando mucha atención a muchas de las otras partes del mundo bajo esta administración. Puede que no sea del todo malo pues a veces cuando administraciones republicanas prestan mucha atención a América Latina es por las razones equivocadas: se preocupan por la influencia del comunismo o de Cuba, o cosas de ese estilo. Así que pienso que, hasta cierto punto, América Latina se ha convertido en un peón en la lucha entre los Estados Unidos y China. En algún momento pienso que Estados Unidos comenzará a prestarle atención a esto. China sí es una alternativa atractiva, puesto que otros países occidentales no han venido ofreciendo mucho en el área de infraestructura, por lo que es entendible que haya una gran tentación en aceptar las ofertas chinas. Pero puede que haya una interesante reflexión acerca de esto en muchos lugares pues, como dije, esa excesiva dependencia en China no ha sido buena para muchos países en el largo plazo”.

Las teorías no sólo resultan útiles porque explican la realidad, sino también porque pueden brindarnos un marco que fomente la aparición de otras teorías, fomentando así un sano y enriquecedor debate. De más esta decir que lograr esto resulta sumamente difícil, pero Fukuyama lo logró con El fin de la historia.

Efectivamente, la idea de que con la democracia liberal y el capitalismo la historia había alcanzado su fin, el objetivo al que eventualmente se dirigirían todas las sociedades, fue elogiada, criticada y citada en innumerables ocasiones. Fue la gran idea que nos permitió pensar un mundo que comenzaba a tomar forma a fines de los 1980. Dada la capacidad de Fukuyama, no debería sorprenderlos que este autor vuelva a brindarnos el marco teórico que utilizaremos para debatir el nuevo orden internacional que parece estar emergiendo. Este es uno de los tantos motivos por los cuales deberíamos prestarles especial atención a sus palabras.

El autor es secretario general del CARI y global fellow del Wilson Center