Está naciendo una nueva escuela

Fotografía de un aula de una escuela cerrada (EFE/Joédson Alves/Archivo)

“Ningún hombre pisa dos veces el mismo río, porque no es el mismo río y él no es el mismo hombre”. La frase de Heráclito, certera y sagaz, señala dos verdades: la historia es irreversible, dinámica. Nunca va hacia atrás y su motor es el cambio. Conscientes de ello, estamos llamados a ser protagonistas de la historia única e irrepetible que nos ha tocado vivir. La humanidad vencerá al virus, pero nada será igual: el mundo, nosotros, nosotras. Tampoco la escuela. La nueva escuela que está naciendo es producto y respuesta a la pandemia. Los edificios están cerrados para cuidar la salud, pero la escuela y las clases nunca se detuvieron, un dato conmovedor de la unión de planificación y voluntades para lograr un objetivo común, difícil pero que no fue imposible y que nos hizo, como sociedad, garantizar un derecho, más aun, una esperanza en medio de tanto sufrimiento mundial.

Una escuela es más que un edificio, es una comunidad de personas y una red institucional. Son quienes están protagonizando la transformación. Un aspecto visible y positivo es que se han roto muchos compartimentos estancos. Las divisiones binarias ceden ante la organización en red. Alumnos y alumnas, docentes, directivos y funcionarias, familias y comunidades, gobierno y sociedad civil están trabajando en red y ese en sí mismo es un cambio importante. Compartiendo desafíos y comprensibles temores, reflexiones y experiencias, interrogantes y respuestas, practicas nuevas y tradiciones ancestrales de la educación. Estamos haciendo camino al andar, pisando con la prudencia de pasos cortos y firmes, a veces con incertidumbres comprensibles, pero sin dejar nunca de caminar hacia un nuevo horizonte.

Ese horizonte perfila una escuela bimodal: porque será presencial y virtual a la vez (como casi todo en la vida). El regreso será gradual pero universal, segmentado y ordenado, prudente y planificado, difícil pero reparador, racional pero muy sensible.

Saludable: porque practicará hábitos de vida esenciales de salud, pero sobre todo de sana convivencia. Participativa: porque deberá lograr consensos profundos, pero también porque habrá un vuelco pedagógico hacia la construcción colectiva del conocimiento, del “yo enseño” al “nosotros aprendemos”.

Diversa: porque cada región, institución y persona deberá ser tratada y respetada en su propio modo de ser. En lo pedagógico, porque los saberes vendrán de la ciencia pero también de la experiencia.

Esa es la escuela que imaginamos y para poder caminar necesitamos imaginar y tender al horizonte. Pero el camino no será un lecho de rosas, lo sabemos. Para caminar serán necesarios pasos básicos.

Planificación: Tucumán está en fase 5 del plan educativo de contingencia, la de preparación (el protocolo aprobado por el Consejo Federal de Educación es un paso substancial en ese aspecto porque brinda un marco general de referencia para apuntalar el plan propio).

Articulación: trabajar en espejo educación y salud. Involucrar también a todas las áreas y escalas del gobierno con la sociedad civil y las personas a través de sistemas de consenso y planificación.

Acompañamiento: la información, orientaciones, acompañamiento, monitoreo y sobre todo la sensibilidad son la condición necesaria para todo lo demás. Hay un “antes” del regreso que es vital.

Inversión: identificar prioridades, combatir asimetrías, ajustar desfases, corregir injusticias, garantizar derechos. Como en salud. Alberto Fernández y Juan Manzur han hecho explicita la prioridad que la educación ocupa en sus gestiones de gobierno. Los planes nacionales y provinciales para el regreso contemplan una inversión importante y progresiva. El Estado no podrá solo. Particularmente en lo referido a conectividad, que hoy es una necesidad básica, y donde hay una necesidad nace un derecho. Las empresas de telecomunicación tienen la oportunidad de ayudar al Estado y a la gente a “tener internet” educativo. Sería un gran gesto de responsabilidad social en la vida de postguerra que nos espera (como ocurrió luego de 1945 cuando el Estado de Bienestar se hizo junto al sector privado en Argentina y el mundo). Para ello en Tucumán junto a diputados y diputadas nacionales hemos elaborado un proyecto de ley como forma de sumarnos al plan nacional Juana Manso del ministro de Educación Nicolás Trotta.

La crisis global y sistémica que vivimos es una oportunidad: la de ser mejores. No podemos modificar la historia hacia atrás, pero si hacia adelante, esa es la más inmensa libertad. Como todo cambio profundo, demandara tiempo, paciencia, dedicación, generosidad, respeto, solidaridad, voluntad inquebrantable, sentir colectivo, acciones concurrentes por parte del estado, la sociedad civil y cada persona.

Como recuerda Eduardo Galeano :”La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre 10 pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso... sirve para caminar”.

Caminemos con barbijos, pero sin miedos, con distanciamiento social, pero con cercanía afectiva.

El autor de la nota es ministro de Educación de Tucumán

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