La reducción de la tasa de letalidad del COVID-19 sustenta la flexibilización de la cuarentena

El Gobierno nacional anunció el viernes la extensión del ASPO por otros 14 días, pero con reapertura gradual de diversas actividades sociales y comerciales dentro de cada jurisdicción del AMBA

La mejora de los índices de respuesta al aislamiento llevaron a flexibilizar la cuarentena (Presidencia)

Las autoridades sanitarias de Argentina anuncian todos los días la tasa de letalidad del COVID-19 (personas fallecidas en relación a la cantidad de contagios detectados), actualmente en torno al 1,9%. Esta letalidad no sólo es baja con respecto a la expectativa inicial a nivel internacional (3,4% en marzo según la OMS) sino también en la comparación internacional (donde promedia 4,5 por ciento).

Esta situación lleva a presumir que, además de los méritos propios, la secuencia temporal ha jugado un rol a favor de la Argentina, permitiendo aprovechar aprendizajes relevantes en cuanto a la prevención y al tratamiento de los contagios al observar las experiencias en Asia, Europa y EE.UU.

La cantidad de contagios detectados), actualmente en torno al 1,9%. Esta letalidad no sólo es baja con respecto a la expectativa inicial a nivel internacional (3,4% en marzo según la OMS) sino también en la comparación internacional (donde promedia 4,5 por ciento)

La evidencia al respecto está contenida en los datos de la propia evolución del COVID-19 en el país. Como se observa en el gráfico, tanto el porcentaje de contagios que derivan en internaciones en unidades de cuidado intensivo (UCI) como la letalidad del virus han disminuido de forma consistente desde abril hasta aquí.

Fuente: FIEL

Estas regularidades, sin embargo, deben ser confirmadas con información más detallada que permita corregir posibles sesgos (como por ejemplo, que el índice de letalidad -con fallecimientos rezagados algunas semanas respecto de los contagios- tenderá a aumentar una vez que se haya pasado el pico de la pandemia). Para ello puede usarse la base de datos abiertos del Ministerio de Salud de la Nación, disponible desde fines de junio:

1. La caída en el porcentaje de internación en UCI a nivel país ya quedó confirmada en una nota previa en Infobae, y por razones de espacio tal confirmación se omite aquí.

2. La verificación de la evolución decreciente de la tasa de letalidad requiere construir indicadores que incorporen igual tiempo de observación para permitir que un nuevo contagio por COVID-19 desemboque o no en un fallecimiento. Hay varias opciones. Una es comparar los porcentajes de casos que resultan en fallecimientos en el mismo mes calendario en que se determinaron los contagios. Otra es incluir en el índice de letalidad también a los fallecidos del mes siguiente al momento de determinación de esos contagios. Esta última es más exacta (sólo 5% de los fallecimientos ocurren luego de más de 30 días de haberse confirmado el contagio), pero impide medir la situación más reciente y requiere por ejemplo estimar el dato de junio.

El cuadro más abajo muestra ambos cálculos de letalidad del COVID-19: % de contagiados fallecidos (1) en el mismo mes y (2) en ese mes o en el siguiente del contagio verificado; tanto para el país en su conjunto como para la Provincia de Buenos Aires (PBA), la Ciudad de Buenos Aires (CABA) y el Chaco (donde hay suficiente cantidad de casos y de fallecidos como para obtener estadísticas confiables –especialmente en abril, mayo y junio). Puede observarse allí que la letalidad del COVID-19 fue efectivamente disminuyendo en el tiempo de manera general en distintas partes del país: con la primera opción, en junio la letalidad fue del 1,1% (vs. 4,8% en abril); con la segunda opción, dicho porcentaje cayó del 7,7% en abril al 3,3% en mayo, estimándose un valor en torno al 1,9% para junio; y por el momento, hasta el 14 de julio, dicho porcentaje es de sólo 1,7 por ciento.

La letalidad del COVID-19 fue efectivamente disminuyendo en el tiempo de manera general en distintas partes del país

También se observa allí que la letalidad es mayor en Chaco que en PBA y en CABA, sugiriendo distintas calidades de la atención sanitaria y/o del estado de salud de la población (dado que no hay grandes diferencias en las edades promedio de los contagios entre jurisdicciones).

Fuente: FIEL

Fenómenos asociados

Una vez establecidas estas regularidades de forma confiable, el análisis de los expertos sanitaristas es el que debe aportar las interpretaciones y explicaciones correspondientes. Sin pretender reemplazarlo, cabe notar dos fenómenos asociados –una reducción en la edad promedio de los nuevos contagios y un aumento de la edad promedio de los fallecidos por COVID-19, en el siguiente cuadro, -consistentes con una creciente segmentación por edades en el aislamiento social (reduciendo los contagios relativos de la población de mayor edad) y con mejoras en el tratamiento de la enfermedad en sí misma-.

Fuente: FIEL

Por el contrario, hay indicadores adicionales que sugieren mejoras en la calidad de la atención médica, como por ejemplo la reducción del porcentaje de internados en UCI por COVID-19 que luego fallecen. En efecto, como lo muestra el Cuadro 4 y considerando los datos de todo el país, esta reducción ha sido notable, desde 48,1% en marzo hasta un estimado de 38,7% en junio (con valores algo menores en PBA y CABA y mayores en Chaco –donde la mejoría recién se observa en este último mes).

El mismo proceso se ha observado a nivel internacional: según reporta Bloomberg – una docena de estudios en base a más de 10.000 internados en UCI en Asia, Europa y EE.UU., indican que el porcentaje de pacientes internados en UCI por Covid-19 que no sobreviven a la enfermedad cayó desde casi 60% hasta menos de 42% entre marzo y mayo.

Hay indicadores adicionales que sugieren mejoras en la calidad de la atención médica, como por ejemplo la reducción del porcentaje de internados en UCI por COVID-19 que luego fallecen

Tal evidencia, además, sugiere algunas preguntas centrales: ¿Cabe esperar que la evolución observada en términos de menor gravedad y letalidad asociada al Covid-19 hasta aquí se mantenga en los meses siguientes? ¿Y si fuera así, ello no amerita una reevaluación global de las bondades del aislamiento social estricto?

Fuente: FIEL

Afortunadamente, aunque tal vez por las razones equivocadas (esto es, por la inviabilidad económica y social de sostener la estrategia de fuerte aislamiento social en el AMBA), las perspectivas sanitarias en este momento apuntan a una flexibilización y focalización del distanciamiento social y del seguimiento y control de los nuevos contagios, por lo cual las preguntas anteriores pierden relevancia relativa. Sin embargo, las respuestas deberían estar listas y ser tenidas en cuenta al momento de considerar los reclamos que seguramente aparecerán por volver a utilizar el martillo con nuevas cuarentenas a partir de agosto.

El autor es Economista Jefe de FIEL

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