La cuarentena obligatoria delictiva

Según el autor, los enfoques utilitaristas, como el de algunos epidemiólogos y algunos economistas, no son válidos en el campo social. El actual abordaje de la pandemia, dice, sólo sirve a la casta política

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Anuncio presidencial en Olivos (Presidencia)
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Pasaron ciento veinte días de Cuarentena Obligatoria, la cuarentena más larga del mundo. En este marco, hace tiempo que los ciudadanos somos espectadores de una contienda entre dos bandos utilitaristas. Por un lado, está el de los médicos (no todos) en general y los epidemiólogos en particular que, mirando los números de contagios y muertes, aconsejan seguir en cuarentena. Del otro lado están los economistas (tampoco todos) que, observando los números de actividad y empleo, proponen levantar la cuarentena. Sin embargo, ninguna de las dos posturas es correcta, ya que ambas son justamente utilitaristas.

De acuerdo con el enfoque utilitarista, la bondad de todo acto debe calcularse en razón de la utilidad que dicho acto proporciona. Sin lugar a duda, este enfoque es posible en el campo del individuo y sus decisiones personales. ¿Por qué? Porque cada individuo conoce sus curvas de indiferencia (preferencias) y por ende su función de bienestar, y en consecuencia puede maximizar su propia utilidad sujeto a una restricción.

Por el contrario, en el campo social este último ejercicio es imposible de llevar a cabo. Nunca puede existir la función de bienestar social, ya que no hay un bienestar general que surja de las agregaciones de las preferencias individuales. Ergo, no se puede maximizar la utilidad general. Nadie puede asegurar que a la sociedad le brinda mayor utilidad tener menos muertos y/o contagiados que tener más PBI o menos desempleo, o viceversa.

La casta política

En este marco, hay que tener bien en claro que todo enfoque utilitarista es funcional a la casta política, ya que propulsa el intervencionismo del burócrata estatal, invadiendo nuestros derechos naturales y decidiendo sobre los puntos más esenciales de nuestras vidas. De hecho, es el enfoque utilitarista, en conjunción con la fatal arrogancia del funcionario público, quien conduce a ese engendro del Programa de Flexibilización de la Cuarentena en cómodas doce cuotas, en el cual se planea un cronograma de doce fases en el cual se crea ciudadanos de primera, segunda, tercera y hasta de doceava categoría frente a la norma positiva dictada por el dictador de turno.

Todo enfoque utilitarista es funcional a la casta política, ya que propulsa el intervencionismo del burócrata estatal, invadiendo nuestros derechos naturales y decidiendo sobre los puntos más esenciales de nuestras vidas

La Cuarentena Obligatoria es un tema muy importante que no debe ser discutido dentro del marco del utilitarismo, ni tampoco abordado desde la medicina o la economía. Por el contrario, la importancia de la Cuarentena Obligatoria amerita que sea abordada desde Filosofía, madre de todas las ciencias, y analizado desde los aspectos más esenciales del ser humano, es decir; el derecho natural, la ética y la moral de la libertad.

Contra natura

En este sentido y desde este marco analítico, no cabe ninguna duda que la Cuarentena Obligatoria es un delito contra el derecho natural, es decir; contra la esencia del ser humano. Y la Cuarentena Obligatoria es un delito siempre, desde el primero hasta el último segundo de su existencia. No hay una Cuarentena Obligatoria “buena” hasta un momento, y posteriormente una Cuarentena Obligatoria “mala”. Nadie en su sano juicio pensaría que está bien matar personas o robar hasta las diez de la mañana, pero luego pensaría que ambas acciones pasan a ser delito durante las subsiguientes catorce horas del día.

La cuarentena obligatoria es un delito contra la esencia del ser humano. Y es un delito siempre. No hay una cuarentena obligatoria “buena” y una cuarentena obligatoria “mala”.

La Cuarentena Obligatoria es un delito que la casta política perpetúa desde el Estado, atentando contra el imperativo moral del derecho de cada individuo a su persona, al uso de su primera propiedad (el cuerpo), a su energía y al usufructo de su trabajo.

El hecho natural es que el ser humano es dueño y propietario tanto de sí mismo, como de la extensión de sí mismo dentro del mundo material, es decir; propietario del fruto de su energía y trabajo que le provee los medios necesarios para alcanzar sus fines y sobrevivir, vivir, progresar y desarrollarse. Además, el ser humano vive en sociedad. Y una sociedad libre es aquella en la cual todo ser humano disfruta de sus propiedades naturales (su persona y los frutos de su trabajo) a salvo de agresiones, invasiones y/o injurias por parte de otros hombres y/o mujeres.

En otras palabras, hay libertad si y sólo si no hay invasión de la propiedad que el hombre tiene de sí mismo, de la propiedad de su libertad para trabajar y propiciarse su sustento, ni tampoco de todos los títulos de propiedad adquiridos por medio del intercambio comercial. Esta norma de la libertad es la regla de la propiedad natural y es de aplicación universal para todo ser humano, en todos los tiempos y lugares, y con cualquier nivel de desarrollo social y económico.

Por el contrario, si hay un grupo de personas (gobierno) que puede imponer un mandamiento coactivo sobre los restantes individuos impidiéndoles hacer uso de la propiedad sobre sí mismos y/o de sus energías “laborales”, entonces se rompe la ética universal para todo el género humano, porque no se aplican las mismas normas para todos. Pasa a haber un grupo (mayoritario) de hombres que es sojuzgado por otro grupo (menor) de hombres.

Violencia ofensiva

En este marco, queda claro que la Cuarentena Obligatoria es violencia ofensiva a través de la cual los gobiernos invaden la propiedad de las personas sin su consentimiento. Los gobiernos son agresores que imponen su voluntad violentando la propiedad natural de las personas, privándolos del pleno ejercicio de su natural auto posesión. Y el punto es que el ser humano sólo puede proveerse su sustento, vivir, crecer y prosperar ejercitando su libertad natural de elección.

El presidente Alberto Fernández en
El presidente Alberto Fernández en una reunión con el consejo asesor de epidemiólogos.

En definitiva, los burócratas del Estado están atentando contra la vida del ser humano, exactamente lo opuesto a todo lo que (mentirosamente) pregonan. Si se tiene en cuenta que delincuente es aquel que rompe la paz, que en esencia consiste en poder disfrutar en forma tranquila, sosegada e imperturbada de la propiedad natural y sus resultantes, sólo cabe concluir que los burócratas del Estado están delinquiendo con la Cuarentena Obligatoria.

Violencia defensiva

Hay que tener bien en claro que la violencia ofensiva siempre es delito. Por el contrario, la violencia puede no ser delito sólo si es defensiva; es decir, sólo si es utilizada como respuesta a una agresión previa procurando recuperar la propiedad anteriormente violentada. De hecho, en esto último se basa la Justicia. Cuando la Justicia condena a prisión a una persona está actuando violentamente, pero lo está haciendo sólo como respuesta a una agresión violenta previa. En este marco, es necesario comprender que si todas las personas tienen derecho absoluto a su propiedad natural, se sigue que también tienen derecho a conservarla y defenderla. Sin derecho a defender la propiedad natural, deja de haber propiedad natural.

Cuando la Justicia condena a prisión a una persona, está actuando violentamente, pero en respuesta a una agresión violenta previa. Si las personas tienen derecho absoluto a su propiedad natural, también tienen derecho a conservarla y defenderla. Sin derecho a defenderla, deja de haber propiedad natural

En pocas palabras, el individuo puede emplear su defensa contra una agresión previa que invade su propiedad natural y sus producidos. Ahora bien, este tipo de respuesta defensiva no puede utilizarse contra cualquier tipo de daño. La agresión puede ser utilizada sólo como defensa frente a una amenaza de invasión, violencia y/o daño que sean indudablemente palpables, inmediatos y directos. Por el contrario, no se puede apelar a la violencia como respuesta a una (supuesta) agresión por amenazas y/o daños potenciales imprecisos y futuros, es decir; que no son ni patentes, ni inmediatos.

En este contexto, se entiende que la Cuarentena Obligatoria, en todas sus formas, viola la moral y la ética de la liberad, convirtiéndose en un delito contra el derecho natural de las personas, ya que el Estado utiliza la violencia física en forma ofensiva, y no lo hace defensivamente como respuesta a una agresión previa de parte de los individuos.

Además, el Estado utiliza dicha violencia ofensiva “por las dudas”, metiendo a todos en la “misma bolsa”, intentando prevenir una amenaza o daño potencial que no sólo no es certero, sino que es impreciso y futuro. Se están violentados los derechos naturales de los individuos sanos. Adicionalmente, el COVID19 tampoco produce un daño certero, y mucho menos uniforme, palpable, inmediato y directo, que son las condiciones previas y necesarias para poder responder con violencia. En este sentido, es claro que un enfermo puede no contagiar, o puede generar diferentes tipos de contagios: i) asintomático; ii) cuadro leve; iii) cuadro complicado o iv) muerte. No se sabe. Para peor, y como si faltaran más agravantes, la agresión ofensiva del Estado sobre el derecho natural de los individuos es por tiempo indeterminado, es decir; no tiene fecha de vencimiento. La gravedad de este último accionar se dimensiona cuando se toma nota que el Estado, cuando utiliza la violencia defensiva y mete presos a los ladrones y/o asesinos, siempre lo hace con fecha de vencimiento. Es decir, los delincuentes son privados de su libertad por un tiempo acotado y siempre conocido a priori.

En pocas palabras, la Cuarentena Obligatoria de la casta política trata a gran parte de la ciudadanos de este país peor que a delincuentes. Millones de ciudadanos tenemos nuestros derechos naturales; es decir, los derechos más esenciales, totalmente cercenados. Y en este sentido, es válido recordar que la ética y la moral del derecho natural habilitan el accionar defensivo como herramienta de defensa de nuestra propiedad privada más intrínseca, o sea; el derecho a usar nuestro cuerpo, energía y fuerza de trabajo en libertad.

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