En el palacio dependencia y en la calle libertad: las dos caras opuestas del 9 de julio

(Christian Heit)

Dos imágenes muy fuertes resumen el Día de la Independencia. La primera atañe a la reunión virtual en Olivos entre el presidente y los gobernadores. La segunda tiene que ver con los banderazos en las calles.

Se vieron consignas, banderas y episodios repudiables como las agresiones a los colegas del canal C5N. Algunos no entienden en la defensa de la libertad que esta es justamente eso: la máxima tolerancia con el que piensa distinto.

Llamó la atención la foto preparada en Olivos y el acto con ese estilo cinematográfico propio de los videos de Cristina Fernández de Kirchner. El mensaje político inscrito allí. El presidente en el medio y, distribuidos en sillas cercanas, los empresarios. Atrás, estáticos, casi como granaderos repartidos en una gran pantalla, todos los gobernadores.

Era una escena fuerte. Se buscó la unión. “Acá estamos todos”, dijo Alberto Fernández, que edificó el comienzo con un fallido. Es terrible pretender dar un mensaje de unidad y certeza positivo desde una mentira.

Una mentira simbólica, gratuita y torpe. Nunca dejó de llamarse Mercedes Sosa Radio Nacional. Sin embargo, vinieron con la epopeya de renombrarla y hacerle justicia a la tucumana que hoy cumpliría años.

Partió desde un blooper el presidente, con pompa y artefacto. Le habrá mentido Rosario Lufrano. Le habrá hecho creer a Fernández que Radio Nacional había dejado de llamarse Mercedes Sosa.

Si se construye el acto simbólico y poderoso desde una pequeña gran mentira, la estantería de la credibilidad se cae a pedazos. En el medio del discurso, el jefe de Estado dijo que venía “a terminar con los odiadores”.

Son palabras de un hombre que ha construido sus discursos con sofismas. En el pasado, ha dicho todo lo contrario a lo que dice hoy y es muy probable que todo lo que dice hoy sea todo lo contrario de lo que diga mañana.

¿Quiénes son los “odiadores seriales”? ¿Los definirá usted, Alberto Fernández? ¿Los propios también cuentan? ¿O solo los ajenos? ¿Ya definió cómo terminará con los “odiadores”? ¿Será de una vez o con un plan sistemático?

¿Qué es un “odiador”? ¿Alguien que no piensa como usted, señor presidente? ¿Alguien que le hace ver que detrás de las palabras, los hechos muchas veces dicen lo contrario?

A partir de ahí, quienes rodeaban al mandatario en el Día de la Independencia, ¿qué es lo que mostraban y esperaban? ¿Qué es lo que nos transmitían? ¿Unidad?¿Confluencia? ¿Convergencia? ¿Con qué? ¿Sobre qué proyecto?

En el Día de la Independencia, todos los gobernadores de todas las provincias se encuentran más dependientes que nunca del poder central. La cuarentena como artefacto político ha logrado poner en el parate económico de rodilla a todos los jefes provinciales.

Sin la asistencia financiera proveniente de la emisión monetaria del Banco Central, los gobernadores no pueden pagar los sueldos. En el Día de la Dependencia Política, se dio a conocer que el miércoles el Estado nacional les girará a los empresarios los ATP de junio. Dependencia de los gobernadores, de los empresarios y de los ruralistas.

¿Qué ha hecho el Estado en 112 días de cuarentena? ¿Qué ha hecho el presidente Fernández? ¿Qué han hecho diputados y senadores? Algunos gobernadores rebajaron sus sueldos y los de sus funcionarios políticos. ¿Gestos de la política nacional? Cero. No les hacen falta porque esas son “tonterías demagógicas”.

¿Qué tipo de propuesta de unión de los argentinos es esta, desde la rigidez de la obediencia debida en un acto en Olivos? ¿En serio nos quieren transmitir que detrás de esto hay un plan? ¿La Argentina es la rigidez de los rostros? ¿O la democracia es la soltura del debate y las conversaciones públicas?

La respuesta de buena parte de la sociedad se vio esta tarde en las calles de todo el país. Las consignas se mezclaban y las voces también.

La libertad de prensa y la independencia del Poder Judicial primaron. Es un grito de una multitud errante a la cual el establishment responde con esa rigidez patética que pretendía, gracias a la virtualidad, una especie de show escolar.

Espejismos escolares como si fuéramos niños que detrás de la figurita de cada gobernador pudiéramos ver al prócer local y detrás de cada representante sectorial, un paladín de la defensa de nuestros intereses.

La Argentina institucional es como la maqueta de ese show: no hay nada detrás de eso. Solo conciliábulos de oficina chica y un capitalismo sin mercado y un socialismo sin plan. Maqueta rígida de un país dependiente de sus peores vicios. Eso es lo que se vio hoy.