El Gobierno está obligado a bajar el gasto público

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El ministro de Economía Martín Guzmán (REUTERS/Agustin Marcarian)
El ministro de Economía Martín Guzmán (REUTERS/Agustin Marcarian)

Seguimos sin cerrar el tema de la deuda. ¡Quiero creer que algún día se va a lograr! Quedará entonces el “pequeño detalle” de cómo se va a pagar... y el resto de los gastos. Para ello es necesario eliminar el déficit fiscal. Cuando los acreedores se preguntan cuál será nuestro plan económico seguramente están pensando en cómo podrán recuperar sus fondos. Los ciudadanos de a pie solamente queremos que Argentina vuelva a crecer y que podamos trabajar. Sorprendentemente, es mucho más exigente este segundo pedido.

Los planes económicos se refieren a tipo de cambio real, a estructura arancelaria, al sistema cambiario, rol del Banco Central, etcétera. Por supuesto, afecta el funcionamiento de la economía en su conjunto, especialmente al mercado laboral. Suena todo muy difícil, y lo es. Tiene que haber coherencia entre las medidas y se necesitan propuestas de largo plazo. Sin temor a equivocarme, pocas veces ha ocurrido en las últimas décadas que tengamos coherencia y mirada de largo plazo. Por otra parte, todo plan quita aquí y pone allí, y siempre hay disconformes: están los que les quitaron y los que todavía no recibieron. Además de incoherentes, muchos planes fracasan porque generan pésimos incentivos y no vale la pena producir o crear.

Es crucial que al diseñar un plan para crecer también pensemos de dónde salen los recursos y en qué se va a gastar. Respecto a recursos, todos sabemos que la carga impositiva es fenomenal y poco eficiente y que es necesario simplificar y reducir la cantidad de impuestos. El problema grande entonces es cómo reducir el gasto.

Con el gasto hay una cuestión ideológica y otra de practicidad. La ideológica se refiere a quién hace el gasto. ¿Es mejor que lo haga el Estado o un privado? La parte práctica se refiere a si es mejor gastar en esto o aquello, definiendo los gastos prioritarios.

Antes de la pandemia ya teníamos un gran déficit que se ha acentuado por la recesión, con menos ingresos y más gastos. Es indispensable una reevaluación de todos los gastos, definiendo prioridades y responsabilidades. Por responsabilidades me refiero a quién en los tres niveles de gobierno (nación, provincias y municipios) definirá y realizará el gasto. Con números muy gruesos, para reducir el gasto 1% del PBI será necesario reducir 2% el gasto (entre todos los niveles), ya que el gasto total supera cómodamente el 40% del PBI. Hay gastos muy inflexibles, como la seguridad social, pero en otros claramente puede haber muchísimos cambios.

Aclaro que el pago de la deuda recae sobre el Estado nacional, por lo que deberá reducir aún más sus gastos. Siendo muy optimista, con un déficit fiscal nacional mínimo de 5% del PBI, deberá reducir más de 10% sus gastos. ¡Será muy difícil! Pero inexorable a menos que crezca el PBI, que no puede crecer con la mochila de impuestos.

No hay muchas opciones. Puede haber un salto de fe: reducir impuestos para que la economía crezca. Difícilmente ocurra ya que el Gobierno cree que su rol debe ser mayor que el que ya de por sí tiene ahora. Otra posibilidad es redireccionar el gasto hacia inversión que aumente productividad: caminos, puertos, infraestructura en general. Eso bajaría los costos para quienes producen. El gasto sería similar al actual, pero se gastaría de manera muy diferente y la economía podría crecer. Una tercera posibilidad es cortar abruptamente muchos gastos esperando la comprensión de los afectados. Tal vez haya una combinación de los tres.

Si no hay una reducción de los gastos, toda la negociación de la deuda habrá sido en vano. Significará que Argentina no pudo, supo o quiso cumplir con sus compromisos pasados, y está prometiendo algo que no podrá, sabrá o querrá cumplir en el futuro.

La autora es economista de la UCEMA

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