El papa Francisco y la universidad del sentido

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El papa Francisco
El papa Francisco

En medio de la crisis que afecta al mundo por la pandemia, en medio de la oscuridad provocada por los sucesivos focos de los ánimos bélicos y las guerras tecnológicas, cuando los más grandes economistas reconocen la abismal desigualdad entre los habitantes producida por la acromegalia capitalista y la extensión de la miseria, en medio de ese caos, un fuego que ilumina y un orden que como una flecha va dirigida al corazón de la cultura.

Frente a la realidad de las universidades que (de)forman a los jóvenes viejos de la cultura individualista el Papa habló. En una reunión virtual con invitados de todo el mundo, Francisco pronunció el discurso inaugural de una novedosa universidad: la del sentido. Y lo hizo en el marco de la fundación creada también por iniciativa pontificia llamada Scholas Ocurrentes.

Tres imágenes para una universidad

“La fundación de Scholas -dijo el Papa en su discurso inaugural el 5 de junio pasado- estuvo acompañada por tres imágenes que me guiaron: la escena de la película La Strada de Fellini (1954) (en la cual El loco habla con Gelsomina -angustiada por el sinsentido de su existencia ante la prisión de Zampanó- y le dice que en este mundo todo tiene un sentido y tras recoger algo del suelo agrega “hasta esta piedra lo tiene”); la imagen del “llamado” o la vocación de Mateo pintura de Caravaggio (1599-1601) (en la que Jesús ingresa a una taberna donde se encuentran reunidos cobradores de impuestos y señala y llama a Mateo); y la imagen de la novela El idiota de Dostoievski (en la que el genial escritor ruso narra la historia del príncipe Lev Nikoláievich Myshkin, de extraordinaria humildad, belleza y sencillez). De estas imágenes ejemplares toma “tres conceptos: el sentido, el llamado y la belleza” (como valor trascendental).

Crisis significa peligro y también oportunidad

Para el Pontífice, la “crisis significa ruptura, peligro, pero también oportunidad, apertura”. En momentos de crisis, nos invade el miedo, nos cerramos como individuos, nos vaciamos de “sentido, tapando el propio llamado, perdiendo la belleza”, aseveró. Esto es lo que pasa cuando uno atraviesa una crisis solo, sin reservas.

Scholas nació de una crisis, y salió a escuchar el corazón de los jóvenes, a cultivar la realidad nueva. Buscando una alternativa para responder a la crisis” dijo el Santo Padre.

Educar es escuchar, crear cultura, celebrar

“Y eso es educar. La educación escucha, o no educa. Si no escucha, no educa. La educación crea cultura, o no educa. La educación nos enseña a celebrar, o no educa”.

“Educar es ir escuchando, creando y celebrando la vida y es lo que Scholas Occurrentes ha hecho desde su fundación”.

“Armonizando el lenguaje del pensamiento con los sentimientos y las acciones… Es lo que continuamente les dije en nuestros encuentros: lenguaje de la cabeza, del corazón y de las manos, sincronizados. Cabeza, corazón y manos creciendo armónicamente”.

Scholas: la cultura del encuentro

“Así, he podido ver en esta fundación, profesores y alumnos japoneses bailando con colombianos. Jóvenes de Israel jugando con los de Palestina. Estudiantes de Haití pensando con los de Dubái. Niños de Mozambique pintando con los de Portugal, los he visto en los encuentros organizados por Scholas, vi -dijo el Papa- entre Oriente y Occidente, un olivo creando cultura del encuentro”.

“La cultura del encuentro -afirmó el Papa Francisco- reúne el sueño de los niños y los jóvenes con la experiencia de los adultos y los viejos. Este encuentro tiene que darse siempre, si no, no hay humanidad. Sin ese encuentro no hay raíces, no hay historia, no hay promesa, no hay crecimiento, no hay sueños, no hay profecía”.

Y Francisco concluyó: “Sigan adelante sembrando y cosechando, con la sonrisa, con el riesgo, pero todos juntos y siempre de la mano para superar cualquier crisis”.

¿Qué le dice la universidad del sentido a las otras universidades católicas?

Sería impertinente de nuestra crónica contestar a ese interrogante, pero sin dudas ha de surgir en la cabeza del lector, por lo que cabe preguntarse ¿no será que algo le está diciendo a las 1.865 universidades católicas que hay en todo el mundo? ¿En otras palabras, así como el Obispo de Roma habla de “una iglesia en salida”, de “la iglesia de frontera” es válido pensar lo propio de las universidades? ¿Acaso de profesores con olor a oveja? Su estructura y su misión ¿no deben ser icónicas a su verdad ontológica?

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