Los mercados ilícitos y la gran oportunidad que ofrecen para el lavado de dinero se han potenciado y han crecido exponencialmente durante la pandemia, tendencia que previsiblemente se acelerará en el contexto de la inmediata post pandemia.
El colapso económico que produjo el confinamiento obligatorio afecta a todas las empresas, aunque de manera inversamente proporcional a su tamaño, tal y como se verificó en la crisis financiera mundial de 2008: las grandes empresas tienen mayor capacidad de sobrevivir estos avatares: pueden reducir filiales, cerrar algunas de sus plantas, reducir personal, obtener rescates estatales y ayudas financieras del sector bancario. Las pequeñas y medianas no: sabemos que entre el 18 y 40% de las micro, pequeñas y medianas empresas no reabrirán sus puertas tras la pandemia. Los datos revelan una gran recesión en todos los sectores de la economía formal salvo los de la distribución domiciliaria de productos (correos y mensajerías privadas) y el de las administradoras del comercio electrónico.
El retorno a la normalidad ansiado será muy accidentado porque:
-Hay una guerra comercial a varias bandas (EEUU, China, Rusia y la Unión Europea) en curso con una evolución difícil de prever;
-Aumentan las tensiones como resultado de los nacionalismos crecientes y las tendencias hacia el proteccionismo económico;
-El retorno a la normalidad de los diferentes actores económicos no será simultáneo, lo que inevitablemente afectará la cadena de provisión preexistente.
-Las dificultades financieras de las empresas y los colapsos fiscales de los Estados y de las economías nacionales generan asimetrías y realidades diferentes entre los socios comerciales.
Ello supone un crecimiento en el desempleo que tendrá consecuencias estructurales y complejas porque: a) reduce la capacidad adquisitiva y, por tanto, achica la demanda, haciendo muy lenta la recuperación económica; y b) el retorno a la actividad económica hará que las empresas busquen sustituir la mano de obra por tecnología y automatización, evitando en lo sucesivo riesgos como los enfrentados en la actual coyuntura.
A pesar de ello, las demandas de consumo asociado a la satisfacción de necesidades básicas y de subsistencia no son elásticas: la contracción de la economía formal se complementa con la expansión de la economía informal que acarrea menores costos laborales, fiscales y de insumos; no se ve sometida al cumplimiento de estándares de calidad y seguridad, etc.
Para comprender su verdadero alcance y gravedad, se pueden agrupar los mercados informales en cuatro grandes categorías: a) la comercialización de productos ilícitos (por ejemplo, estupefacientes); b) comercialización ilícita de productos lícitos (por ejemplo, alimentos); c) comercialización de productos lícitos obtenidos de manera ilícita (por ejemplo, medicamentos robados); y, d) comercialización de productos mayoritariamente lícitos (por ejemplo, alimentos con fecha de caducidad alterada).
La información disponible permite señalar que la pandemia está impulsando un aumento significativo de los siguientes mercados informales:
51. Medicamentos, insumos y descartables (mascarillas, protectores faciales jeringas, trajes patológicos, etc.) subestándar, falsificados (imitaciones o copias). El hecho de que los países desarrollados han usado recursos poco ortodoxos para abastecerse de este tipo de insumos permite prever que están asegurándose la provisión priorizada de la vacuna para el COVID-19, exponiendo a los países en vías de desarrollo al mercado marginal en esta materia.
52. Suplementos dietéticos y esteroides anabolizantes subestándar y falsificados.
53. Preservativos falsificados. Sólo en Brasil ocasiona más de 30.000 embarazos anuales.
54. Automóviles, camionetas y camiones robados. El menor uso de los automóviles ha propiciado un aumento del robo.
55. Motocicletas, ciclomotores, scooters y bicicletas. El distanciamiento social ha generado un renovado interés por los medios de transporte individuales, haciendo crecer su mercado informal.
56. Autopartes y repuestos de motocicletas robados, falsificados e imitaciones.
57. Marroquinería y productos textiles falsificados, copias e imitaciones, Se evidencia un aumento de producción y comercialización; incluye explotación laboral/esclavitud en talleres clandestinos, lo que genera un mercado de tráfico y trata de personas.
58. Software, música y películas pirateadas. En los últimos meses aumentó el consumo de estos recursos digitales. EuroPol desactivo una empresa ilegal de servicios de videocable con más de 2 millones de usuarios de señales robadas.
59. Electrónicos, electrodomésticos y teléfonos móviles robados y falsificados.
60. Chatarra. El robo de objetos metálicos en espacios públicos y privados y el contrabando de este insumo estratégico devenido en commodity vienen aumentando en los últimos años generando, además, escasez de hierros para la construcción.
61. Insumos y precursores químicos para producción de estupefacientes
62. Gestión fraudulenta de desechos y de desechos tóxicos/patológicos. El fraude relacionado a la gestión de los desechos ha aumentado sustancialmente en todos los países.
63. Fraude, robo y falsificación de combustibles
64. Minería ilegal. La extracción, procesamiento y comercialización de metales y piedras preciosas y semipreciosas se han convertido en un rubro apetecido por el crimen organizado, aprovechando vacíos legales que permiten su tráfico internacional prácticamente ilimitado.
65. Tala ilegal. El tráfico y contrabando de maderas comunes y nobles para todo tipo de uso atraviesa un ascenso sin precedentes, causando además daños ambientales irreversibles. Nuestro continente ha perdido en los últimos 30 años el equivalente al 25% de la superficie forestal del planeta.
66. Pesca furtiva e ilegal (IUU fishing). Esta actividad está afectando seriamente las zonas económicas exclusivas de Argentina, Perú y Ecuador.
67. Vida silvestre (flora y fauna) invasora o en riesgo de extinción. La introducción irregular de especies invasoras rompe el equilibrio ecológico generando verdaderos desastres ambientales.
68. Medicamentos veterinarios falsificados. En las ultimas semanas se han desarticulado redes que comercializaban productos que “evitan que las mascotas enfermen o transmitan COVID-19”.
69. Alquiler y venta de armas, sus partes y municiones. El alquiler por día de armas para delinquir se está convirtiendo en un floreciente negocio.
70. Obras de arte y patrimonio cultural. Se percibe un notable incrementado en toda la región de robo y hurto de obras de arte de colecciones particulares y públicas, e incluso el saqueó y la depredación de monumentos y estatuas en espacios públicos.
71. Robos de bebes y menores. La crisis económica, el desempleo y el temor a la enfermedad, por un lado, y las restricciones de viaje que limitaron las adopciones internacionales, por otro, favorecen este negocio despreciable.
72. Ablación y comercialización de órganos, tejidos y fluidos
73. Pasaportes y otros documentos de viaje robados y falsificados
74. Fraude de facturación en comercio internacional. La sub- y sobre-facturación -especialmente en el comercio internacional- representan más del 72% del lavado de dinero a nivel mundial.
75. Bases de datos para todo tipo de uso lícito e ilícito se venden en estos mercados cada vez con mayor facilidad.
Los mercados informales no son cuestión nueva en nuestra región: representa entre el 36 y el 82% de las economías de nuestros países. Lo que preocupa es que se estima que la pandemia llevará esas cifras a un nivel muy superior: entre el 52 y 96% de las economías.
El extraordinario espacio que la pandemia le brinda a los mercados informales que, en función de la crisis, es tolerada por el Estado para evitar una crisis social mayor. Relajándose los mecanismos de control, se favorece un proceso de espiral virtuosa para esos mercados informales que se lanzan en una competencia desleal con los mercados formales, acelerando su contracción y, al mismo tiempo, reduciendo la capacidad del Estado en materia de recaudación fiscal para costear los servicios públicos esenciales: educación, salud, justicia, seguridad, desarrollo social, trabajo, cultura…
Y este no es un dato menor porque tiene un alto impacto sobre la seguridad y la gobernanza. Los mercados informales nutren y alientan los poderes informales -mafias, crimen organizado- que, a cambio de recursos financieros, arbitran y ordenan esos mercados marginales. Es que un “comerciante” de esos mercados, a quien le roban un contenedor de productos falsificados o no le pagan por los productos que le compraron, no puede recurrir a la policía ni a la fiscalía. Para lograr “justicia”, recurre a los poderes informales que se hacen cargo de la situación. Así, mercados informales y poderes informales se alientan y nutren mutuamente.
En resumen, las economías negra (delictiva) y gris (informal o irregular) socavan las economías blanca (formal), verde (ecológica) y azul (de aguas/mares sustentables). Y los poderes informales desplazan a los poderes formales y legítimos.
En la próxima entrega, se completará la lista de los 100 problemas de seguridad que viene potenciando la pandemia, planteando los 25 asuntos de inseguridad que padecemos los ciudadanos de a pie.
El autor es profesor de la UBA