En economía, los presidentes no pueden hacer el milagro de multiplicar los pesos como los panes

La singular expansión de dinero por parte del Banco Central generará tensiones sobre los precios de los bienes y servicios y en el tipo de cambio

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Miguel Pesce, presidente del Banco Central, mantiene una política monetaria expansiva (Bloomberg)
Miguel Pesce, presidente del Banco Central, mantiene una política monetaria expansiva (Bloomberg)

Durante la campaña electoral de 2019 y, ahora para cuando se salga de la cuarentena, el Gobierno insiste con que va a reactivar la economía vía el consumo. Considera que aumentando la demanda de la población las empresas van a poder producir más, se va a contratar más gente y la economía va a entrar en un círculo virtuoso de crecimiento económico. Esta fórmula, ensayada infinidad de veces con finales desastrosos parece no tener en cuenta que para poder consumir primero hay que producir.

¿De qué forma puede aumentar el consumo? Si se saca el velo monetario que confunde el análisis y se imagina una sociedad de trueque, para que se pueda consumir primero habrá que producir algo que otro necesite y lo quiera intercambiar por lo que una persona o empresa fabrica. De ahí que, si no se genera ingreso no se podrá consumir.

¿Qué otra posibilidad cabe para poder consumir? Que alguien mantenga en forma voluntaria o en forma involuntaria a una persona. De alguna manera, la cultura de la dádiva con millones de planes sociales y empleos estatales en los tres niveles de gobierno son mecanismos para que los contribuyentes mantengan a los que, a pesar de no producir nada, puedan consumir. Cuando se refiere a los empleados públicos, se trata de la inmensa mayoría, no todos, porque hay puestos de trabajo que sí generan algún valor agregado, como las fuerzas de seguridad, armadas, jueces, educación, sanidad, etc.

El mecanismo de expoliar impositivamente a unos sectores para financiar el consumo de otros se ha usado y se sigue usando intensamente en Argentina, pese a que sus efectos son siempre negativos

Ese mecanismo de expoliar impositivamente a unos sectores para financiar el consumo de otros se ha usado y se sigue usando intensamente en Argentina, pese a que sus efectos son:

1) Quien paga más impuestos para para que otro pueda consumir sin producir, puede consumir menos. Es decir, el contribuyente demanda menos y el que no produce consume. El resultado final es el mismo. No aumenta;

2) Quién es expoliado impositivamente tiene menos capacidad de ahorro y por lo tanto puede financiar menos inversión o crédito para el consumo, con lo cual, lo que consume el que no produce se traduce en menor inversión o consumo vía crédito. Nuevamente, el nivel de demanda global es el mismo;

3) La creciente presión impositiva para generar más consumo hace que quienes generan ahorro terminen fugando sus capitales a paraísos fiscales, porque siempre es bueno recordar que hay paraísos fiscales porque hay infiernos fiscales de los cuales escapa la gente que trabaja honestamente (y también huyen los políticos que se quedan con lo que no les corresponde). En este caso, el neto es menos consumo interno y el populismo termina haciendo que se financie el consumo y la inversión de los países a los cuales se fugan los capitales en busca de seguridad jurídica. De manera que por el lado de los impuestos no se ve cómo pueden aumentar la demanda agregada. No hay multiplicación de los panes.

Siempre es bueno recordar que hay paraísos fiscales porque hay infiernos fiscales de los cuales escapa la gente que trabaja honestamente (y también huyen los políticos que se quedan con lo que no les corresponde)

Otra forma de poder consumir sin producir es robando. Obviamente que el que fue robado puede consumir menos, y el reo podrá consumir más gracias a que se quedó con el botín de la víctima.

¿Cómo funciona eso en una sociedad? Siguiendo a Frédéric Bastiat en su ensayo La Ley, existe el robo legalizado. La gente recurre al Estado para que con el monopolio de la fuerza le quite a otro su patrimonio o su ingreso para que se lo dé a quién no corresponde. Confiscar ahorros en los bancos o en las AFJP no es otra cosa que robo legalizado, cuyo botín los gobiernos lo utilizan para estimular el consumo. Claro que el robo legalizado tiene el mismo efecto que la expoliación impositiva. Contrae el consumo del que es robado y estimula la fuga de ahorros hacia el exterior por la inseguridad jurídica que crea.

El eufemismo de la fuga de capitales

Cuando los políticos hablan de fuga de capitales, deberían hablar de defensa de la gente contra el robo legalizado. La gente honesta, que todos los días trabaja y produce, se cansa de ser robada en nombre de la solidaridad social y salida de capitales del país. De manera que con el robo legalizado se puede estimular artificialmente el consumo en el corto plazo. Pero como se roba un stock, alcanza para un tiempo determinado. Cuando se acaba el botín de lo hurtado para consumir sin producir, hay que salir a buscar otro botín.

Muchas veces el Congreso de la Nación vota leyes "en nombre de la solidaridad social y salida de capitales del país" (Senado)
Muchas veces el Congreso de la Nación vota leyes "en nombre de la solidaridad social y salida de capitales del país" (Senado)

En Argentina la sociedad de contribuyentes está tan agotada de esos robos legalizados que cada vez quedan menos botines líquidos para desvalijar y estimular el consumo.

El último ensayo para estimular el consumo es emitir moneda para financiar consumo artificial.

En estos casos el supuesto es que como hay capacidad ociosa que las empresas no utilizan, la emisión monetaria no causará inflación porque, ante la mayor demanda las empresas no subirán los precios sino que responderán con incremento de la oferta. Un supuesto demasiado fuerte sin considerar qué puede pasar con la demanda de dinero, en particular en un país como la Argentina que carece de una moneda en el estricto sentido de la palabra.

El cuadro anterior muestra cómo se determina el poder adquisitivo de la moneda. El caso 1 hay emitidos $10.000, la demanda de moneda es de $2.000 con lo cual el dinero que circula en el mercado para transacciones es de $8.000. Siendo la oferta de bienes de 800 unidades, el precio promedio resultante es de 10 pesos.

En el Gobierno suponen que se va a dar el caso 2. Es decir, aumenta la cantidad de pesos en circulación, la demanda de moneda es constante, con lo cual el dinero que circula para transacciones es de $9.000, pero las empresas aumentan la oferta a 900 unidades, con lo cual el nivel general de precios se mantiene en $10. Es decir, estimulan la demanda con emisión monetaria sin generar inflación porque las empresas reaccionan ofreciendo más bienes.

En el Gobierno suponen que si aumenta la cantidad de pesos en circulación, como la demanda de moneda es constante, se estimulará la demanda de bienes y servicios sin generar inflación

Lo que no tiene presente el Gobierno es el caso 3, es decir, se emite con la intención de estimular el consumo, pero como cae la demanda de moneda por miedo a mayores aumentos de precios, y aunque crezca la oferta de bienes de 800 a 900 unidades, igual el efecto de la inflación hace que el promedio de precios suba a $11,5 por unidad.

Tampoco imagina el Gobierno que puede ocurrir el caso 4 en que la oferta de bienes no aumenta ante el estímulo al consumo y al mismo tiempo cae la demanda de moneda llevando el nivel de precios a $12,5. Y mucho menos que se puede dar el caso 5 en que emite, cae la demanda de moneda y también la oferta de bienes, que es lo que pasó en Argentina en la hiperinflación de fines de los 80, principios de los noventa.

Efecto aislamiento social

Hoy no cae la demanda de moneda porque la gente al estar en encerrada en sus casas, no puede salir a comprar los mismos bienes y servicios que antes. Hay un aumento de la demanda de moneda forzoso por la cuarentena, sumados al corralito bancario que surge de las restricciones burocráticas establecidas para retirar dinero por la ventanilla de los bancos, pero en cuanto se levante la cuarentena, si siguen emitiendo a este ritmo del 75% por año, como se observa desde el 10 de diciembre de 2019, la demanda de moneda se va a desplomar y los precios se van a disparar, dado que se duda que la reacción de la oferta de bienes de bienes sea tan inmediata.

Hoy no cae la demanda de moneda porque la gente al estar en encerrada en sus casas, no puede salir a comprar los mismos bienes y servicios que antes

Es más, los precios podrían dispararse porque al stock de demanda forzado de moneda ya emitido que puede caer brutalmente, se le agregaría el flujo de la expansión monetaria previsto para estimular el consumo en forma artificial. Es la combinación perfecta para generar una megainflación, en un escenario optimista.

En este contexto, sería bueno que el Presidente reformulara su alianza política para cambiar el rumbo económico y evitar un caos económico y social de magnitudes insospechadas, porque no hay duda de que en economía no hay multiplicación de los panes. Eso pasa en la Biblia y solo lo hizo Jesucristo.

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