Las consecuencias negativas del cambio climático han estado fuera de la ponderación económica del desarrollo y la inversión por la simple razón que no se ha incluido el costo de los efectos perjudiciales que este cambio tiene en la salud, la producción, el hábitat e incluso en la viabilidad de ciertas naciones que son vulnerables. Ya es científicamente evidente que esta externalidad negativa mundial pone en riesgo el clima, que es un bien público global. Por esta razón, el reconocimiento o la negación del tema es crucial a la hora de tratarla. El negacionismo climático de gobiernos y grupos empresariales que defienden sus intereses es funcional al agravamiento del problema, afectando grupos vulnerables del propio país y de otros países y las futuras generaciones.
Desde la Revolución Industrial crecen las emisiones contaminantes impulsadas por el crecimiento económico. Este año la situación es distinta, porque la recesión causa una caída en las emisiones, pero esta caída en el flujo de emisiones es insuficiente. En mayo la acumulación ya se ubicaba en su nivel récord de 417 ppm, 3 ppm por encima de un año atrás. Los paneles científicos de Naciones Unidas nos han alertado reiteradamente que para evitar incontrolables desastres climáticos no podíamos cruzar la barrera de 450 ppm.
Mayo de este año fue el más cálido registrado: hizo más calor en Siberia, donde estuvieron hasta 10º C por encima del promedio. Las temperaturas sobrepasaron bastante los valores normales en el oeste de Alaska, la zona de los Andes que limita con Chile y Argentina, y las regiones de la Antártida occidental y oriental. También fue un mayo más caluroso de lo normal en el oeste de América del Norte, el extremo norte y el sur de América del Sur, el sudeste asiático y el noreste, el centro y el suroeste de África.
Las negociaciones convocadas por Naciones Unidas se iniciaron en 1995, pero no ha habido importantes progresos ya que no ha sido posible coordinar una actitud eficaz por parte de quienes lideran las contaminaciones. Apenas seis participantes en estas reuniones, de casi 200 naciones, representan dos tercios de las emisiones totales (China, USA, UE, India, Rusia y Japon). Por eso, sin ellos no habrá solución.
La pretensión de los contaminantes de eludir la carga de la externalidad negativa del cambio climático complica la negociación internacional en el ámbito de las Naciones Unidas. El cambio climático pone en evidencia que una parte de la rentabilidad del uso de los combustibles fósiles se logra a expensas del clima y la atmósfera del mundo. La lenta tasa de recuperación de la naturaleza hace que esa carga se desplace de manera intergeneracional. O sea, un enorme y gravoso pasivo que nuestra generación le está dejando a la próxima.