Al adoctrinamiento, democracia

NA 162

La cuarentena – que a esta altura se volvió cuareterna- me dio la posibilidad de conectarme con muchísimos argentinos a lo largo y ancho de nuestro país durante estos 84 días, pero hubo una invitación de dos escuelas que despertaron en mí la necesidad de marcar un concepto en esta columna: pensar es libertad; libertad es elegir.

En medio de este periplo virtual, el pasado jueves 11 de junio me encontré causal y casualmente dando dos charlas en dos escuelas distintas con alumnos, autoridades y padres respecto a mi lugar como diputado de la nación y actor de la vida cívica de nuestro país.

Por la mañana acudí a una invitación de la escuela del Instituto Cristiano República Argentina que me dispensó Mathias Gross, quien se conectó por mi privado de Instagram, y cerré a última hora invitado por el Director Comunitario y Seminarista Matías Dobzewicz hablando en la escuela Weitzman Comunidad Educativa.

Les conté a los asistentes acerca de las características de mi posición formal como diputado, de cuestiones universales acerca del funcionamiento de los poderes y de mi historia personal. Luego cerré respondiendo preguntas sin filtro a los presentes no sin antes fomentar una cruzada que ya será mi bandera para combatir el adoctrinamiento en las escuelas en particular, y en la sociedad en general, como parte de mi acción política permanente: abrir las instituciones de primer grado, que son el primer frente organizacional de la sociedad, a la presencia de todas las fuerzas partidarias.

Mi mensaje fue claro: inviten a integrantes de todos los espacios políticos partidarios para escucharlos, preguntarles y debatir con respeto. Que después de mí sea algún otro legislador de algún espacio diferente quien responda preguntas y de respuestas.

Transmití en cada charla mi recomendación de que no dieran nada ni por cierto ni como absoluto. Les sugerí a los jóvenes que masticaran cada una de mis expresiones y de quien fuera a dar las suyas y que sacaran sus propias conclusiones.

Soy un diputado de la nación. Cuando ingreso a ese magnífico recinto en el que convivimos 257 voluntades que representamos la diversidad, desde el liberalismo al intervencionismo, desde la derecha a la izquierda, desde el estatismo hasta el privatismo, desde Ushuaia a La Quiaca, celebro las diferencias como espacio de construcción de una identidad amplia, cambiante y pluralista.

Son varias las invitaciones que ya he aceptado para estar presente en otras escuelas, clubes y asociaciones, y he comenzado a recomendar a pares y opuestos para que este comienzo sea un escenario de todos.

Cuando un padre me dice que en el colegio de sus hijos lo “adoctrinan” le sugiero que vaya y exija que otros actores de otras visiones partidarias y políticas sean invitados a hablar con los alumnos. Enseñándoles a pensar y no a obedecer, a multiplicar y no a dividir, a sumar y no a restar, habremos puesto en marcha una de las más nobles acciones que como actores de la vida cívica y social podemos dar: la de combatir el dogmatismo con más democracia. Y que viva la patria.