Albert Einstein afirmaba que la crisis “trae progresos, -porque- es donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia". La economía, lejos del preconcepto que se tiene de ella, no es una ciencia exacta sino social. Las crisis ponen a las personas frente a un escenario que solo se supera con herramientas, incluso con las pocas que haya, y con creatividad. En otras palabras, para los emprendedores: en las crisis hay gente que llora y hay gente que vende pañuelos para los que lloran.
Pero vamos a los ejemplos. Según un estudio que se llevó adelante entre el Ministerio de Trabajo y la Universidad Nacional de General Sarmiento, en la primera década luego de la crisis del 2001 se crearon cerca de 50.000 pequeñas y medianas empresas. De ese número solamente 10.000 cerraron su actividad, una gran parte creció acorde a los índices económicos, es decir en porcentajes similares, y 7.000 de ellas superaron ampliamente las expectativas de crecimiento. No hay dudas de que esta línea cultural la Argentina tiene un gran potencial de personas que desean emprender, o como lo diríamos más llanamente “salir adelante”.
No se trata de crear necesidades, ya demasiados son los servicios que hacen falta en la sociedad como para ponerse a pensar en crear nuevas demandas. Cuando sobreexigimos el potencial creativo que tenemos para inventar cosas nuevas sin hacer una observación de utilidad real, no resultan productos buenos. Es mejor dejar esa materia energética para ponerla a disposición del emprendimiento útil que hagamos.
Puedo resaltar mi experiencia: hace tres años creamos Fidus, una empresa digital que tiene el objetivo de fidelizar clientes. Todos somos amantes de algún comercio en particular, o somos fieles a nuestro comerciante amigo por la confianza y por la calidad que buscamos y que obtenemos. Un cliente Fidus se diferencia de un cliente tradicional por dos cosas: la primera porque quien tiene su tarjeta Fidus obtiene premios por las visitas que hace en un local, y porque a diferencia del cliente normal tiene un 62% más de consumo frecuente en el mismo negocio. Es decir localizamos una realidad personal, lo medimos en la media social, y lo pusimos en práctica. El cliente obtiene sus puntos por ser recurrente, el negocio fideliza esa venta, y nuestra mediación digital (que además produce estadísticas de venta) permite que eso ocurra básicamente.
En esta situación nos vimos afectados: con los locales cerrados, no hay app que funcione. Entonces pensamos en la necesidad cotidiana del ciudadano que se queda en casa, pero también en la del comerciante que si no produce no prospera. Entendimos que el microemprendedor debe continuar alimentando su negocio y para ello necesita de liquidez. Por otro lado tomamos la necesidad del cliente de ordenar sus compras y por ello creamos la opción CompraFutura. Dejás planificada la compra, el medio de pago, y el modo de envío. A eso le sumamos una red de delivery que en este contexto genera nuevos puestos de trabajo y que dará un salto de calidad junto a los nuevos puntos QR que estamos planificando.
Los resultados fueron y son un éxito. Esto nos permite continuar con nuestra cadena de producción que en nuestro círculo compromete a 35 trabajadores. Brindamos un recurso útil para el usuario y potenciamos las ventas en medio de la crisis del negocio que tuvo que cerrar temporalmente sus puertas al público.
El siglo XXI nos trae nuevos desafíos, pero también nos encuentra con más herramientas que llegan a más personas y con un alcance práctico que va desde un tutorial en YouTube que indica cómo hacer tapabocas hasta clubes de emprendedores locales que se dan una mano recíprocamente. Este siglo, y esta década que comenzamos con esta crisis, nos abre un paradigma social que sin dudas nos tendrá despiertos durante muchos días, pero que podemos aprovechar para observar qué podemos hacer por el otro para que ganemos todos.
En todos los casos la cultura emprendedora en el cono sur se desarrolla más allá de las trabas burocráticas y el precario acompañamiento real de los gobiernos. Pero desde una cooperativa social hasta una start up, pasando por un comercio de barrio clásico, hasta los servicios de logística, todos tienen una columna vertebral que se caracteriza por la creatividad y la tracción de días y horas de esfuerzo.
La tecnología puesta para las necesidades de todos es una herramienta útil que no solo nos genera posibilidades hoy sino que también nos abre camino a futuro. Los emprendimientos digitales sin duda son los protagonistas de este período por todo lo que implicó la cuarentena. Quien era asiduo usuario les dio mayor importancia, y quien los desestimaba hoy los abraza como socio. El mundo del trabajo abre nuevos horizontes y los emprendedores los tienen a un tap de distancia.
El autor tiene 27 años, es ingeniero industrial y emprendedor argentino.