La lluvia de subsidios agrícolas

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El Congreso de los Estados Unidos aprobó el 26 de marzo una ayuda extraordinaria de 2,3 billones para compensar las pérdidas originadas por el COVID-19. El programa, denominado CARES, incluyó 36.000 millones para el sector agropecuario considerado prioritario para mantener la provisión de alimentos. Esta ayuda se sumó a los 28.000 millones otorgados en los dos últimos años como consecuencia del conflicto comercial con China. El proyecto presentado por los miembros del Partido Demócrata por una asistencia adicional de 3 billones denominado HEROS contempla otros 16.000 millones para el mismo sector.

El Departamento de Agricultura anunció el 17 de abril el programa CFAP por 19.000 millones integrado por fondos del CARES por 9.500 millones, de la Corporación de Crédito para Commodities por 6.500 millones. Los 3.000 millones restantes serán utilizados por el Servicio de Mercados Agropecuarios para la adquisición de productos que eran destinados a proveer a restaurantes, hoteles y otros emprendimientos alimentarios. Esta ayuda extraordinaria incluye pagos directos a los agricultores cuyos productos hayan sufrido una disminución en los precios de un mínimo del 5%.

La ayuda al sector agropecuario se inscribe dentro de la campaña electoral pero también forma parte de una política para promover las exportaciones. El presidente Trump remarcó en varias oportunidades su decisión de apoyar este sector cuyos votos son imprescindibles en los Estados del sudoeste del país. Los fondos asignados con motivo del conflicto con China fueron una consecuencia de la caída de los precios ante los aumento de los aranceles implementados en ese país como represalia a la política comercial de la Casa Blanca para forzar un acuerdo comercial entre ambos países.

El presidente del Eximbank, Kimberly Reed, también en campaña mantuvo reuniones la semana pasada con los responsables de agricultura de los Estados y líderes del sector agrícola para exponer los alcances de los instrumento disponibles. Kimberly explicó que la población mundial pasará de 7.700 a 9.700 millones en los próximos treinta años; la mitad del aumento tendrá lugar en África Subsahariana que demandará alimentos y financiación oficial. La continuidad del Eximbank fue aprobada el 20 de diciembre de 2019 por siete años con un presupuesto de 175.000 millones para apoyar la promoción de las exportaciones incluyendo un Programa especial destinado al aumento del valor agregado y contrarrestar la competencia del financiamiento de China cuyas condiciones no se ajustan a las disciplinas aprobadas por el Grupo de Créditos a las Exportaciones en el marco de la OCDE.

La lluvia de dólares volcados al sector agropecuario en los Estados Unidos por el conflicto comercial con China, por la crisis del COVID-19, el acuerdo Fase I con China para compras por 36.000 millones, el apoyo del Eximbank y los 20.000 millones de subsidios corrientes aparte de mostrar la capacidad de ese país para mantener su economía perjudican a los países como Argentina que tienen una mayor dependencia de las exportaciones de commodities. El COVID logró que los subsidios agrícolas con la excusa de compensar pérdidas o mantener la producción aparezcan como herramienta legal que no pueden cuestionarse a nivel internacional. La Declaración de los Ministros de Comercio del G20 el pasado 14 de mayo se atiene a la coyuntura y sólo hace mención a la necesidad de evitar las restricciones a las exportaciones agropecuarias y la formación de stocks sin perjuicio de la seguridad alimentaria compatibles con las condiciones nacionales.

La gravedad de la situación actual no alienta las perspectivas de retomar las negociaciones comerciales para reabrir la problemática de los subsidios y el tratamiento discriminatorio del sector agrícolas con relación al industrial. Esta temática está paralizada desde el año 2000 y el fracaso de la Ronda de Doha alejó cualquier posibilidad de reabrir el capítulo agrícola. La OMC está paralizada y tampoco se vislumbra un liderazgo para promover nuevas reglas multilaterales cuando la preocupación principal estará puesta en la reactivación de la estructura productiva. Las exportaciones agrícolas deberán enfrentar una difícil situación en los próximos años por la caída de los precios y para afrontar la competencia desleal de los subsidios justificados en esta oportunidad en la necesidad de garantizar la oferta de alimentos.

El autor es Licenciado en Economía Política (UBA), Master in Economics (University of Boston) y fue embajador argentino en Tailandia. Es Miembro Consultor del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI)

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