Nélida de Miguel, militante y amiga de Evita, cumple 100 años

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Nélida de Miguel
Nélida de Miguel

Nélida Domínguez de Miguel es un ícono viviente del peronismo histórico y militante que se distingue hasta hoy por ser una valiente luchadora, entregada por amor y solidaridad con los más humildes, perpetuando así el compromiso y la acción que vivió al lado de la esposa del general Juan Perón y que Nélida despliega, hasta donde sus fuerzas se lo permiten, con ternura para niños y ancianos. Ejemplo para los que tenemos el privilegio de ser sus amigos y compañeros de viejas y nuevas generaciones que reconocen su entrega absoluta a una causa. Perón cuando hablaba de la mujer decía que lo esencial es el contenido y Nélida lo tenía en sus muchas virtudes.

Supo interpretar sus tiempos, identificada plenamente con una doctrina de redención social extraída de las encíclicas sociales de la Iglesia y tomadas por el Justicialismo que durante toda su vida ha sabido concretarlas.

Pero así como Nélida tiene su costado tierno también supo ofrecer resistencia, como cuando se sumó junto a un puñado de mujeres a la barra para cantar la marcha peronista en la cara misma del interventor militar de la CGT en 1957, contra las pretensiones del dictador Pedro Eugenio Aramburu de quedarse con la central obrera. Con esa misma vitalidad y convicción en 1959 durante el gobierno de Arturo Frondizi, en plena huelga del frigorífico Lisando de la Torre acompañó la protesta y la marcha desde Mataderos por la avenida Rivadavia hasta el Congreso de la Nación. Dirigentes de ese gremio como Eleuterio Cardozo y Sebastián Borro siempre aludían al coraje de Nélida de Miguel.

Su padre era militante socialista y le agradaba concurrir acompañado por su joven hija Nélida a las primeras charlas que ofrecía el entonces coronel Perón, que desde su Secretaría de Trabajo había logrado el acercar a destacados dirigentes gremiales de aquel partido.

Nélida ingresó como empleada en el Instituto Malbrán y ya alumbraban en ella los sanos principios de reivindicación y dignificación de los trabajadores, por lo que ansiaba realizarse trabajando y estudiando. Pero para ser convocada alteró en su documento el mes de mayo por marzo, ya que le exigían tener 18 años cumplidos. Picardía forzada por la necesidad. Todas las otras condiciones las tenía, incluyendo dactilografía.

Cuando se produjo el hecho revolucionario del 17 de octubre de 1945, Nélida y algunos de sus compañeros de tareas abandonaron su trabajo y se sumaron a una columna de trabajadores gasistas que con una bandera argentina iban camino a Plaza de Mayo en reclamo de la libertad de Perón, detenido en la Isla Martín García.

Al día siguiente, enterados sus superiores en el Malbrán la castigaron: la sacaron de las oficinas para mandarla a trabajar al serpentario. Aceptó la sanción pero transcurrido algún tiempo lo comentó con otra compañera que tenía llegada al Dr. Ramón Carrillo, quien luego del triunfo de Perón en las elecciones del 24 de febrero de 1946, con la asunción del nuevo gobierno el 4 de junio, fue designado como ministro de Salud de la Nación. Enterado del motivo de la represalia, Carrillo convocó a Nélida y al ver su firme actitud militante la presentó en la secretaría de Eva Perón, ubicada en Perú 130, donde hoy funciona la Legislatura porteña y entonces el Concejo Deliberante. Ni el ministro ni menos Nélida tuvieron que explicar nada: Evita ya conocía su caso.

Cuando Nélida se refiere a esta etapa de su vida, sus ojos se humedecen de emoción y alegría por la importancia de su vivencia junto a Eva Perón.

Las tareas junto a Evita le daban cada día más responsabilidad en el campo social. Empezaban muy temprano y terminaban muy tarde, momento en que se podía compartir algún pequeño menú, mientras analizaban lo realizado y cómo proseguiría la labor al día siguiente. Reuniones que se hacían a veces más extensas cuando se llevaban a cabo en el Hogar de la Empleada.

En 1947, cuando se sancionó la Ley 13.010 de los derechos Cívicos y Políticos de la Mujer, Evita solicitó que el Senado de la Nación le cediera un lugar destinado a las mujeres que ocuparían las bancas de senadoras, además de las diputadas de la Nación. Para su ejecución se designaron a Delia Parodi, Nélida de Miguel y Ana Macri, quienes junto a los arquitectos y técnicos en la materia abordaron la tarea. Las características principales no eran sólo la amplitud y la iluminación, sino el buen gusto, lo cual fue expuesto en los colores rosados tanto en cortinados, como en sus sofás, por lo que se le denominó al lugar, pegado al recinto de sesiones, Salón Rosado. Actualmente se lo llama “Salón Eva Perón”, por un proyecto del autor de esta nota, aprobado por unanimidad en 1992.

El grupo que acompañaba a Eva Perón lo constituían unas 30 mujeres muy activas y preparadas para cumplir funciones sociales, sumando a estas la misión de conformar el padrón femenino censando a las mujeres casa por casa para armar el Partido Peronista Femenino y unidades básicas, por lo que fueron enviadas a todas las provincias. Nélida de Miguel fue comisionada para organizar la provincia de La Rioja.

Nélida aceptó, pero esta situación fue motivo de un serio problema con su esposo, quien no aceptaba su alejamiento temporal: “La política o la casa”. Nélida optó por cumplir su compromiso con Evita, dando como resultado su separación matrimonial.

Eran tiempos difíciles para la participación política de la mujer. Los hombres entendían que sólo debían cumplir funciones en el hogar. Nélida sufrió mucho: se trataba del hombre con el cual había formado un hermoso hogar, lleno de amor compartido con sus hijas y el reconocimiento de familiares y amigos. Pero también había asumido un compromiso de por vida con los más humildes. Eva Perón observaba la capacidad demostrada por Nélida en La Rioja, donde se abrieron gran cantidad de unidades básicas con cursos de corte y confección, tejido, alfabetización, pintura, música y cocina, razón por la cual la trasladó para las mismas funciones a la provincia de Tucumán. Allí multiplicó sus tareas en la constitución del Partido Peronista Femenino, respaldado por miles de mujeres, sin abandonar en ningún momento la función social, además gestionó -y consiguió- un tren para llevar 500 mujeres trabajadoras cañeras al acto del 22 de agosto de 1951, convocado por la CGT en la Capital Federal.

Nélida adelantó su llegada a Buenos Aires para informarle de su gestión a Evita, a la que observó muy delgada y sumamente pálida, mientras Eva le adelantaba que no iba a aceptar la propuesta para la candidatura a vicepresidenta de la Argentina, acompañando a su esposo en las elecciones del 14 de noviembre de ese año. Esto sorprendió a Nélida que entre sollozos, recuerda, le manifestó que en todo el país se había trabajado para eso, mientras el rostro de Evita lo decía todo, realmente quebrada por la cruel enfermedad. Nélida continuó trabajando junto a Evita, mientras el cáncer le devoraba la vida, hasta que en sus últimos días fue ubicada en una sala especialmente habilitada sobre la calle Austria, en la residencia presidencial, para evitar la presencia de miles de mujeres que pedían al Señor por su salud.

A las 20.25 del 26 de julio de 1952, Eva Perón, Evita, entró en la inmortalidad, acompañada por el cariño de su pueblo y de esas mujeres que estuvieron siempre a su lado. Desde el día de la muerte de Evita, Nélida de Miguel organizó una habitación tipo santuario en su departamento de la calle Matheu al 800, en la que guarda todos sus recuerdos con Evita y llama la “piecita” y donde diariamente reza su rosario. En el mismo lugar conserva la máscara de Eva Perón que el orfebre Pedro Pallarols confeccionara en 1952, con la autorización de Perón, cuando el cadáver de Evita se encontraba depositado y custodiado por los trabajadores en la CGT y que el gobierno de Aramburu hizo secuestrar porque día a día se encendían más velas alrededor del edificio cegetista.

Después del derrocamiento del general Perón, Nélida de Miguel participó activamente junto a los trabajadores en la resistencia peronista, donde era considerado su liderazgo. Durante el tiempo del secuestro del cadáver de Evita –a lo largo de toda la proscripción del peronismo-, junto a otros dirigentes pusieron en vigencia la flor “No me olvides”, que llegó a ser emblemática para los militantes peronistas. Junto a Delia Parodi, Nélida recorrió el país para hablar en actos partidarios, en los que recibía el cariño de la gente y se destacaba por una oratoria persuasiva y doctrinaria.

En las elecciones de 1962, durante el gobierno de Frondizi, Nélida de Miguel integró la lista de Unidad Popular encabezada por el dirigente textil Andrés Framini. Luego del derrocamiento, se anularon las elecciones en la provincia de Buenos Aires, entre otras, lo que originó manifestaciones de protesta. La más grande rodeó el Congreso y en la marcha una compañera de Nélida se tiró al piso simulando un desmayo. Los agentes de custodia del edificio socorrieron a la supuesta afectada y la trasladaron al interior de la Cámara para auxiliarla, circunstancia que Nélida aprovechó para filtrarse y entrar al recinto con el propósito de sentarse en la misma banca que ocupara hasta 1955, de donde terminó siendo arrancada por las fuerzas de seguridad. La teatralidad de la política es inherente a sus actores.

A Nélida la pude conocer de vista el 18 de agosto de 1951, junto con otros compañeros de mi ciudad oriunda: Villa Mercedes en San Luis. Junto con otros trabajadores queríamos visitar a Evita y el secretario de la CGT, José Espejo, se ofreció para lograr el encuentro. Evita nos recibió con mucha simpatía y sólo nos hablaba sobre el avance de las obras en nuestra ciudad, de las que participábamos como trabajadores mis compañeros y yo. Su rostro era completamente pálido y su voz no era muy clara. Fueron pocos minutos y tal vez la emoción no nos permitió expresar todo lo que sentíamos. Allí estaba Nélida de Miguel.

En 1970 nuestra cumpleañera, siguiendo en la resistencia, organizó una campaña con afiches que imprimieron algunos sindicatos preguntando: “¿Dónde está? El cuerpo de Evita”. Fueron citadas varias mujeres, pero el entonces presidente de facto Marcelo Levingston no pudo dar ninguna respuesta certera.

Nélida de Miguel, como hemos consignado, siempre tuvo excelentes relaciones con la dirigencia de la CGT ya normalizada. Interlocutora frecuente del secretario general, José Ignacio Rucci, junto a un grupo de compañeras que realizaban tareas sociales. Rucci, especialmente, la propuso a Nélida, en nombre de la Central Obrera, para que viajara a Madrid para acompañar a Perón en su viaje de regreso a su Patria, luego de 17 años de exilio, en noviembre de 1972.

En las elecciones del 11 de marzo de 1973, Nélida fue concejal porteña, desde donde realizó una encomiable tarea en los barrios más humildes. Su despacho se caracterizaba por la presencia de numerosos compañeros siguiendo los cometidos que realizara Evita. Entre sus logros consagrados están las ferias francas en barrios de la ciudad, con la venta de todo tipo de productos provenientes de la zona rural del gran Buenos Aires.

El golpe de 1976 una vez más cercenó su capacidad de gestión. Durante la dictadura militar, Nélida se acercaba periódicamente a Deolindo Felipe Bittel, quien presidía el Partido Justicialista, llevando y buscando información sobre los detenidos y desaparecidos, a la vez que acercaba colaboraciones para los encarcelados.

Los años no pudieron con Nélida. En el 2005 se acercó a las 62 organizaciones que conducía Gerónimo Momo Venegas, secretario general de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores, que orgullosamente la presentaba como un ejemplo histórico del peronismo. Cuando esta organización en el 2011 inauguró la Escuela Político Sindical de la UATRE, le concedió a Nélida un espacio para desarrollar labores sociales

Nadie la obligaba a permanecer todos los días desde las diez de la mañana hasta las siete de la tarde, recibiendo todo tipo de donaciones que prolijamente iba acomodando en las estanterías, mientras preparaba las cajas para destinarlas a quienes más las necesitaban.

Causaba admiración su espíritu de trabajo solidario, por lo cual era reconocida y recibía no solo de los sindicatos donaciones, sino que todos los meses el empresario Eduardo Eurnekian le enviaba una camioneta llena de alimentos. Nélida enviaba gran parte de ellos junto con abrigos, calzados y libros al Psiquiátrico Dr. Braulio Moyano y en especial las botellas de leche y pañales a una organización de trabajadoras sexuales domiciliadas en la Avenida Belgrano, donde se encontraban los niños. También efectuaba envíos al interior y a comederos del gran Buenos Aires.

A no dudarlo: nuestra cumpleañera se debe sentir con los suyos inmensamente feliz y nosotros, sus compañeros, orgullosos de ser sus amigos, por lo que le pedimos a Dios que siga brindando el amor de la vida, siempre dispuesta a servir a los que sufren.

El autor fue senador nacional

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