El caballo de Troya del kirchnerismo

El presidente Alberto Fernández (Franco Fafasuli)

El coronavirus puso a prueba los tipos de liderazgo necesarios para conducir un país en este contexto de temor e incertidumbre. Los liderazgos sustentados en la confianza y en la transmisión de convicciones ceden frente al miedo y dan lugar a paternalismos donde se depositan las expectativas y los deseos de seguridad de la gente. Es eso precisamente lo que ha venido ocurriendo en casi todos países, en las etapas iniciales de la pandemia. La mayoría de los gobiernos acrecentó sus niveles de adhesión popular aun teniendo mala imagen.

El presidente Alberto Fernández recurrió a su ocupación docente y, para informar a todo el país, adoptó la figura del profesor universitario: el educador amable y didáctico que se asienta en el poder de la información que le brinda un grupo unidisciplinario de expertos. Bajo ese tono empático y cercano, muy festejado por las huestes fanáticas, en realidad, se esconden las impericias y malicias que nos han venido ocultando.

El coronavirus sirve al kirchnerismo como un caballo de Troya de todas las tropelías que no habría podido hacer a la luz del día. Cuando la sociedad está preocupada por su supervivencia, sanitaria y económica, el kirchnerismo sale del closet ideológico y se muestra tal como es: no republicano, hostil a la libertad económica, prejuicioso con el mundo empresario y colonizador de las estructuras estatales

El papelón de la intromisión con Chile

Como si la pandemia dejara resquicios de tiempo libre, el Presidente hizo lugar en su agenda para participar de una video-reunión con sus amigos del Grupo de Puebla y, a instancias de uno ellos, se metió a opinar de la política interna de Chile, en una actitud más propia de un dirigente opositor al gobierno de Piñera, que de un jefe de Estado. Fue este un papelón que distancia las relaciones y que debió ser aclarado posteriormente con un dialogo telefónico entre mandatarios.

¿Chau Mercosur?

Un improvisado canciller como lo es Felipe Solá cometió el error de retirar a la Argentina de las negociaciones de tratados de libre comercio que el resto de los países del bloque están realizando con Corea del Sur, Singapur, Canadá y el Líbano. Las negociaciones para este tipo de tratados suelen durar años; nada se resolverá ni tendrá consecuencias inmediatas y lo único que se logra con este gesto es poner a la Argentina como un socio díscolo y poco confiable.

Se escapa del control parlamentario

En esta inédita crisis mundial es cuando más se requiere el funcionamiento pleno de las instituciones. El kirchnerismo, ex profeso, decidió sustraerse del control parlamentario y ha estado gobernando a puro decreto, metiendo algunos “gatos por liebres”. Usufructuando esta coyuntura, no tuvo la voluntad política de acordar con las fuerzas de la oposición para mantener el Congreso abierto y funcionando, institucionalizando las sesiones virtuales previa reforma del reglamento de la Cámara. Sin lugar a dudas, es el oficialismo sobre quien recae la responsabilidad principal en este particular.

Por otro lado, la señora vicepresidenta -a través de una abogada de su equipo- se dedicó a atacar temerariamente a la Corte Suprema de la Nación, la máxima autoridad de un poder del Estado que en este contexto de emergencia nacional no ha sido de gran ayuda, manteniendo sin causas razonables, una feria judicial que complica las cosas.

¿Hay plan económico?

A poco de andar, el kirchnerismo demostró que no tenía un plan estructurado para hacerse cargo del Gobierno. Antes de la pandemia no había herramientas políticas para la inversión ni generación de puestos de trabajo. Quedaron supeditadas a la reestructuración de la deuda externa cuya propuesta se iba a presentar en marzo, pero, como ya todos sabemos, la irrupción del coronavirus cambió todo.

En un momento propicio para una negociación inteligente -aprovechar la expectativa de difícil cobro que tendrán muchas deudas soberanas con la crisis mundial-, se podría haber obtenido una mejor posición para Argentina. Sin embargo, la oferta que presentó el ministro Guzmán puede llegar a perder la posibilidad de ser aceptada por los bonistas con una quita, llevando al país a una innecesaria situación de default.

Siempre con la plata ajena

Las críticas del Presidente a los empresarios “miserables” -independientemente de su destinario y las posteriores aclaraciones- repercutieron como una ofensa, casi sin distinción, en todos aquellos argentinos que generan actividad, crean empleos y pagan impuestos. Alberto Fernández negó, en más de una ocasión, hacer un esfuerzo, gesto o símbolo que se tradujese en una reducción de los sueldos de funcionarios o gastos del Estado, demostrando una absoluta falta de empatía con vastos sectores que no tienen la tranquilidad del cargo estable y el ingreso asegurado.

Los manejos presupuestarios de un Congreso que no sesiona, pero gasta para hacer filantropía política, generan aún más irritación. Y se agrega el pago de un plus a los empleados que pueden ir a trabajar en la emergencia sanitaria y que ya tienen sus ingresos asegurados, a diferencia de los angustiados trabajadores del sector privado. Las autoridades del Congreso son los músicos del Titanic, en esta película de esfuerzos desiguales.

Ahora queda aclarado aquello de que “la patria es el otro”. Es el otro que tiene que pagar los impuestos, el otro que no está en las nóminas estatales, el otro que no compra ni vende con sobreprecios. En la concepción kirchnerista, siempre se hace patria con la plata ajena.

La ley del desconocimiento

Uno de los pocos acuerdos unánimes entre oposición y oficialismo fue la aprobación de la Ley de la Economía del Conocimiento, continuadora de la Ley de Software del gobierno de Néstor Kirchner. Sin embargo, su reglamentación fue suspendida para buscar una fórmula que evite que sus incentivos beneficien a grandes empresas, hecho basado en el prejuicio ideológico y el desconocimiento de las economías de escala de la industria.

Es la actitud culposa que tienen ante la posibilidad que los unicornios y grandes empresas tecnológicas accedan a estos beneficios, sin entender que éstas, son locomotoras que encadenan y traccionan a empresas de menor tamaño, en un ecosistema de emprendimiento, innovación e impacto social. Solo así puede entenderse el ataque a empresas icónicas como Mercado Libre, -orgullo para la Argentina-, que además debe sufrir embates del sindicalismo bancario y camionero. Sin esa tara ideológica en el seno del Gobierno, el impulso a las fintech hubiera permitido a millones de argentinos percibir las ayudas económicas a través de billeteras virtuales en sus celulares, sin necesidad de exponer a sectores vulnerables a grandes aglomeraciones en bancos, en medio de la pandemia.

La IGJ, la Casa de Papel

Si la verdad es la primera víctima en una guerra, la transparencia lo es cuando el kirchnerismo llega al poder.

En febrero, la Inspección General de Justicia de la Ciudad de Buenos Aires suspendió la constitución digital de las Sociedades por Acciones Simplificadas (SAS) y volvió a libros contables y societarios físicos en lugar de los digitales. Su titular, también con prejuicio ideológico, calificó ese formato de la “época macrista” como un vehículo para el fraude, la evasión fiscal y posible lavado de activos. Ahora, en medio de la pandemia, unas 30.000 SAS deberán, en los próximos 90 días, reinscribirse en papel a un costo 6 veces superior al actual.

Días antes de la entrada en cuarentena, el Gobierno dictó el Decreto 338/2020 que dispuso el regreso al uso de papel, en reemplazo de los expedientes electrónicos en la administración pública nacional. Esta marcha atrás en las prácticas de transparencia es otra forma de dificultar el conocimiento de expedientes que no estarán online y dejará el manejo de información importante en los oscuros pliegues de la burocracia.

La mala gestión y las internas

La inutilidad de la gestión de la ANSES quedó manifiesta en el vergonzoso operativo que se montó para el pago a jubilados y que le costó el puesto a Alejandro Vanoli. Una mezcla entre funcionarios sin las capacidades requeridas y fuegos cruzados de las internas gubernamentales inmovilizaron la entidad. En Desarrollo Social, a raíz del escándalo de los sobreprecios en la compra de alimentos, desplazaron a 16 funcionarios. Allí distintas organizaciones y facciones políticas se disputan el manejo de los millonarios programas de ayuda social.

Las internas se reproducen en el ministerio u organismo donde se ponga el ojo, exponiendo el reparto de cuotas de poder en lugar de mostrar equipos trabajando coordinadamente. Tal es el caso del ENACOM donde su vicepresidente anunció controles de contenidos y fake news a los portales de internet y, a las horas, su presidente lo desmintió ante el revuelo provocado por una posible regulación atentatoria del derecho a la libertad de expresión. También ocurre cuando una repartición contradice por completo a otra, como el caso del ministro de ambiente Juan Cabandié -otro absoluto improvisado-, cuando –nadie sabe con qué autoridad técnica- sentenció que “la megaminería perjudica a todos". Su prejuicio de devenido ambientalista colisiona con los esfuerzos del secretario de Minería Alberto Hensel en pos de lograr la activación de grandes proyectos mineros en todo el país con inversiones por USD 25.000 millones en un contexto mundial donde esta actividad es una de las pocas con capacidad de generar divisas al país.

¿El regreso del Vatayón militante?

Horacio Pietragalla, el secretario de Derechos Humanos “saca presos”, se dedicó a operar la liberación de los reos de las cárceles con la excusa de salvaguardar la salud de estos, sin tener en cuenta los derechos de las víctimas. Así como se desplazó a Vanoli y a funcionarios del ministerio que dirige Daniel Arroyo, el presidente Fernández debería remover inmediatamente a este funcionario, más luego de las contundentes manifestaciones del último jueves.

La excarcelación de presos con el argumento de evitar el coronavirus en las cárceles, es sólo la excusa para el déjà vu camporista de mayo del ‘73, cuando se abrieron de par en par las puertas de Devoto. Luego de que Amado Boudou y Luis D’Elía quedaron como presos delivery, se llegó al colmo de la impudicia solicitando la prisión domiciliara para Ricardo Jaime, trámite avalado por el presidente.

Desde afuera de las celdas, el kirchnerismo también avala y milita la liberación de presos, mientras que desde adentro los delincuentes viralizan mensajes a los penales de todo el país, en una suerte de arenga para motivar nuevas revueltas. Luego del motín de Devoto del viernes 24, por ejemplo, el presidente del PJ de Mendoza Guillermo Carmona agitó las aguas con un comunicado de cuño zaffaronista defendiendo los derechos de los delincuentes. Al día siguiente en el penal más grande de la provincia se generó un tumulto que fue rápidamente controlado. Lo que demuestra cómo opera la coordinación de acciones de la política abolicionista del kirchnerismo académico, político y carcelario.

Ya fue suficiente Presidente. Ordene su tropa. Modere a esos que decían con usted que volvían mejores. La pandemia no puede ser la cortina de humo para colar tantas barbaridades. Los argentinos de bien que se esfuerzan y sufren esta pandemia no se lo merecen.

El autor es diputado provincial (Partido Demócrata de Mendoza)