En 1915 una joven que se llamaba Aurora Mardiganian fue testigo del asesinato de su familia por parte del Imperio Otomano durante el genocidio contra los armenios. La joven cristiana fue obligada a marchar largos kilómetros en caravanas hacia los desiertos de Siria. Durante la marcha ella fue secuestrada y vendida como tantas otras jóvenes armenias en mercados de esclavas del interior del Imperio Otomano. Luego de un terrible sufrimiento, ella logró escapar y luego de un largo periplo desde Tiflis a San Petersburgo encontró refugio en Nueva York. Allí escribió sus memorias, “Subasta de Almas”, que inspiraron el guión cinematográfico de la primera película muda del año 1919 sobre el genocidio armenio. Ella fue la protagonista del filme. La historia de Aurora refleja el destino de miles de armenias que sufrieron la violencia planificada y ejecutada por el estado otomano. Hoy se conmemoran 105 años de ese crimen que hasta nuestros días sigue impune. A partir de 1915 se abrió un período de sufrimiento para miles de mujeres, pero también una historia donde las pocas sobrevivientes mostraron su fuerza y su capacidad de resistencia.
En el marco de la Primera Guerra Mundial, los armenios -que eran una minoría dentro del imperio- comenzaron a ser asesinados por las autoridades otomanas: primero los varones en los frentes de batalla por sus propios camaradas de armas turcos, luego los líderes, intelectuales, comerciantes y clérigos en la noche del 24 de Abril. El resto de la población civil: mujeres, niños y ancianos fueron exterminados a través de caravanas letales hacia los desiertos de Siria por la gendarmería turca. Durante las caravanas, las mujeres armenias sufrieron violaciones sistemáticas como parte del accionar genocida. Muchas se suicidaban arrojándose al río Éufrates. Sin embargo, otras fueron vendidas, esclavizadas e islamizadas. Algunas lograron huir, sin embargo guardaban en sus cuerpos los tatuajes de sus captores. El documental de la directora Suzanne Khardalian, “Los tatuajes de la abuela” (puede verse en YouTube), narra desde el presente, la relación de tres generaciones de mujeres armenias y la lucha por superar los traumas del pasado y lograr el reconocimiento.
La resistencia de las armenias iba desde la protección de los niños en las caravanas o dejar una plegaria a un hijo sabiendo que ella pronto moriría; preservar una antigua canción y transmitir la memoria de una generación a la otra. Las pocas mujeres que lograron sobrevivir y escapar tuvieron la capacidad de volver a generar vida a miles de kilómetros de sus aldeas y pueblos. Algunas de ellas llegaron a Argentina hace cien años. Eran huérfanas, pero lograron sobrevivir y reconstruir, a pesar del trauma del genocidio, sus vidas. Aprendieron otro idioma, educaron a sus hijas y vieron una nueva generación donde florecieron universitarias, profesionales, artistas y empresarias. Las sobrevivientes fueron las portadoras de la memoria y también representan -con su legado- los pilares de la búsqueda de justicia y reparación.
El autor es docente en la Universidad Di Tella (Departamento de Estudios Históricos y Sociales)