Existe un país que tiene una medicina de excelente nivel. Cuyos profesionales son apreciados en naciones del primer mundo, donde pueden revalidar títulos con bastante facilidad y perfeccionarse o desarrollar sus carreras; un país cuyas universidades atraen a estudiantes de medicina de todo el continente; un país en el que la formación de los médicos es gratuita, en universidades públicas de calidad, y donde los servicios de salud también son gratuitos.
Ese país se llama Argentina. No Cuba.
Mientras la OMS señala que se debe tener como mínimo un médico cada mil habitantes, Argentina tiene casi 4 (3,8) por cada mil. Una relación que nos pone por delante no sólo de países de la región como Brasil, Uruguay y Mëxico, sino también de Canadá o Suecia.
Apenas llegada la pandemia de COVID-19 a estas costas, la UBA reclutó en 24 horas 4.000 voluntarios entre los estudiantes avanzados de la carrera de Medicina. Por otra parte, en la provincia de Buenos Aires, se autorizó a médicos jubilados a retomar el servicio. Y son muchos los que se ofrecieron. Finalmente, otro importante número de médicos que se encontraban en el exterior por cursos de perfeccionamiento o contratos de corta duración aceptaron ser repatriados para sumarse a la lucha contra el coronavirus. Y otros están a la espera de poder hacer lo mismo.
Finalmente, la Confederación Médica de la República Argentina (COMRA) pidió al gobierno que priorice la reválida de títulos de médicos de otros países latinoamericanos que se encuentran ya en el país y con ese trámite iniciado, antes que traer a cubanos.
Y sin embargo, contra todo lo que indica el sentido común, la practicidad y, sobre todo, el interés de los argentinos -esa salud que el Presidente quiere poner por encima de todo-, la Argentina anuncia que ha decidido contratar a 200 médicos cubanos para suplir las supuestas necesidades del sistema de salud.
Es increíble que a esta altura del siglo XXI todavía exista quien crea -o quiera hacer creer a los demás- en el mito de la excelencia de la salud cubana.
De hecho, no creen. Fingen hacerlo. Lo que en realidad buscan los líderes latinoamericanos que van a atenderse a Cuba es el secreto, no la excelencia. Recordemos que, enfermo de cáncer, Hugo Chávez privilegió la compartimentación informativa a una atención de calidad, que podría haber tenido en muchísimos otros países; en Argentina por ejemplo.
Lo otro que les da Cuba es una falsa aureola antiimperialista por el viaje o el vínculo con un régimen que vive desde hace años de “vender” una resistencia pour la galerie que al “Imperio” no le hace ni cosquillas, pero que sí les asegura a los cubanos una vida de esclavos dedicada a la supervivencia.
Cuando la isla era un satélite de la Unión Soviética, y mientras esa potencia financiaba los sucesivos delirios “productivos” con los cuales Fidel Castro arruinó a Cuba y garantizó su no desarrollo, el régimen sí implementó un sistema de atención primaria de la salud basado en la prevención que tuvo buenos resultados. Como se había hecho en muchísimos otros países por otra parte. Aclaración válida porque el otro mito es el de que la singularidad castrista. Que los cubanos, aislados del mundo, crean que sólo ellos tienen salud y educación gratuitas, y que se lo deben todo a los Castro, es entendible. Que ese verso tenga tantos repetidores fuera de Cuba es inexplicable..
Pero además, ese sistema de salud se derrumbó a fines de los 80 junto con el muro de Berlín y la Unión Soviética. Y la famosa medicina de punta, de rehabilitación y neurológica, dejó de estar al alcance de los cubanos para convertirse en una fachada, un aspecto más de la propaganda del régimen, con la cual Fidel Castro engrupía a visitantes que se volvían voceros y propagandistas de su dictadura.
La exportación de médicos cubanos no es ni más ni menos que eso. Una maniobra para la lavada de cara de un régimen que, luego de más de 60 años de instaurado, sigue privando a los cubanos de las más elementales libertades individuales.
Los comunistas -justamente- llamaban “idiotas útiles” a las personalidades o fuerzas de izquierda a las que lograban hacer trabajar para su estrategia aunque declarasen otros idearios y objetivos. Pues parece que aquí hay políticos que quieren representar ese rol.
También tiene un aspecto económico en un país sediento de divisas. Por eso, sin disimulo, como lo señala el Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques -otro de los tantos lobistas de Cuba, en este caso en México-, “para la exportación de los servicios médicos, Cuba ha elaborado una estrategia integradora de promoción y comercialización (sic) dentro y fuera del país que incluye la atención médica, servicios académicos y de otro tipo relacionados con la salud”.
Toda una industria. Que se basa además en algo análogo a la trata de personas: la mayor parte del sueldo -mucho más de la mitad- de esos médicos en el exterior va a las arcas del régimen; la familia del profesional exportado permanece en Cuba de rehén -literalmente- y los contingentes de médicos viajan acompañados de uno o más comisarios políticos que retienen sus pasaportes, no sea que se les ocurra escapar.
Esto, que en otros países, sería delito, como lo hace Cuba, es revolución.
Supongamos que todavía hay quien cree el cuento de la medicina cubana. ¿Acaso no han tenido ya la experiencia de lo que son estas misiones? La seguidilla de escándalos ligados a esta política de “exportación” castrista ¿no les dice nada?
De los 700 “profesionales” que La Habana envió a Bolivia, resultó que sólo 200 eran realmente médicos con título universitario. Uruguay importó 9 oftalmólogos cubanos: 6 de ellos (algo así como un 70 por ciento) fue reprobado en el examen de reválida del título.
Debe ser por eso que acá directamente no les haremos semejante exigencia absurda. Ingreso irrestricto, como le gusta a la viceministra de Educación, Adriana Puiggrós.
Recientemente, aunque parece que fue hace una eternidad, como todo lo previo a la pandemia, nos enfrascamos en una discusión sobre si hay o no presos políticos en la Argentina. Pero a nadie parece importarle que el país desde el cual vamos a traer a médicos sí los tenga. Un régimen de partido único -está en su Constitución-, sin libertad de expresión, ni de asociación, ni de reunión. En Cuba no se puede leer un diario ligeramente disonante respecto de la voz oficial. No hay. Cientos y cientos de libros han estado prohibidos por años. No se puede crear, no digamos ya un partido político, sino una simple asociación que no esté bajo estricto control del régimen.
Cada tanto, como el cinismo castrista no tiene límites, organizan un simulacro de elecciones en las que los “representantes” a la Asamblea son electos siempre por más del 90 por ciento de los votos -es fácil, hay una sola lista- y luego estos mismos fantoches “eligen” al Presidente ya designado a dedo por el verdadero poder.
Acá supuestamente preocupa a algunos de nuestros políticos que el Congreso sesione de modo remoto y eso ponga en duda la legitimidad de lo que eventualmente decida. Republicanos quisquillosos que sin embargo no tienen escrúpulos respecto al régimen autoritario que no reconoce división de poderes al que ayudan a lavarse la cara. A costa de la salud de los argentinos…
Acá estamos a punto de excarcelar presos para evitar un eventual contagio con coronavirus, pero somos amigos de un país que tiene uno de los códigos penales más severos que se pueda concebir; donde la reincidencia -que acá muchos cuestionan cuando no directamente ignoran- implica el doble de pena, y que considera delito la mera intención -merodeo, por ejemplo- o califica a las personas sin ocupación conocida como predelincuentes.
Como bien señaló la Confederación Médica Argentina en la nota que le dirigió al gobierno, “no existen razones sanitarias ni de escasez de recursos humanos”, como para tener que traer médicos cubanos y encima hacerlo saltándose la norma que se aplica a otros profesionales extranjeros, que es la reválida del título.
A los cubanos ni siquiera se les exigirá una cuarentena, como sí se hizo con los médicos argentinos repatriados. Una declaración jurada del muy confiable régimen cubano bastará. ¿Cuba no tiene coronavirus? Sí tiene: a la fecha, 40 muertos y 1189 contagiados.
El ministro de Salud, Ginés González García, al justificar la contratación de los médicos cubanos, dijo que no había motivo para “discriminar por el origen”. Tampoco hay motivo para privilegiarlos por su origen, como de hecho se está haciendo. ¿O sí lo hay y no sabemos cuál es?
Las autoridades deben explicar urgente y claramente la verdadera razón por la cual importan 200 médicos cubanos ya que salta a la vista que la maniobra no tiene fundamento económico ni sanitario alguno.
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