No deseo hacer un análisis sobre si la prohibición de circulación es constitucional o no. Admito que la intención del jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta es absolutamente de buena fe. Lo conozco y no se me ocurre pensar de otra manera. Pero hagamos la siguiente reflexión.
La tercera parte de los porteños tienen más de 65 años. Los que tenemos más de 70 pasamos por la polio, por el sida, por la gripe A y todo el abedecedario de hepatitis.
Creen que quienes estamos vivos -y creemos que lúcidos- no estamos capacitados para cumplir el protocolo que nos exige el gobierno porteño sin utilizar la prohibición como norma. Además, las excepciones que permiten circular invitan a utilizarlas como trampa.
Tenemos la edad de un menor o de un adolescente. Son los años que nos restan por vivir. Lo vivido ya está. Pero estos años de lucidez o de fuerza y ganas de gozar déjenos que los transitemos en libertad, mirando el cielo y disfrutando el sol.
Ya la vida nos dio y nosotros a ella todo lo que se podía. Nos queda este cachito nada más. No solo nos sabemos cuidar y vamos a cumplir con todo los requisitos, sino que vamos a ayudar a que ustedes, los jóvenes, se cuiden. Tenemos experiencia y gotas de sabiduría.