A Alberto Fernández lo tocó el Espíritu Santo

El papa Francisco y Alberto Fernández (Presidencia)

Al presidente Alberto Fernández lo tocó el Espíritu Santo. Llora. Se conmueve. Reza. Eso trasmite Bergoglio. Es contagioso. Un día me dijo: en el cónclave, sentí una paz que no era mía, que no me abandona, y es la del Espíritu Santo. Gracias a eso estoy en pie. La fe. Eso de saber que Dios, cuando rezás, escucha. Fernández sabe pedir ayuda. Eso no es para cualquiera no es un soberbio.

En su encuentro con Bergoglio en Roma, le pidió con una humildad absoluta ayuda y él se la concedió. El Papa ama la Argentina. Su lugar en el mundo. A Fernández, por esas cosas de Dios, lo impregnó de Espíritu Santo. Francisco se puso adelante del mundo, cuando atravesó la plaza solo, pero mandó a buscar la Virgen de la Salud del Pueblo Romano que fue pintada por San Lucas en la madera de la última cena y a San Marcelo el Cristo de peste con ello uno de cada lado rezo por el mundo. Compartió imagines. Esos íconos fueron trasladados en la más absoluta confidencialidad a hombro en plena pandemia. Para que peregrinen por Roma. Él siempre hace lo mismo.

Los presos son su desvelo, sobre todo los inocentes. Fui la única periodista que lo acompañó en la cárcel del Borda. Mamá mía. Me encontré con muchos asesinos seriales que fueron tapa de Crónica. Nos dábamos la paz. Terminó la misa y nos abrazamos. Una no pregunta el prontuario. Su acercamiento fue intenso: gracias cuánto tiempo hace que no me abraza nadie. Este es Bergoglio íntimo.