El dilema hamletiano “Ser o no Ser” trasladado a la persona del presidente Alberto Fernández se metamorfosea en cómo abrir la puerta el 13 de abril, luego de casi un mes de cuarentena. No creo que exista duda en el Presidente en cuanto a que las medidas deben ser selectivas y razonables. Para ello, al cierre de este artículo el Dr. Miguel Acevedo, presidente de la UIA, esperaba la confirmación de la reunión a realizarse el día de hoy junto a la CGT y expertos sanitaristas. Lo deseable, desde el punto de vista empresarial, es saber qué sectores serán los primeros en volver al trabajo, para que en esos establecimientos se implementen no solo los protocolos conocidos, sino inclusive tener equipos de reemplazo, por si existiese la posibilidad de una persona infectada. Hay coincidencia con la CGT en cuanto a la necesidad de aumentar la cantidad de turnos para evitar amontonamiento de trabajadores en horas pico. En otro orden de cosas, el empresariado insiste en dos grandes temas: que el Banco Central aumente la liquidez de las empresas, para que no quede la decisión al arbitrio de los bancos, y así garantizar igual tratamiento ante la misma necesidad. Y en paralelo le solicitan al Gobierno que estudie la posposición de impuestos por un período a consensuar.
En definitiva, el Gobierno se encuentra esta semana ante la necesidad de sumar al protocolo sanitario el consenso de un protocolo productivo, así como también un protocolo de asistencia a las provincias. Se lo ha escuchado al gobernador santafesino Omar Perotti mencionar la posibilidad de emitir cuasimonedas, con la consecuente anarquía que generaría que cada provincia emita su propia moneda. En realidad, el gobernador Perotti aclara: “Hay un pedido a Nación –ante la dificultad de muchas provincias en pagar sueldos- para que se establezca un programa ordenado de financiamiento para establecer un piso de coparticipación. Esto debería darse dentro de una instancia de emisión, en la cual una parte se destine a las provincias. Todos apostamos a esto”.
El Gobierno, más allá de los yerros cometidos por trabajar sobre lo nuevo, en el área sanitaria, lo ha hecho con eficiencia hasta aquí. Esta semana debe diseñar la implementación de la salida de la cuarentena con la misma eficiencia.
Un tema clave en cuanto el avance real de la pandemia reside en los testeos. Los entendidos dicen que es necesario ampliarlos. Argentina solo a hoy ha realizado 8 mil testeos. Extrapolando los realizados por Estados Unidos (los expertos coinciden que son insuficientes), el país debería haber realizado a la fecha aproximadamente 200 mil en relación a su población. Dado que en los negocios no hay solidaridad, no resulta fácil comprar insumos en el exterior. No queda claro entonces por qué habiendo laboratorios de genómica argentinos especializados en secuenciar genes, dispuestos a adaptarse para realizar los tests que se necesitan, el Gobierno no haya acudido a ellos aún.
La Argentina viene invirtiendo mucho para contrarrestar los efectos directos y colaterales del coronavirus. No obstante, en una economía averiada las cifras terminan siendo exiguas, no por falta de voluntad, sino por realismo económico. Cuando el presidente Fernández pidió al G20 un fondo especial ante esta problemática, la respuesta fue: USD 4 mil millones. Nada. Especialmente si lo comparamos con el paquete de estímulos conformado por los USD 2,2 billones de los Estados Unidos más los USD 2,8 billones de cinco países más el Banco Europeo. En este contexto, lo que suena más acorde es el ofrecimiento de la gerente del FMI, Kristalina Giorgeva, de poner a disposición USD 1 billón para atender la emergencia.
Me sorprendió el Dr Juan Gabriel Tokatlian cuando me dijo: “China no es un cisne negro que estalló. En septiembre del 2019 un estudio conjunto de expertos sanitaristas de la OMS, junto a expertos económicos del Banco Mundial, emitió un documento titulado ‘Riesgo de una emergencia viral en el mundo’. Sin lugar a dudas, expresa el profesional, que América Latina sufrirá las consecuencias de esta pandemia en forma drástica. Desapareció el multilateralismo -ni el Mercosur funciona-, y hay países como Brasil y Argentina que actúan ante la emergencia en forma diametralmente opuesta.
Hace tiempo el Dr Agustín Salvia viene advirtiendo sobre el aumento de la pobreza estructural que provocará esta pandemia. Para lo cual cree imprescindible no sólo la compensación en medio de la crisis que realiza el Gobierno, sino que debería trabajarse ya en la elaboración de un plan de desarrollo con pacto distributivo incluido. Es decir, trabajar a 10 o 15 años. Para lograr lo que plantea Salvia, no solo se necesita la constitución del Consejo Económico Social, sino que es imprescindible que el Gobierno genere con sus actitudes la suficiente confianza para que el fondo de inversión de desarrollo se sustente con parte de los USD 300 mil millones que los argentinos tienen fondeados. Poco ayuda a este propósito el proyecto del diputado Máximo Kirchner de aplicar un impuesto a quienes blanquearon capitales.
La pobreza de la política en el mundo nos ha llevado a esta dramática instancia.