Una crisis que ilumina los liderazgos

El primer ministro inglés Boris Johnson

Existe una diferencia esencial entre la autoridad y liderazgo. El sociólogo estadounidense Robert Bierstedt sostenía que mientras que la autoridad tiene que ver con el impersonal poder institucional –el cargo-, en la relación de liderazgo, la persona es esencial. Así no toda autoridad ejerce liderazgo, pero todos los líderes, potencialmente, tienen autoridad.

Evidentemente, no existe una sola forma de ejercer el liderazgo, pero lo cierto es que las situaciones de crisis, más aún en casos tan dramáticos como inéditos como la que genera la pandemia del coronavirus, ponen el foco de la atención pública en la actitud que toman las máximas autoridades políticas. En otras palabras, millones de ciudadanos de cientos de países están “mirando” como actúan sus mandatarios y si estos están a la altura o no del liderazgo político que la situación amerita.

Del diagnóstico a la acción: ¿cómo reaccionaron los países al coronavirus?

La pandemia que actualmente ha alcanzado a casi todos los países del globo y que ya afectó a casi 600 mil personas, causando la muerte a casi 27 mil de ellas, permite observar y analizar las decisiones que los mandatarios -presidentes, primeros ministros, jefes de gobierno- tomaron a lo largo de la crisis y qué resultados tuvieron.

Podría identificarse un primer conjunto de mandatarios en un grupo que se ha caracterizado por pendular entre la negación del peligro y la preocupación por la economía. Uno de ellos al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien sin tomar recaudo alguno en una recorrida por el país, la semana pasada instó a que los mexicanos sigan con su vida habitual, que concurran a restaurants y salgan a la vía pública, y que depositaran su confianza en él, quien les iba a decir cuándo resguardarse.

Otro jefe de gobierno que reaccionó con poca cuatela y fue víctima de sus propias contradicciones es el británico Boris Johnson. La estrategia que articuló el premier inglés fue permitir que todos, menos los afectados y los ancianos, continuasen con su vida habitual. El caso de Johnson entraría en una clasificación de “ingenuidad” ya que pensando que sin parar las actividades económicas y el contacto cotidiano entre los ciudadanos podría así generar una especie de “anticuerpo” en los ingleses, terminó cediendo ante la evidencia de la gravedad de la situación y pidiendo el aislamiento generalizado de los británicos. Como si este brusco cambio de postura no fuese menor, el miércoles trascendió que el propio primer ministro estaba infectado.

Donald Trump y Jair Bolsonaro casi que funcionan en un polémico tándem. Ambos –o quizás el segundo en acto reflejo con el mandatario estadounidense- afrontaron la pandemia minimizando sus riesgos. Ante las evidencias de un mundo signado por el contagio y las muertes, parecería inevitable reconocer que la pandemia es real y que los ciudadanos corren serios riesgos. Sin embargo, la obstinación le ganó a la cordura y ambos mandatarios esgrimieron que tomarían las medidas necesarias para priorizar la economía ante cualquier decisión en materia de salud. La estrategia tanto del estadounidense como del brasileño para dilatar las decisiones es la de generar conflictos internos en materia política, atribuyéndole a los gobernadores de los estados/provincias la responsabilidad de interceder ante sus ciudadanos. Todo esto, por cierto, a meses de que en Estados Unidos se elija presidente y en Brasil cargos municipales.

Una nota al pie sobre estos cuatro mandatarios, que en cualquier comunicación de crisis valdría la pena remarcar: no sólo resulta contraproducente minimizar escenarios de crisis cayendo en actitudes negacionistas, sino que también es contraproducente la comunicación sin estrategia. Los ciudadanos no solo necesitan información certera, creíble y oportuna, también necesitan contextualización: entender qué está pasando, pero también por qué está pasando y hacia dónde vamos.

Si bien es cierto que los ciudadanos de los países mencionados no culpan a sus mandatarios de la pandemia que, como es de público conocimiento, se originó en un mercado de China, no es menos cierto que conforme se desarrollen los acontecimientos no se privarán de asignar responsabilidades por el manejo de la crisis y la mitigación de sus consecuencias.

Sin embargo, a esta altura pocos son los países que no tomaron alguna medida. Algunos, como la Argentina, se caracterizan por haber aprovechado la distancia geográfica respecto al epicentro donde se inició todo – el mercado de Huanan en la remota localidad china de Wuhan- y haber tomado medidas que van desde controles aduaneros hasta la cuarentena total con cierre de fronteras. Los resultados de las medidas restrictivas estarán por verse, y nadie aun puede aventurar con certeza el escenario futuro. Lo cierto es que, en nuestro país y muchos otros, la gran mayoría de los ciudadanos parecen entender que quedarse en casa es por ahora la única posibilidad real de evitar lo peor, y por eso aprueban las medidas adoptadas. No es casual, en este contexto, que durante la crisis hayan crecido los niveles de aprobación de gestión tanto de Alberto Fernández como el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta.

Países europeos, como Italia y España lamentan el haber errado en su diagnóstico inicial, ya que, si se hubieran tomado con otro nivel de celeridad las medidas hoy en curso, se hubiera disminuido el impacto de contagios y muertes. Esta reflexión no me pertenece, sino que ha sido pronunciada por los propios líderes y ciudadanos de aquellas naciones.

El denominador común en estas experiencias no es el saber de los expertos, los intereses de empresarios o la información con la que cuentan las personas comunes. Todo eso es relativamente similar en cada uno de los países. Lo que sí resultó un elemento determinante fue el liderazgo político. Esto no significa que el país que menos contagiados y muertos tenga sea en definitiva quien cuente con mayor y mejor liderazgo político. El análisis se hace hacia adentro de cada contexto político, por lo que es importante revalorizar el papel que los líderes políticos tienen en nuestra realidad.

Como señala el politólogo Antonio Natera Peral, especialista en estudios sobre liderazgo político, “una crisis ilumina lo que de otro modo no parece tan evidente”. En otras palabras, esta pandemia eclipsará o fortalecerá a los mandatarios que sepan tomar decisiones con celeridad, responsabilidad y precaución, pero sobre todo con efectividad y decisión. Lo que ilumina esta crisis son los liderazgos.

*Sociólogo, consultor político y autor de “Comunicar lo local” (Parmenia, 2019)