Este año, en circunstancias inéditas en el país, por lo menos en las que abarca mi memoria, como todos los 24 de marzo recordamos un golpe militar que no era uno más de los tantos producidos en la Argentina desde 1930 en adelante.
Fue el de 1976 que nos dejaría marcas imborrables, cicatrices que todavía arden y cuyas costras se destacan sobre el telón gris que semioculta ese pasado. Surgen de tanto en tanto en cada vida privada de quienes fueron víctimas directas o indirectas de la represión o en el pleno de la sociedad cuando aparece un nieto, una nieta que, hoy como adulto, recupera su identidad ocultada al nacer durante el cautiverio de su madre posteriormente asesinada.
No puedo pensar en esa fecha sin relacionarla con la reacción de la sociedad argentina en cuanto, tras la guerra de Malvinas, se recuperó la democracia.
Esta ciudadanía votó, mayoritariamente, por la investigación y el castigo de los crímenes del Terrorismo de Estado.
Votó por Raúl Alfonsín que, con ese “rezo laico” que era el Preámbulo de la Constitución, nos instaba a recomponer las instituciones maltratadas y nos prometía que habría memoria y justicia.
La combinación de una pesquisa oficial exhaustiva hecha por la CONADEP y un juicio que terminó, auto excusados los militares de juzgarse a sí mismos, bajo la responsabilidad de la Cámara Federal, se convirtió en una bisagra de nuestra historia que haría imposible cualquier intento serio de “negacionismo” en este país.
Tanto el Nunca Más como la sentencia de la Cámara nos legaron el compromiso del nunca más a los golpes de Estado, nunca más a la violencia como herramienta política, nunca más al desprecio por la democracia y los derechos humanos.
Eso sí, todavía tenemos un largo camino para recorrer en la consolidación de una democracia republicana con instituciones sólidas que nos garanticen nuestros derechos sin excepciones y bajo el signo de la equidad. Esa es nuestra responsabilidad, sobre todo la de las élites políticas.
La autora integró la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep)