El anuncio por parte del presidente Alberto Fernández del envío de un proyecto para legalizar el aborto en nuestro país ha puesto en marcha nuevamente un intenso debate entre sectores que impulsan el fin del aborto clandestino, y quienes pretender perpetrarlo impidiendo el derecho de las mujeres y personas con capacidad de gestar a decidir sobre sus propios cuerpos.
No es esta la primera ocasión en que el tema se debate en el Parlamento (el antecedente de 2018 está fresco aún en nuestra memoria) pero sí parece ser la última, la que alumbrará finalmente el aborto legal, seguro y gratuito en todo el país.
El primer proyecto de aborto, redactado por la Campaña por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, llegó al Congreso de la nación en 2007 de la mano de dos legisladoras con gran recorrido en el movimiento de mujeres y que fueron también piezas clave para la aprobación de otras normas de ampliación de derechos tales como el Matrimonio Igualitario e Identidad de Género.
Durante ese año la diputada nacional (MC) Silvia Augsburger (Partido Socialista) y la entonces senadora nacional y actual secretaria de Legal y Técnica de la Nación, Vilma Ibarra, pusieron “el gancho” a la iniciativa de la Campaña que hasta ese momento nadie se había atrevido a firmar.
Comenzaría allí un largo camino con altas y bajas, con avances y retrocesos a través del cual se irían aprobando otras leyes de enorme trascendencia mientras el aborto legal esperaba su turno e iba ganando consistencia en las calles, en los debates cotidianos y en la conciencia de un colectivo en permanente crecimiento y empoderamiento que al grito de “se va a caer” le asestaría varios golpes contundentes al patriarcado.
Muchos avances, y el aborto en espera
Pasaron en esos años las ya mencionadas leyes de Matrimonio Igualitario e Identidad de Género. Pero también se aprobarían la ley de servicios de comunicación audiovisual, la introducción de la figura del femicidio en el Código Penal, las técnicas de reproducción humanamente asistida, un nuevo código civil que modernizaría los vínculos familiares, el reconocimiento de las trabajadoras de casas particulares, las leyes Micaela, Brisa, y de Paridad e innumerables medidas de política pública afirmativa que continuarían reconociendo, igualando y ampliando derechos tras décadas de desigualdades estructurales padecidas por las mujeres.
Y sin embargo el aborto, esa aparente última barrera infranqueable, seguía allí. Silenciado, innombrable, clandestino. Ley “pianta votos” para parte de la dirigencia política argentina. Un sueño lejano para tantas, y para tantos.
Lo más cerca que estuvo la ley de avanzar fue durante 2018. Tras habilitar el debate en el Congreso el Presidente Mauricio Macri, se comenzaron a caer ciertos velos que ocultaban, no inocentemente, el verdadero apoyo social y político que la norma despertaba. Aquella madrugada en Diputados, pasada la medianoche, llegó la noticia que parecía imposible. Algunos legisladores de La Pampa habían cambiado el sentido de su voto y la ley obtendría la media sanción, pasando al terreno más árido del Senado. Histórico. El movimiento de mujeres escribía una nueva página en la historia.
La otra parte del tratamiento parlamentario impidió la sanción definitiva de la norma. Sin embargo, ese debate sacó del placard un tema hasta hacía poco considerado “tabú” que ya nunca más volvería a ocultarse.
¡Esta vez, sí!
Ahora bien, si tras las elecciones de octubre de 2019 la correlación de fuerzas entre “verdes” y “celestes” en el Congreso no ha variado sustancialmente, ¿por qué hoy estarían dadas las condiciones para que en 2020 el aborto sea ley? Aquí comparto algunas reflexiones al respecto:
En 2020 por primera vez el Poder Ejecutivo Nacional impulsa un proyecto propio de aborto legal, que se suma al ya presentado y con estado parlamentario de la Campaña nacional por el aborto seguro, legal y gratuito.
Es diferente “habilitar el debate” y dar libertad de acción que exponer parte del capital político de un Gobierno impulsando una iniciativa propia.
El debate ha madurado enormemente en la sociedad. El proceso de la media sanción de 2018 generó una discusión amplia, en cada rincón y ámbito del país que mostró la contundencia de los elementos a favor de la ley y la debilidad argumental de los sectores que se oponían a la misma. En aquel momento el Senado no estuvo a la altura de lo que las Comisiones legislativas y la calle expresaban. 2020 es otro escenario.
Esa maduración del debate ha complementado la primera visión mas centrada en aspectos de la salud, con las aristas vinculadas al derecho de las personas con capacidad de gestar a decidir sobre su propio cuerpo.
El repudio social que cosechó la derogación del Protocolo para la Interrupción legal del embarazo (o aborto no punible) en los últimos días del gobierno de Mauricio Macri mostró claramente un humor social muy favorable a avanzar con esta norma. Las y los legisladores perciben este humor y muchas veces deciden sus votos de acuerdo a esa percepción.
Por primera vez en campaña electoral se pusieron en juego dos posiciones principales respecto al derecho al aborto, en el marco de la campaña de los dos principales candidatos. El resultado de las PASO y de las elecciones nacionales de octubre mostraron que apoyar la interrupción voluntaria del embarazo ya no es “pianta votos”.
Los resultados de la Segunda Encuesta Nacional sobre Creencias y Actitudes Religiosas en la Argentina realizada por el Programa Sociedad, Cultura y Religión (CEIL-CONICET) encabezado por el Dr. Fortunato Malimaci en 2019, demostró un notable incremento en el apoyo social al aborto, incluso en personas de fe.
La decisión política que implica “jugar un proyecto propio” por parte del Gobierno puede favorecer la obtención de los pocos votos que faltaron en el Senado en 2018 y replicar un escenario similar al que permitió la aprobación de la ley de Matrimonio Igualitario en 2010.
Las masivas marchas por el 8M, día internacional de las mujeres trabajadoras, se tiñeron de verde en todo el país, dando dimensión del avance en las calles de esta lucha del movimiento de mujeres.
Por estas y otras razones creo que 2020 será el año del aborto legal en Argentina. Creo que en esta ocasión la ley sí será aprobada. Y junto a otras políticas públicas que hay que sostener y ampliar, podremos hacer realidad el lema de la Campaña: “Educación Sexual para decidir. Anticonceptivos para no abortar. Aborto legal para no morir”.
¡Que sea ley!
El autor es director ejecutivo del IPP LGBT+ e integrante de la Comisión Directiva de la FALGBT.